diecisiete

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"Mali Koa Hood"

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Diez años atrás...

Papá me ayuda a colocar mis pies en el césped. Le hacía compañía mientras cortaba las plantas muertas del jardín mientras mamá y Mali preparaban limonada en la cocina. Era un verano caluroso en Australia.

— Thomas, ven acá.

Alzo la mirada y regreso hasta el hombre. Él observa su trabajo por última vez y, a diferencia de otras veces, no sonríe. Me coloco a su lado y él inmediatamente pone su mano en mi hombro. Se mantiene en silencio por lo que parece una eternidad, pero finalmente me mira y habla.

— Tienes que prometerme que cuidarás de este jardín. –su voz suena cansada por arduas horas de trabajo bajo el sol–. Ya he hablado de esto con tu madre, pero necesitas ayudarle. Tienes que tratar a las plantas con amor, ellas sienten todo. Son como las mujeres, hijo.

Pasa su antebrazo por su frente para retirar el sudor. Yo lo miro con confusión sin saber a qué se refiere, pero asiento con suavidad.

Ambos caminamos hasta la casa y tomamos asiento en el comedor. Es grande para sólo cuatro personas, pero es genial porque cabe mucha comida. Mamá dice que es para las visitas, pero nadie nos visita porque toda nuestra familia está en Nueva Zelanda y Escocia.

— Puré de papas. –mamá deja un tazón en la mesa y seguido se sienta.

Mali se encuentra a mi lado y, al sentir mi mirada, saca la lengua y ríe. Yo le regreso el acto, cosa que mamá nota y golpea la mesa levemente para que nos calmemos. En el fondo Mali sabe que la amo.

Comenzamos a comer como una familia. El silencio es profundo y me incomoda un poco, pero nadie más parece sentirlo. Mi padre continúa sudando y sólo pica el puré con su tenedor, levanta un guisante y lo deja caer. Mamá se da cuenta de sus actos, lo observa un poco pero no dice nada.

— Calum, ¿más limonada?

Niego un par de veces ante la pregunta de la mujer. De igual manera ella me sirve limonada para después levantarse de la mesa.

— Papi, ¿iremos al acuario pronto? –mi hermana juega con el tenedor y espera una respuesta.

— ¡Cierto! Mali quiere ir al acuario. –me uno a ella con una sonrisa–. Mamá, papá... deberíamos llevarla como regalo de cumpleaños este lunes.

Ambos adultos levantan la mirada y nos miran.

— ¿Por favor? –Mali susurra.

— Sí, iremos. –confirmo–. ¿Verdad? Papá, Mali quiere ir al acuario. ¿Podemos, podemos, podemos?

El hombre tiembla en su lugar, se mira aturdido y mamá se da cuenta. Se acerca de nuevo a la mesa y me mira con algo de molestia.

— Uhm... –papá limpia su boca con una servilleta aunque no ha comido.

— ¡Tienes que llevarnos! –insisto.

— Calum, guarda silencio ya.

Observo a mi madre con una mueca triste y no hago otra cosas mas que obedecer. Meto un par de bocados a mi boca, sintiendo el silencio otra vez. Me molesta mucho porque me produce ganas de hablar sin parar.

Mis pies se balancean por debajo de la mesa tanto que mi cuerpo brinca, la silla en la que estoy sentado se mueve a mi compás. Por la mirada de la mujer en falda sé que le es molesto, pero no me dice nada, así que no me detengo ni por un segundo.

Revenge  [C.T.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora