treinta y cinco

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"Nunca en el día que te vas"

☂︎︎

— No puedo irme.

Me abro paso entre la gente quejumbrosa, algunos maldicen y otros sólo me miran con molestia, pero me importa muy poco. La azafata trata de detenerme y me hace preguntas que no me molesto en responder. Corro por el pasillo como nunca había hecho antes.

Mis ojos viajan en todas las direcciones en busca de ella. No está donde la vi desde la ventanilla del avión. Siento que el tiempo se escapa de mis manos, como si fuera una bomba, los segundos hacen ruido en mi cabeza.

Sé que no me estoy volviendo loco. Sé que la vi ahí.

Estoy al tanto de que el universo, el destino y cualquier otra cosa me odia, pero me permiten hacer esto otra vez. Me permiten verla entre toda la gente, como si distintos rayos de luz apuntaran hacia ella y captaran toda mi atención.

Mi corazón se apretuja, haciendo que lleve mi mano hasta mi pecho.

Nunca la había visto tan hermosa. En muchas ocasiones causó que mi corazón se derritiera y mis ojos brillaran, por mucho que odié admitirlo. Ella se convirtió en todo lo que me hizo sentir digno de algo que en verdad no merecía.

Sus ojos marrones rompen contacto con el piso encerado del aeropuerto. Su cabello está recogido en una moño desordenado, usa ropa holgada que luce asombrosa en ella. Con sólo verla te das cuenta de que está cansada, no la ha pasado bien. Es todo culpa mía. No sé en qué carajos pensaba. No merece nada de lo que ha sucedido.

Me pregunto si alguna vez alguien le dijo que yo no era el indicado, que no era bueno para ella. Y, si alguien lo hizo, ella debió escuchar y hacer caso. Debió dejarme desde el primer instante.

Aquellos ojos que alguna vez me miraron con amor y con brillo en ellos, se encuentran con los míos. No sé si en verdad la estoy viendo o si es algún producto de mi imaginación. Ella tampoco puede creer que también estoy ahí. Y es en ese momento cuando veo un par de maletas junto a ella. Mis sentimientos se desmoronan.

Mis pies se arrastran con arduo trabajo. Se asemejan a los de un niño tímido que camina hacia un desconocido.

El amor de mi vida está ahí, también se está yendo. Lleva ropa en sus maletas y las emociones rotas en el corazón palpitante. Naturaleza muerta. Se corta a ella misma de la tierra para volver a plantarse en cualquier otro lugar.

¿Qué más tengo que decir cuando se supone que ya lo he dicho todo? ¿Ahora sólo queda despedirme?

— Conan. –digo con poco aire en los pulmones.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

Sus ojos vagan hacia todas partes como si se cerciorara de que nadie viene. No me interesa si su hermano aparece en cualquier instante. Ya no me importa nada.

— Yo... –balbuceo–. Te vi desde la ventanilla del avión. Yo no... no puedo irme sin ti. No pienso cometer el mismo error si se trata de nosotros.

— Calum, detente, ha sido suficiente. –la observo ponerse de pie y tomar sus dos maletas, pero la detengo.

— Joder, sé que no quieres escucharme y que no quieres volver a verme. Estoy arrepentido, no te lo imaginas. Sé que te destruí por completo, pero ya no estoy dispuesto a rendirme y perderte. –mi voz se rompe–. Conan, tú... eres lo que necesitaba para encontrarme a mí mismo. Nunca había querido tanto ir a París y tomarme una foto con alguien frente a la torre Eiffel hasta que me enamoré de ti. No estoy buscando que me perdones por lo que te hice, porque yo jamás lo haré. Estoy buscando por lo menos algo mínimo. Quiero llamarte por las noches y que me cojas el celular.

Un par de lágrimas bajan por sus mejillas rosadas. Las limpio con mis dedos fríos y espero a que me diga algo. Ella está por irse y yo estoy consciente de que ésta es mi última oportunidad.

— Calum, perderemos el vuelo si no abordamos ahora. –aparece Violet.

Nuestra atención va hacia la rubia. Inmediatamente regreso hacia Conan, quien aún la mira. Distingo la decepción y la tristeza en su rostro. Sé que ahora su cabeza se encuentra desarrollando ideas erróneas, y no quiero eso. En absoluto.

Ahí va otra lágrima más.

Sus ojos escarban en los míos, buscando por respuestas. Es una broma, ¿cierto? No es necesario explicarle que Violet no remueve nada en mí.

— Conan, por Dios, no es lo que crees. –niego mientras la tomo del brazo suavemente cuando retrocede–. Ella no es nada para mí, tú lo eres todo. Me bajé de un avión con destino a Londres por ti.

— Calum. –cierra los ojos por unos segundos–. Gracias por intentarlo, sé que una parte de ti ha sido honesta conmigo. Pero hemos llegado hasta aquí, es el destino. Un aeropuerto. Tú hacia Londres, a donde siempre quisiste ir. Yo hacia Ohio para comenzar una vida lejos de aquí. Admitiré que me diste los mejores meses de mi vida, pero me enamoré de la persona que creí que eras, no de esta persona. Ya no puedo verte de la misma manera, no lo haré. Sabes que creo en el destino. Si estamos destinados a ser, nos encontramos en alguna otra parte del mundo... o aquí. Sólo déjame ir.

¿Ohio? ¿Solo déjame ir?

Mi boca desconoce el vocabulario. Mi cabeza poco a poco se va acostumbrando a lo que ha dicho, que hemos concluido. Ya no hay más. Que fue lindo mientras duró, pero que en verdad metí la pata y no hay nada que pueda hacer, que tengo que escoger algún día de cualquier año, ir a cualquier parte y esperar encontrarla. Ella sabe que nunca he creído en la suerte.

Pero así es como concluimos. Nunca lo imaginé porque nunca quise hacerlo, pero henos aquí, soltando nuestras últimas lágrimas y viendo el rostro del otro por última vez hasta Dios sabe cuándo, esperando encontrarnos quizás en tres meses.

Nuestras manos dejan de tocarse. Inmediatamente extraño su tacto, el calor que me transmite. La veo retroceder mientras se lleva sus maletas con ella. Sé que puedo detenerla y pedirle que no se vaya, arrodillarme y llorar, o abrazar sus piernas y suplicar. Sin embargo, mi cuerpo no hace nada, se mantiene intacto.

Ya no puedo esperar para encontrarla y pronto estrecharla en mis brazos, besarla y decirle que la he extrañado después de tanto tiempo. Espero con ansias el momento en el que tomo su mano y simplemente caminamos lejos, a punto de embarcarnos hacia una aventura extraordinaria. Conducir por horas con destino a ningún lugar en específico mientras, en lugar de escuchar música, escucho el sonido de su risa. Sólo quiero girar mi cabeza hacia un lado y verla dormida en el asiento del pasajero, sólo quiero que esté ahí. Quiero que sostenga mi mano en el día del aniversario luctuoso de mi padre, así como en cualquier otro día normal. Sólo quiero que sea ella. Nadie más.

Pero el fondo de mí sabe que no será así jamás. Que todo se terminó para siempre.

Revenge  [C.T.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora