nueve

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"No te rompas frente a mí"

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Sumerjo mi cuchara en el cereal y hago mi mayor esfuerzo de no permitir que mi cabeza caiga dentro del plato. Siento que estoy a nada de hacerlo.

He intentado cubrir con maquillaje cualquier rastro de desvelo. Sé que soy propensa a caerme dormida en cualquier clase, pero no me arrepiento de dormir sólo cerca de tres horas en el techo de una casa ajena.

— Mamá, por Dios. ¡Soy joven! –Sam entra a la cocina con la misma ropa casual de la noche anterior.

— Eso no aplica cuando pretendes estar descansando en casa y en realidad estás en una fiesta. Me mentiste, Samuel, sabes que no tolero las mentiras.

Mi hermano ha medido mal el tiempo. Mamá lo descubrió entrando a hurtadillas por la puerta a las plenas seis de la mañana, oliendo a alcohol y con bolsas negras bajo los ojos. Es divertido pero alarmante saber que pude haber pasado por lo mismo.

— Ya dije que lo siento, no volverá a suceder.

— Claro que no volverá a suceder. –la mujer enciende la cafetera y se gira hacia él–. Tienes veinte minutos para ducharte y cambiarte. No pienses que voy a permitir que faltes a clases.

— ¡No he dormido nada! –alza sus manos pidiendo por algo de piedad.

Mamá es una mujer genial pero sabe cuándo ser estricta. Ella sola nos había criado, lo que fue difícil estando en universidad. A pesar de todo, ella se había mantenido pegada a los estudios y no quería que sus hijos perdieran sus oportunidades. Ha trabajado y se ha esforzado demasiado por nosotros. Lo mínimo que Sam y yo podemos hacer es poner de nuestra parte.

— Eso debiste pensar antes. Y no seguiré discutiendo contigo. –sale de la cocina sin más.

— Eres un idiota. –río poniéndome de pie.

— Cierra la boca. ¿Crees que no te vi ayer? –farfulla.

Se me hiela la sangre, dejo de reírme y no sé si tengo que pretender que su acusación me ofende. Lo que menos quiero es que me soborne y amenace con decirle a mamá.

— ¿De qué hablas?

— No te hagas la tonta. –niega con molestia–. ¿Con quién estabas?

— Jimothy. –trago duro–. ¿A ti qué te importa? No tengo porqué darte explicaciones.

— No tenías que estar en ese grupo de gente, son personas con las que verdaderamente no quieres involucrarte.

Estoy a punto de responder, pero mamá entra de nuevo a la cocina para llenar su termo de café. Sus ojos vuelcan al ver a Sam aún ahí.

— El tiempo corre. –aplaude haciendo que él me mire por última vez y se vaya.

Bajo la mirada a mi celular y frunzo el ceño al ver la poca carga que tengo. No se ha cargado demasiado y, debido a la hora que llegué a casa, ha sido muy poco tiempo. Mis ojos se enfocan en la notificación, un mensaje de Calum de hacía tres minutos.

"Calum: Buenos días :)
¿Te llevo? Sé que dirás que sí, te estoy esperando afuera."

Es trabajo imposible no sonreír. Él tampoco ha dormido nada pero de igual manera se ofrece a llevarme.

Tomo mi mochila, una banana del frutero y camino hasta la puerta. Hubiera salido a toda prisa de no ser por los tacones de mamá haciendo eco por toda la casa, hace que me detenga.

Revenge  [C.T.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora