Sin noche de bodas [TERMINADA]

Capitulo 11

—No me pienso divorciar de ti digas lo que digas y el hecho de que estés cambiando tu historia cada dos por tres no me va a hacer cambiar de parecer. Ya te he dicho que no quiero que pronuncies su nombre en mi presencia, pero vamos a repasar la historia los dos juntos para que no haya errores. El hecho es que huiste con él el día de nuestra boda. ¿Esperas que me crea que entre ustedes sólo había una relación inocente?

—Solo me llevó en coche. ¡Me salvó!

—¿Te salvó? —Dijo James con ironía—. ¿De qué, tesoro? ¿De una vida fácil en la que hubieras tenido todo el dinero del mundo y, a un ejército de servidores para atenderte en todas tus necesidades?

_________ lo miró con desprecio. Aquel hombre era exactamente igual que su padre. Lo medía todo en términos de riqueza y posesiones. Si algo no se podía comprar, no merecía la pena.

—Todo eso a mí no me importa —contestó _________tentada de decirle que lo único que ella quería en la vida era libertad—. Si para obtenerlo tengo que estar casada contigo, no lo quiero. No quiero estar casada con un hombre como tú.

Un hombre que no tenía en cuenta sus sentimientos.

—Preferiste escaparte con un adolescente con acné —contestó James—. ¿Te satisfizo, tesoro? ¿Qué tal fue tu primera experiencia con el sexo? ¿Fuiste tú la que lo buscaste, como me hiciste a mí aquella vez que nos besamos en el jardín de casa de tu padre? Todavía recuerdo tu cuerpo apretado contra el mío, incitándome a seguir.

Se había dado cuenta.

_________ sintió que se ponía roja como la grana. James se había dado cuenta perfectamente de lo que aquel beso había supuesto para ella. _________se sintió terriblemente humillada. Qué ridículo tan grande había hecho. Y pensar que había creído que la encontraba atractiva. No, lo único que le interesaba de ella era cerrar el trato de negocios con su padre y hacerse con una esposa a la siciliana.
La relación de sus padres otra vez.

¿Cómo no se había dado cuenta antes? Sencillamente, porque se había ilusionado. Por primera vez en años, al conocer a James, había visto un poco de luz en su negro futuro. Por fin, iba a escapar de su padre. James era un hombre que tenía negocios por todo el mundo. Eso significaba que saldría de Sicilia, que podría viajar, que tendría vida más allá de su casa.

De repente, su autoestima había mejorado. Se había acabado el sentirse insignificante y sola. Siendo la esposa de James, sería bienvenida en cualquier lugar. Iba a brillar con luz propia. Sus compañeras de colegio, de aquel espantoso colegio de monjas, aquellas compañeras que se habían burlado de ella por su altura y sus curvas, se pondrían verdes de envidia al ver que se iba a casar con el soltero más codiciado de Occidente.
James la había elegido a ella.

¿Cómo demonios había estado tan ciega?

—James, quiero que hablemos claro. Creo que será lo mejor para los dos. La verdad es que tú nunca has querido casarte conmigo. Te voy a hacer una pregunta y quiero que me contestes sinceramente. ¿Cuánto te pagó mi padre?

—Llevo todo el día hablando de negocios. Lo último que me apetece es seguir haciéndolo con mi esposa.

—¿Negocios? —Se indignó _________—. Estamos hablando de nuestra boda, estamos hablando de dos personas que se comprometen a pasar toda la vida juntos.

—Y me comprometí —le recordó James.

Lo había dicho como si tal cosa, como si hubiera sido el último paso necesario para sellar un trato. _________ apartó la mirada para que no viera el dolor de sus ojos. Bajo ningún concepto quería que James se diera cuenta de lo mal que lo estaba pasando, de lo humillada que se sentía.

—Bueno, mi padre te entregó su empresa el día que nos casamos, así que conseguiste lo que querías.

—Hasta el momento, me he pasado veintitrés horas al día intentando arreglar el caos que tu padre me entregó. Ahora, parece que las cosas están empezando a ir bien. Eso significa que empiezo a tener tiempo para dedicarme a mi matrimonio.