Capitulo 32

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La despertó el teléfono.

—¿Qué te parecieron las flores? —le preguntó James.

_________ miró al otro lado de la cama y se dio cuenta de que había pasado la noche sola. James no había ido a buscarla.

—¿Por qué no viniste anoche? —le preguntó.

—Para que pudieras dormir.

_________ se sentía decepcionada.

—Yo... yo te estuve esperando. Creía que... me habría apetecido... —contestó __________ interrumpiéndose al darse cuenta de que no sabía cómo decirle a su marido que le hubiera gustado acostarse con él—. Estoy acostumbrada a dormir contigo.

—Pero no quieres tener hijos todavía. Estoy respetando tu decisión —contestó James inmediatamente—. Creo que es bueno que pase un tiempo hasta que te acostumbres a la vida marital. Por supuesto, en cuanto creas que estás preparada, me lo dices y volveré a tu cama rápidamente.
Preciosa manera de darle los buenos días.

—Lo que me estás diciendo es que, a menos que no quiera tener un hijo contigo, no volverás a pasar una noche a mi lado —se indignó.

—__________...

—Te crees que lo sabes todo sobre las mujeres, pero, realidad, no tienes ni idea —le espetó.

—No te entiendo —protestó—. Me dijiste que no querías tener hijos, así que no me acerco a ti. Lo hago por ti.

De nuevo, le estaba diciendo que no la encontraba atractiva. Si la encontrara irresistible, no podría permanecer apartado de ella. _________ se dejó caer sobre las almohadas, demasiado desmoralizada como para discutir.

—Las flores son preciosas —contestó por fin—. Creo que en esta habitación hay todas las variedades que crecen en el planeta.

—Me alegro. Mi secretaria me preguntó cuáles eran tus preferidas y, como no lo sabía, decidió mandarte un poco de cada.

_________ cerró los ojos y se preguntó si James se daría cuenta de lo que acababa de decir. Su secretaria. Así que el gesto ni siquiera había sido suyo.
—Son preciosas.

—Me sugirió que te preguntara cuál es tu flor favorita para la próxima vez.

—La belladona —contestó _________—. Supongo que sabrás que es venenosa. Regálame unos cuantos ramos y te enveneno.

—¿Cómo dices? No te oigo bien.

—Las rosas —contestó _________.

Tal vez, podría apuñalarlo con las espinas,

—Se lo diré. Ya ves que soy capaz de ser romántico —comentó en tono frío—. Me tuve que ir ayer. Voy a tener que estar fuera unos cuantos días. Te veré a la vuelta.

—Muy bien —contestó _________.

¿Qué más daba si, aunque estuviera en casa, no se iban a ver?

—Deberías salir de compras. Habla con Max, mi jefe de seguridad. Él lo arreglará todo. Gástate el dinero que quieras.

«¿En qué?», se preguntó _________

—Gracias —contestó sin embargo.

Sin noche de bodas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora