Capitulo 27

3.7K 304 4
                                    

Después de vagar por la ciudad y hablar con el arrendador de su departamento, Max y yo, acomodamos sus cosas en mi casa. Es decir, la habitación para los invitados ahora tiene más cosas y cajas, pero en cuanto encontremos algo un poco más grande, nos mudaremos.

No le hemos dicho a nadie, por el momento. Sólo le hablé a Julia de lo sucedido y creo que no le agradó mucho la idea. Ella apoya a Sergio, piensa que dejaré ir al amor de mi vida, y que pasará lo mismo que con Sebastián.

- Mi amor... ¿Y si invitamos a Lía y a Sergio para el partido de hoy...? Tengo ganas de ver a ese pequeño huracán.

- Pero ¿tienes los boletos? Se iban a acabar muy rápido.

Veo que saca de la cartera cuatro tiras largas y los menea en el aire.

- Bueno... Voy a marcarles para que vengan con nosotros.

- De hecho, ya vienen en camino.

Pone una sonrisa traviesa y lo beso. La verdad es que no sé si me pregunta por que no quiere que me sienta incómoda, o por que él no está conforme con su invitación.  Está raro.

Me meto al baño, dispuesta a tomar una ducha. Me enjabono el cuerpo y el  cabello, para después aplicar un poco de acondicionador. Cuando salgo, me envuelvo en la toalla, poniendo otra a forma de turbante en mi cabeza. 

Me pongo unos pantalones negros de mezclilla, un suéter azúl obscuro de manga tres cuartos y una blusa blanca de cuello para que resalte. Unos zapatos azules y blancos a rayas.

Mi cabello sigue un poco húmedo, por lo que me vuelvo a poner la toalla y me aplico el maquillaje... Rímel, brillo labial en color nude y algo de color en las mejillas.

Oigo veces, que creo son d la televisión, pero cambia esa idea cuando la risa jovial de una niña interrumpe en mis oídos. De pronto la puerta se abre y ella entra dando saltos.

- ¡¡Hola Andy!! - me ve la toalla en la cabeza y me pregunta- ¿Eres una adivina o algo así? - y antes de que pueda contestarle, ella estira su manita y me la da.- quiero que me digas si mis papis ya se van a dejar de pelear.

El corazón se me apachurra y en vez de tomarle la mano, la abrazo.

¿Sergio y Marcia pelean delante de la niña? ¿Pero por qué? A menos de que ella siga un poco obsesionada con él. ¿Le digo a Sergio lo que me ha dicho Lía? Dios.

- No soy adivina, mi amor, pero te aseguro que tu papi y tu mami, no pelearan más, por que yo hablaré con ellos. ¿Si?

- Sí.- contesta aliviada.

Cuando me quito la toalla de la cabeza, mi cabello está casi seco, pero aún así, saco la secadora y me dispongo a peinarlo para que me quede en ondas largas. Mientras eso pasa, Lía está revisando cada uno de mis movimientos con la mirada y una sonrisa en el rostro.

- ¿Por qué te haces eso en el cabello?

- Para que se me vea bonito.

- Mi mami no me deja  verla cuando se arregla. - dice en tono un tanto melancólico.

Me paro en seco. ¿Es enserio? ¿Que clase de mamá no deja que su hija vea como se arregla?

- Nena, ¿que te parece si hoy ves como me arreglo yo?

- ¡¡Si!!

Sigo con la secadora trabajando en mi cabello, y después, con ayuda de Lía, me maquillo un poco más. A ella le pongo una diadema de flores, que combina con su atuendo.

Cuando salimos Max y Sergio platican del partido con emoción. Ambos se ven guapísimos. Les dedico una sonrisa traviesa y Max nos dice:

- ¡Ahí están las bellas damas¡ vámonos, por que el tráfico estará horrible.

Lía se sonroja y corre a los brazos de su padre. Me sorprende que aún

- Coincido con Max, hay que irnos solo en un coche, para encontrar lugar en el estacionamiento.

Después de unos minutos, nos vamos en la Range Rover de Sergio, directo al estadio de fut - ball "Omny Life" para ver el partido de " Las chivas rayadas del Guadalajara" contra "Las Águilas del América". Es el clásico del fut-ball Mexicano, un partido que reúne a miles de personas. No necesito decir que soy chiva, al igual que Max y Sergio; por lo que todo llevamos puesta la camiseta de nuestro equipo.

Sabemos que no va muy bien el equipo, pero tenemos fe en que esta vez, todo cambiará para nosotros.  En punto de las tres de la tarde, ya estamos entrando al estadio. Lía va de la mano de su papá, mientras que yo voy de la mano de Max. Vamos bromeando y hablado de las expectativas del partido. De pronto, Lía toma de mi mano y de la mano de su padre. Es algo inocente, que nadie nota, pero que a mi me pone en una disyuntiva horrible.

En cuanto llegamos a nuestros lugares ( En la parte de hasta en frente, por la cuarta fila) nos acomodamos de la siguiente manera: primero Sergio, Lía, después yo y al último Max.  Todos compartimos palomitas y refresco, así como una que otra banderilla en el primer tiempo.

A la mitad del segundo tiempo, veo a Max un poco ansioso.

- ¿Todo está bien amor? - le pregunto al oído.

- No... El maldito refresco me ha hecho efecto.

Me gana la risa por unos segundos y me recompongo. - Atesora más tu vejiga que un partido.

Lo piensa por unos minutos y después me dice:- Mierda, si... Cuidame el asiento.

Veo como se aleja, y sonrió para mis adentros.

- ¿ A dónde fue el príncipe, Andy?

Volteo. Lía y Sergio están viéndome, en espera de una respuesta.

- Solo fue al baño, en unos momentos regresa.

- Oh... Yo quería que me trajera una palomitas, ¡Mi papi se acabó las mías!

- No es cierto Lía...- responde Sergio algo en juego.

- Papá, no seas mentiroso. ¡Te las acabaste todas!

Sergio alza la mano a un vendedor que ronda el sitio por donde estamos y Lía, con su eterno pícarismo, logra sacarle una sonrisa no solo a su padre y a mí, si no también a todas las personas en los alrededores.

Es entonces cuando volteo a ver a Sergio. Me mira de una manera en la cuál nunca antes lo había hecho. ¿Admiración tal vez? No lo sé. Pero lo que si veo es amor, y mucho. Se me revuelve el estómago y después siento un enorme vacío.

Pero para rematar, la voz de una señora, que está unos asientos mas, arriba de nosotros, dice:

- ¡Que linda nena tienen! Y ustedes se ven tan enamorados... ¡Felicidades!

Es inútil dar una explicación. ¿Que las personas no ven las noticias de cotilleo? Lo hemos sido durante un buen tiempo.  Pero en fin. Volteo de nuevo mi rostro, y me doy con unos ojos atormentados.

Él se voltea de nuevo para concentrarse en el partido, y después de unos segundos entiendo el por qué.

- ¿ Qué me perdí?- pregunta Max.

- Nada.- Respondo- seguimos perdiendo.

- ¡Qué mal!

No pienso hacer comentario alguno de lo sucedido, no creó que tenga caso platicar algo de lo que pienso, no tiene importancia.

- ¡Confundieron a Andy con mi mami!- Dice Lía, metiéndose en la plática.- y también la confundieron con la novia de mi papi.

Okey. Tragame tierra. Ahora. Por favor.

Me sonrojo. Aveces odio mi color de piel, ya que al ser muy blanca, cuando lloro, siento vergüenza o estoy cachonda, mi color me delata.

Sergio se aclara la garganta y después reprende a Lía, diciéndole que es de mala educación intervenir en las platicas de adultos.

- Bueno... Eso es interesante. - dice Max. Después me da un beso posesivo, pero suave en los labios.

Me está marcando.

Sergio tensa la mandíbula y todo se vuelve incómodo y tenso. Oh, no. Esto me huele a que habrá una discusión con Max en cuanto estemos solos.

Olvidarte es Imposible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora