Capítulo 34

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Estoy en un lugar frío, y aún continuo con los ojos cerrados. No los quiero abrir.

No me duele nada, solo es un pequeño malestar en las muñecas y un dolor de cabeza. Veo cómo la luz se filtra por mis párpados, así que abro los ojos completamente. Estoy en una habitación de hospital, acostada en una camilla.

Tengo suero puesto y una venda en la muñeca izquierda. Estoy viva.

Una enfermera que está al fondo, llega inmediatamente hasta donde me encuentro.

- Señorita... Esta usted en el hospital del Ángel, la han traído desde hace unas tres horas, las que llevaba inconsciente. ¿Recuerda algo de lo que pasó?

Asiento con la cabeza.

- Su esposo está allá afuera, en unos momentos lo haré pasar. - me informa amablemente. No tengo tiempo para decirle que no es mi esposo, cuando la enfermera sale de la habitación.

Después de unos minutos, entra Sergio. Me examina con la mirada y una expresión de alivio se dibuja en su rostro. Camina hasta el pie de la cama y me alcanza un mano. - Pensé... Pensé que me habías dejado Andy.- comienza a temblar.- No era justo, no después de todo lo que nos ha pasado. No te quiero perder de nuevo. Lo que sea que yo haya hecho antes... Creo que ya lo he pagado con intereses en estos últimos meses.

- besa el dorso de mi mano y me mira directamente a los ojos.- No te voy a dejar ir esta vez. Eres mía.

- Estoy bien...- digo con un hilo de voz. Dios, todo esto se pasa de surreal. Pero la pregunta que ronda mi mente gana- ¿Y Lía?

- Está con Mónica.

- ¿ Qué paso?

- No creo...- No en quiere dar información. En estos momentos, hay miles de preguntas que rodean mi mente.

- Habla.- sentencio decidida. Algo me dice que Sergio ya tenía todo esto contemplado.

- Fue una emboscada. En cuanto me entregaron a Lía, dieron el aviso para ir al departamento. Al parecer teníamos un informante de su lado. Pero el detective Rosas, el que lleva el caso, lo identificó. Así que aunque le dispararon a los muchachos en el departamento, ninguno de ellos murió. De hecho fueron heridas leves. - Oh, ¡Gracias al cielo!.- El detective llegó a tiempo. Sólo dieron un disparo, y todos están en prisión. Tú te desmayaste. Las esposas te cortaron un poco las muñecas.

Respiro con rapidez. Eso fue... Oportuno. O pura y vil suerte.

- ¿Están en tu casa?- digo un poco confundida y preocupada. Me niego a regresar a ese lugar.

- No. Estamos en casa de Mónica. Su casa es más grande y allá está Lía. - hace una pausa y mira hacia el suelo.- esa niña es más fuerte de lo que pensé.

No aguantamos más y nos fundimos en un abrazo sin fin. Solo él y yo. No hay nada más.

- No me espantes así de nuevo. No soportaría perderte, Andy. Tú lugar es conmigo. - aspira mi cuello, colmandose de mi olor y después me sujeta con mas fuerza. - Ya no huyas, por favor.

- No voy a ningún lado.- confirmo y hago lo mismo que él, aspiro el aroma a loción cara y madera. Un aroma exquisito.

Media hora más tarde, me dan de alta y Sergio me lleva a casa de Mónica junto con él. No quiere que nos separemos, diciendo que necesita a sus dos mujeres con él.

En cuanto llegamos, la. Asa de Mónica me impresiona. Es amplia y muy blanca. Casi no tiene muebles, sólo muchas esculturas caras.

Sergio me conduce hasta una habitación vacía, hay una cama king size lista. Es amplia, de color blanco y gris. Las sábanas y el edredón de la cama, son de el verde más chillón que he visto, y tiene almohadas, muchas de ellas. En cuanto llegamos, Sergio me mira con cautela, sabe que estar solos el y yo es un peligro latente; pero aun así, .e sienta al pie de la cama, camina hacia el frente y abre una puerta, donde desaparece. Del un closet, , saca unos bóxer azul cielo y una camisa de él.

Olvidarte es Imposible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora