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El invierno se acercaba, las personas paseaban menos por las calles, para Aleks eso hubiera sido lo mejor hace unos meses atrás, pero no tenía tiempo para reflexionar sobre sus problemas, iba muy atrasado a una entrevista de trabajo, necesitaba aquel dinero para pagar la renta de su piso, no quería acudir a su familia por algún problema, ya fuera de dinero, legal o personal, odiaba sólo el hecho de pensarlo.

Luego de caminar, correr al ver la hora, incluso perderse por las calles, logró encontrar el dichoso local, estaba cansado, hasta un poco sudado, se cuestionó si entrar o no, por la hora y también por su apariencia, desaliñado, cabello alborotado, sus zapatillas un poco mojadas, ya que pisó un charco sin fijarse, pero necesitaba el empleo, así que se decidió y entró. No pudo evitar mirar a su alrededor, si algo lo describía bien era que él solía ser demasiado observador y al ver aquella decoración la comparó con algún basural, era un bar que daba cierta desconfianza.

Había estado parado dentro del local bastante tiempo, no se veían los empleados y ningún jefe, de pronto un ruido que provenía de un despacho hizo que se centrará en esa dirección, escuchó dos hombres gritando, hasta que uno de ellos abrió la puerta para luego cerrarla de un portazo, caminando furioso hasta la salida de aquel bar, mientras tanto el otro hombre que salió, solamente se apoyó en el marco de la puerta para mirar, pero cuando iba a entrar a su despacho detuvo su mirada en Aleks, lo miró con extrañeza y Aleks sin pensarlo decidió marcharse de ahí, su sexto sentido le decía que esto le traería peligro a su vida, pero cuando se aproximó hasta la salida, una voz grave hizo que se girará.

—¿A qué has venido? —preguntó aquel rubio que lo miraba desafiante.

—Había venido por lo del anuncio.

—Ya, lo sé, pero ¿Qué has escuchado?

Aleks pensó si en responder o en irse de ahí, no quería más problemas de los que tenía, pero necesitaba el empleo así que cuando iba a responder, se le adelantaron.

—Mira, olvídate de todo ¿Cómo dijiste que te llamabas? —dijo el rubio un poco más relajado.

—No lo he dicho, pero me llamo Aleks, Aleks Gras.

—Bueno Aleks, me presento, me llamo Kal y soy el jefe de este bar —dijo seguro y con esa sonrisa de soy el mejor.

—Bien, eh… ¿Todavía está el empleo? —preguntó esperanzado.

—Mmh lo siento pero…

—Descuida, ya veré que hago — interrumpió sin ánimos, pero de repente escuchó un risa proviniendo de Kal y frunció el ceño.

—Eh hombre, no me dejas acabar, decía que lo siento, porque quiero que traigas tu jodido culo hoy en la noche y te pongas a trabajar con la mejor sonrisa ¿Vale? —dijo el rubio todavía riéndose.

—No me estás jodiendo ¿Verdad?

—Ya hombre, déjate de tonterías, tienes el jodido empleo, entras a las nueve y cerramos ya cuando quedan dos o tres pobres diablos, de los pagos lo hablaremos en la noche —le informó—.  Y otra cosa importante que se me olvidaba, no entres en la bodega que hay abajo, sólo entran clientes frecuentes ¿Entendido?

—¿Por qué no se puede entrar? —inquirió.

—Mira, sólo haz caso a lo que te dije si no quieres recibir una paliza —lo amenazó.

—Está bien, bueno entonces me largo y regreso en la noche.

Después de aquella conversación algo incómoda, Aleks salió del bar y no sabía si estaba haciendo bien, pero necesitaba el dinero y con ese trabajo le alcanzaría. De repente sintió que unas gotas caían por su rostro, miró hacia el cielo y vio cómo comenzaba a llover, así que caminó más rápido para alcanzar algún taxi y no llegar tan mojado a su piso, se revisó los bolsillos de su chaqueta y no encontró nada, revisó los bolsillos de su pantalón y tampoco encontró nada, por lo que tendría que ir caminando, pero su edificio quedaba un tanto lejos de donde se encontraba, se maldijo internamente por ser el idiota más grande del mundo, estaba consciente de que si cogía algún resfriado sería absolutamente culpa suya y no estaba en circunstancias para coger uno.

Andronico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora