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Dos meses después.

No bastó día, noche en que nuestro protagonista no se lamentara en la vida cuando dejó ir al amor de su vida, no la buscó después de esa tarde en que Samara se fue llorando de la casa de la madre de Catriel, él fue cruel, le rompió las ilusiones de estar juntos, rompió su noble corazón y corrompió hasta lo más profundo de su ser, creyó que estaría haciendo lo mejor para ella, porque él no estaba preparado para estar en una relación, pero qué gran error cometió.

Esperaba ansiosamente en una cafetería, nunca había estado tan ansioso por ver a Vahi después de su ruptura, pero lo estaba ahora, no se vieron después del funeral de aquel amigo que los unió. Sólo quería conversar como los buenos amigos que fueron alguna vez, necesitaba liberar todas sus maletas de emociones con las que cargaba.

Por otro lado, Vahi estuvo sola durante meses, desde que le pidió el tiempo a Izan, estuvo sola y se dio cuenta que sí lo quería de verdad, él le había prometido que la esperaría, como también seguían en contacto como buenos amigos. Entró a la cafetería, de inmediato vio Aleks, estaba sentado junto a la ventana y notó la ansiedad  que tenía por cómo movía su pie, caminó hasta él tranquilamente, acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y carraspeó su garganta para capturar la atención de él.

—Viniste… —musitó aliviado y se levantó de la silla para saludarla.

Una vez que se saludaron, ambos jóvenes se sentaron para tener la conversación que nunca tuvieron, tomaron los pedidos y una vez que llegaron a su mesa, se decidieron por hablar.

—Antes que todo quiero pedirte perdón por todo Vahi… —habló finalmente el pelinegro —Perdón por arruinarte la vida con mis porquerías de problemas y tratos, tú nunca fuiste la culpable de que esto acabara… —miró apenado su taza de café —Debí creerte que nunca me fuiste infiel y no haberte hecho la porquería que te hice por despecho —concluyó sin mirarla.

—Yo también te pido perdón por la manera en que comporté esa noche, no debí tratarse así, sé que estabas confundido, dolido, no sabías como afrontar aquella mierda que nos hizo tu madre —Aleks la miró confundido por cómo ella lo sabía.

—¿Cómo sabes…?

—Adara… —le interrumpió —Ella me lo confesó y fue por eso que te busqué en tantas ocasiones.

Ambos se miraron con una tranquilidad que volvieron a encontrar después años, lo habían conversado, aquel asunto que lo habían dado por cerrado.

—¿Y tú todavía sigues con ese chico de tu universidad? —le preguntó el pelinegro curioso mientras que le daba un sorbo a su café.

—¿Izan? —asintió Aleks —Bueno, le pedí un tiempo, para poder sanar de todo esto, él fue muy bueno conmigo al entenderlo —sonrió dulcemente al recordarlo.

—¿Un tiempo, es en serio? —preguntó incrédulo.

—Sí ¿Qué hay de malo con eso? —levantó su ceja y se cruzó de brazos

—Todavía lo sigues haciendo… —susurró más para él, pero ella igualmente lo escuchó.

—Sí —le afirmó respecto a sus gestos.

—Ese chico está enamorado de ti, no lo dejes ir Vahi, se merecen el uno al otro —le sonrió.

Ella lo miró un poco sorprendida por su comentario y también le sonrió, tomó la mano de él y la acarició.

—¿Y tú que me dices respecto a ella? —dijo refiriéndose a Samara.

—¿Samara? —asintió —No la merezco, ella merece a alguien que no la lastime, que esté con ella, que la ame, merece algo que yo no puedo darle.

Andronico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora