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Al día siguiente Aleks despertó un poco adolorido y de mal humor al ver la escayola, pensó en quitársela, pero eliminó esa idea de su cabeza al ver cómo su mejor amigo despertaba.

—¿Y tú qué miras tanto? Sé que soy irresistible, pero no exageres —bromeó.

—Veo que despertaste de buen humor, por cierto tú tienes la receta ¿Verdad?

—No, pensé que Vahi te la había entregado... —dijo enderezándose en la cama mientras bostezaba.

—Mierda… —susurró —¿Crees que siga enfadada conmigo?

—No soy adivino Aleks, pero ve a su casa y arregla las cosas —sugirió.

—¿Piensas que debo disculparme por decir lo que pienso?

—Digamos que tampoco sabes decir las cosas querido amigo.

—Sólo le enviaré un mensaje diciéndole que iré a buscar la receta, nada más.

—Como quieras, pero después no quiero escuchar como te arrepientes. 

No le respondió, pensó que quizás su mejor amigo tenía razón, pero su orgullo era más grande para admitirlo. Se levantó de la cama y se vistió, tomó prestada una camiseta del clóset de su mejor amigo, luego le pidió las llaves de su auto y se despidió.

Salió de la casa de Catriel rápidamente, no quería encontrarse con la madre de su mejor amigo, porque sabía que lo regañaría por dejarse llevar por sus impulsos. Cuando se subió al vehículo, sacó su móvil y buscó el chat de Vahi, le enviaría un mensaje.

Aleks: “Vahi, iré a tu casa porque te has quedado con la receta y necesito comprar los medicamentos, estaré allí en diez minutos”.

Lo envío, esperó a que ésta le contestara o siquiera lo viese, pero eso no sucedió porque Vahi todavía seguía sumergida en sus sueños, se había quedado despierta toda la noche pensando en él, la confundía porque de momento era encantador con ella y después la trataba como a los demás, no le gustaba que la tratase así, le gustaba cuando tenía un trato especial con ella, le gustaba que fuera siempre ese chico que la fotografió aquella tarde.

Aleks se cansó de esperar y manejó a toda velocidad hasta la casa de ella, había pensado que ella todavía seguiría enfadada y que por esa razón no le contesto, no quería que ella lo ignorara o peor aún que no le volviese hablar.

Una vez que llegó a la casa de la castaña, se bajó corriendo hasta llegar a la puerta y una vez ahí tocó el timbre, esperó un par de segundos hasta que abrió la tía de Vahi.

—Hola, buenos días... —se rascó la cabeza nervioso —Soy amigo de Vahi y venía a verla.

—¿Cómo te llamas? Porque nunca te he visto.

—Soy Aleks, bueno es que somos amigos desde hace poco tiempo.

—Así que tú eres el famoso Aleks, Vahi me habló de ti... —lo escaneó de arriba abajo —Pero pasa a la sala de estar, no te quedes allí parado —se hizo a un lado para que éste entrara.

Aleks entró y observaba cada rincón del hogar de ella, era simple, no era como su casa o la de su mejor amigo, pero le gustaba lo sencillo.

Andronico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora