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Primavera se hacía presente, meses habían pasado después de aquella noche en la que varios corazones se rompieron, Vahi se encargó de no volverlo a verlo nunca más, también le pidió un tiempo a Izan para poder sanar. Aleks trató de seguir con su vida, encontró un nuevo trabajo, era fotógrafo de eventos, por fin estaba haciendo algo que lo hiciera feliz, pero en las noches cuando estaba en solo en su piso, se acordaba de aquellos ojos verdes opacos, de aquel cabello rojizo, de aquella piel blanca con diminutas pecas esparcidas en diferentes partes de su anatomía, sus noche se basaban en recordar los buenos momentos a su lado, extrañaba la amistad que tenían, pero no quería seguir dañándola.

El pelinegro mojó su rostro con ambas manos y se miró con asco frente al espejo, su apariencia se fue deteriorando con el pasar de los meses, estaba demacrado, había perdido peso con rapidez, algunos pensaban en que tenía anemia por la palidez de su cuerpo y las  profundas ojeras que tenía. Salió del baño del bar en el que se encontraba, era la primera noche que salió para irse de tragos después de tanto tiempo, quería despejar su mente, había disminuido un poco beber alcohol en exceso, al punto de emborracharse  y luego no recordar nada, puso fuerza  de voluntad para no beber cada vez que la tristeza y los problemas lo invadieran, pero está vez quiso salir con el propósito de divertirse, quería intentar empezar de cero, después de alejarse de aquellas chicas, bebió un par de cervezas, al principio llevaba la cuenta, pero terminó perdiéndola, como todo.

Miró a su alrededor, luces de colores entre morados y azules iluminaban aquel antro, estaba parado entre la multitud, tenía la mirada perdida, sus ojos mostraban el vacío que llevaba consigo mismo. Su visita viajó hasta una de las mesas de la segunda planta, allí estaba su mejor  amigo acompañado por Samara, la diminuta cintura de la pelirroja estaba rodeada por el brazo de su novio, Aleks vio cómo él depositó un sensual y húmedo beso en el delicado cuello de ella, se enfadó, apretó sus puños dispuesto a todo, pero cerró sus ojos y respiró profundamente, no podía hacer nada al respecto, no era nadie para hacerlo, no tenía el derecho de reclamar por algo que nunca le perteneció.

Samara lo había visto desde el momento en que ella llegó al recinto, pero él no se había percatado de su presencia por lo ebrio que ya estaba en tan poco tiempo y por lo cerrado que estaba como para darse cuenta de lo que sucedía en su entorno. Le dolió, le partió el alma verlo así, tan vulnerable, tan destruido, su corazón se encogió y su pecho se apretó al ver cómo él se marchaba como si nada, se dirigió con desesperación a las escaleras que daba dirección a la azotea del antro, de a poco la figura de él se perdía entre la multitud y ella no titubeó en ningún momento en separarse de su novio para ir tras el pelinegro, le dijo como escusa a Catriel que le urgía ir al tocador y éste como un tonto le creyó. Aquella pelirroja bajó corriendo las escaleras, corrió entre la multitud de personas que estaban en la pista de baile, corrió  preocupada empujando a cualquiera que se cruzara en su camino, su objetivo era Aleks, quería verlo, quería escuchar su voz después tantos meses, incluso le dio igual que él sólo le hablara para insultarla, lo extrañaba, sí que lo extrañaba, él no tenía ni la menor idea de cuán falta le hizo, de cuántas veces ella lloró desconsoladamente en silencio y a escondidas para que nadie la escuchara, no tenía consciencia de las veces en que se sintió tan insuficiente, no sabía lo mal que lo pasó, él era parte casi el noventa porciento en su corazón, cuando él se distanció de ella, se llevó con él todo de ella, arrasó y despedazó todo como un huracán, Samara  no se había sentido así desde la muerte de su madre, si tuviera que decir una cifra de cuanto le dolió, probablemente no existiría.

En el momento en que abrió la puerta, él estaba parado en la orilla, parado sobre una pequeña pandereta, sólo daba un paso y caía de todos esos metros que lo separaban del suelo, ocasionando una muerte instantánea, él  se encontraba fumando un cigarrillo, trataba de tranquilizarse con cada calada que le daba, pero no hizo nada, Aleks estaba sumamente perdido en su mundo, pensando en estupideces, el alcohol había hecho efecto en su mecanismo, la negatividad lo dominaba a su manera, la depresión en la que había caído durante esos dos años, finalmente lo había consumido, ya no tenía ninguna esperanza, quería morir, ya no daba más, estaba cansado de sentirse así; vacío, triste, estaba cansado de culparse por todo, Samara fue luz en medio de su oscuridad, ella era lo que lo motivó a seguir, pero ya había dado por  perdido todo. Pensaba si Samara ya habría follado con su mejor amigo o peor aún, pensó en que tal vez ella estaría enamorada de él y se odió, odió que el miedo lo haya dominado, se odió por no decirle aquella vez que la prefería a ella, que estaría dispuesto a todo, que le gustaba, que con la enorme distancia que él construyó entre ellos, comprendió y aceptó que la necesitaba en su vida. La mirada de Aleks se clavó en la delgada figura de Samara, el ruido de sus tacones hizo que él se diera cuenta que ella estaba allí, quedó en un absoluto silencio, no tenía ni la menor idea de cómo ella llegó hasta él.

—Aleks… —dijo en un susurro la pelirroja.

Él estaba mudo, quería decir tantas cosas y a la vez nada salió de su boca, hizo el ademán de hablar, pero juntó sus labios para quedarse nuevamente mudo, sólo se dedicó a observarla, le pareció más  atractiva que la última vez que la vio. Su cuerpo temblaba, su corazón iba a mil por horas, vaciló en lanzarse del edificio para acabar con todo de una vez por todas, Samara temía lo peor, el miedo la gobernaba, quería llorar, pero se mantuvo fuerte y se acercó cautelosamente a él.

—No lo hagas —le pidió conteniendo todo el pánico que abundaba en ella.

—¡¿Por qué no, joder?! —cuestionó con desesperación y alzó con violencia sus brazos.

—¡Porque maldita sea, te necesito! Así  que no seas tan imbécil y baja de allí —alzó su voz un poco histérica.

—¡Tienes a Catriel! —la señaló frustrado —Yo… A mí no me necesitas… No soy importante, no les importo a mis padres, a la chica que alguna vez amé, a mi mejor amigo con el cual follas… —sonrió falsamente —A nadie le molestaría si desaparezco de una vez por todas… —su voz se rompió —Soy un jodido desastre ¿Sabes? No tengo nada en esta mierda de vida…

Y se rompió, estalló por completo, rompió a llorar, lloró con desesperación, no le importó que ella lo viese así, ya nada le importaba en esos momentos, sólo era él y toda la maleta de tristeza que cargó en silencio, todo lo que lo atormentaba, todo lo que lo corrompió, todo lo que lo hacía odiarse a sí mismo, todas sus inseguridades, todo y a la vez nada, estaba más que destruido como persona. Secó las lágrimas de su rostro con violencia, sorbo su nariz, miró a Samara, su labio inferior le temblaba, desvió su mirada de ella y miró el cielo, luego los metros que lo separaban del suelo.

—¡Me tienes a mí maldita sea, eres un puto cabrón de mierda, un odioso, no mereces que este aquí después  que me hayas roto el corazón, tal vez seas desastre como dices, pero me tienes maldita sea, me tienes!—alzó la voz con una notable desesperación, con ansiedad, con miedo y él la miró —Y no quiero que hagas nada de sea lo que sea que puedas estar pensando, así que baja de allí inmediatamente, no seas tan imbécil ¡Te necesito Aleks Gras! —se acercó a él decidida y le tendió su mano —No puedes dejarme sola… —y estalló, no pudo contener las lágrimas —Si mueres, una parte de mí… —negó con su cabeza —No, una gran parte… En realidad todo de mí muere contigo —dijo un sollozo.

Aleks abrió sus ojos a no poder más, jamás imaginó que ella le confesara algo así, estaba confundido, estupefacto, una parte de él quería creer sus palabras, pero las inseguridades lo volvieron a controlar, porque después de todo ella estaba con su mejor amigo, seguía siendo su novia y eso le hacía pensar que sólo le dijo eso para que se detuviera.

—¡Deja de mentirme, joder, tú estás con Catriel, eres su novia! ¡La novia de mi mejor amigo! ¡Hazme el favor de seguir aquí y déjame acabar con esto de una puta vez!

Su pecho subía y bajaba, sus ojos estaban rojos por lo mucho que lloró y porque estaba conteniendo las ganas de volver hacerlo, se jaló el cabello hacia atrás desesperado, pellizcaba sus dedos fuertemente hasta que se hizo un par de heridas que no tardaron en sangrar, ahora estaba enfadado, enfadado con ella porque creía que le mentía, enfadado con Catriel porque quería ser él que ella amara, ser él que la besara, ser él que le hiciera el amor, quería ser amado por ella, pero estaba tan cegado para darse cuenta de que estaba equivocado. Samara seguía llorando frente a él, ya no le importaba que tan patética, tonta o arrastrada podía parecerle, él le demostraba lo doloroso que era el amor y a la vez le había le demostrado que amarlo la hizo sentir más viva que nunca, jamás se arrepintió en haberse enamorado perdidamente de él, lo amaba de todas las maneras en que se podía amar a una persona y no se esmeraba en negarlo, lo aceptó aquella noche, él hizo ver la vida en otra perspectiva, le conocer facetas suyas que desconocía, Aleks sin querer ser nada en un principio y ella sin quererlo en su vida, inconscientemente la sacó de ese agujero negro en el que se encontraba, de alguna u otra forma la ayudó a sanar, le hizo entender que la vida era una sola y no había tiempo para arrepentimientos, que el tiempo pasa y no se recupera, él la hacía feliz y tan triste a la vez, pero eso era parte de vivir, de crecer como persona y aunque no fuera posible el estar juntos, se quedaría con la tranquilidad de que lo intentó hasta el final.

—No puedes venir a decirme esas cosas y pensar que correré a ti, no puedes venir a ilusionarme con ese discurso de amor si luego terminarás en la cama con Catriel, en sus brazos, él acariciándote y tú…

No pudo continuar, no quería decir lo que todos estos meses le comían la cabeza, no quería aceptar lo que pensaba, no quería, una parte de él no quería, así que le dio la espalda y nuevamente las lágrimas se hicieron presentes en él.

—Si te dijera que nunca lo he hecho con él ¿Me creerías? —le confesó.

Se sintió patética, tan inútil y con el autoestima por el suelo al confesarle que jamás había tenido relaciones sexuales con su novio, no quería llegar a tal punto de confesárselo, era algo íntimo, personal, porque a fin de cuentas era algo normal en una relación y le hacía creer que era tan estúpida para los ojos del pelinegro, para ella Aleks era la cosa más bella de este mundo y ella tan simple, porque ante sus ojos él era inalcanzable, estaba consciente que él tenía un enorme recorrido con las mujeres, él tenía experiencia y ella no, él se llevaba a la cama a cualquier mujer que deseara y ella nunca había estado con alguien en ese plan, él era tanto para ella y ella sentía que no era nada para él.

Aleks inmediatamente sin pensarlo bajó de allí y quedó a unos centímetros del frágil cuerpo de ella, la miró sin quitar en ningún momento su mirada en los ojos de ella, quería buscar la verdad en ellos, por6si algo es cierto, los ojos nunca mienten.

—Repítelo —le pidió.

—¡Nunca me he acostado con Catriel! —dijo harta de toda esta situación.

—¿Debería creerte? —la miró con un poco de incredulidad y enarcó una de sus cejas.

—¡Oh, lo siento! —dijo elevando la voz —¡Siento no follar con mi novio, siento besarlo sin sentir amor, siento hacerle creer que lo amo cuando no es así, siento todo lo mierda de novia que he sido con él, siento fingir toda esta puta mierda porque estoy enamorada de el maldito cabrón de su mejor amigo! —dijo con sarcasmo.

Tapó su boca de inmediato al darse cuenta de lo que había dicho, la culpa y la consciencia la comenzó a carcomer, se sintió una mierda como persona.

—¡Demonios! —maldijo —Eso suena horrible, olvida todo ¿Vale? Olvida todo lo que dije —farfulló.

Dio media vuelta, quería salir corriendo de la azotea, pero él se lo impidió, la atrapó entre sus brazos sin darle tiempo de nada y la besó sin pensarlo, la besó sin sentirse culpable, la besó con desesperación, la besó con necesidad y a la vez aliviado, pensó que la había perdido, pero le creyó, finalmente le creyó, creía en las palabras de Samara. Fue un beso correspondido, ella le correspondió el beso, soñaba con que algún día volvería a sentir esos suaves y tan deliciosos labios, la hizo olvidarse de todo con un solo beso, perdió sus cinco sentidos, estaba perdida en el éxtasis que el provocó cuando la besó, ya ni recordaba en donde se encontraba, ni que había pasado, olvido las veces en que lloró por él, las veces en que la trató de lo peor, olvidó que tenía un novio que la amaba sinceramente, estaba engañando a su novio con su mejor amigo, pero no se arrepintió, no se arrepintió que tal vez eso podía destruir una amistad de años, una hermandad, quería estar con Aleks sin importar nada.

Él se separó de ella para liberar retenidamente  su respiración, su corazón latía rápidamente al igual que el de ella, las pupilas de Samara estaban dilatadas al máximo, sus ojos brillaban y sus labios aún seguían entreabiertos, soltó un jadeo cuando él apoyó su frente en la de ella.

—Suena horrible, parece horrible, se ve horrible y es horrible… —murmuró contra sus labios y le dio un corto beso —Pero no me importa que lo sea…

Le acomodó un mechón  de cabello detrás de su oreja y luego le acarició la mejilla.

—Siempre y cuando le termines, porque estoy dispuesto a todo por ti Samara, sé que se nos vendrán miles de problemas encima, que perderé a una de las personas más importantes en mi vida, pero no me importará si estás conmigo, así que termina con él —concluyó.

—¿Qué…? —soltó desconcertada y parpadeó varias veces.

—Termina con Catriel, porque yo no voy a pelear con mi mejor amigo por ti, así que decides ya o me seguiré manteniendo al margen, no quiero ser el otro, no le haré esa puta mierda a Catriel —dijo firme en su decisión.

—Dame un poco de tiempo para decirle la verdad —le pidió tomándole la mano.

—¿Y qué siga creyéndose toda la mierda que le finges? —agregó irónicamente.

—¡No estamos haciendo las cosas bien, esto no es correcto! —farfulló alterada —Bueno, tal vez no de otra perspectiva —trató de calmarse.

—¡¿Y cuándo yo he hecho las cosas de manera correcta, Samara?! —alzó sus brazos —¡Por mi repulsiva cabeza sólo pienso en follarme a la novia de mi mejor amigo y en las acciones que ambos hemos sido partícipes, tú lo engañas conmigo y yo soy un jodido cabrón de mierda que lo traicionó! —su pecho subía y bajaba agitadamente, parecía que su corazón iba salir de su pecho.

Samara salió huyendo de la azotea, había sido mucho para ella, se sentía la peor persona del mundo, no quería quedarse allí con Aleks, quería estar sola, quería pensar bien en las decisiones que tomaría, quería aceptar la propuesta de Aleks, estaba consciente que todos se irían en su contra, pero eso era lo de menos, lo que le preocupaba era la reacción de Catriel, no quería dañarlo, no quería romper su corazón, pero tenía que hacerlo, no era justo para él y tampoco fue justo que se enterara a escondidas, porque sí, él la había seguido, fue testigo de todo, estaba dolido con ambos y también sabía que iba a suceder, por eso prefirió hacer como si nada hubiese pasado y disfrutar de los días contados de su relación.

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Después de mucho tiempo tienen un nuevo capítulo de Andronico, espero que lo disfruten y también les recuerdo que actualicé mi otra obra, así que no se lo pierdan.

Otra cosa, estén atentos en mi cuenta de Instagram porque es allí donde informaré respecto a los días oficiales para las actualizaciones.

D.R

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