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—Sigo sin creer que esto hay pasado… —murmuró atónita y se acurrucó junto a él.

Deslizó su dedo con suavidad por el desnudo pecho de aquel joven que estaba a su lado, levantó su cabeza para poder mirarlo y asimilar lo que sucedía, era realmente su primera vez, no fue sexo casual, ni vulgarmente un flor de polvo, fue su primera vez haciendo el amor, entregándose cien por ciento a la persona de la que estaba ciegamente enamorada, para ella no fue un error y nunca lo sería, no se arrepintió de ello aunque fuera muy importante en su persona, lo disfrutó sin culpa alguna, aquel momento fue inolvidable y siempre lo recordaría con todo su corazón, alma y amor, sobretodo con amor.

Lo amaba, lo amaba con todo su ser, Aleks se clavó en ella sin desearlo, sin querer ser nada, sin querer armarla, pero la amaba, le importaba más que cualquier otra cosa en esta vida, de la vida quería poco y de ese poco era ella, sólo ella, sólo Samara, aquella joven adulta que lo volvía loco, que lo dominaba por completo, que si no era ella, no era nadie más. Aleks la miró con amor, enamorado y por primera vez después de tanto tiempo no le interesó ocultarlo, estaba enamorado de ella y eso lo hizo sentir vivo, vivo en el sentido que le dio esperanza, vivo que le dio sentido a su vida, vivo que le dio motivación a ser mejor persona por ella, vivo que le dio ganas de retomar su vida y aceptar los errores que cometió en el pasado, a tomar como experiencia de vida todo el dolor que dominó en su desastrosa, miserable y triste existencia, el dolor que jamás había desaparecido en los escombros de lo que quedaba de su corazón. Samara inconscientemente le ayudó en gran parte a sanar, a superar, a encontrarse consigo mismo.

—Ni yo me lo creo… —murmuró con una voz ronca y luego besó la frente de ella.

—¿Qué sucederá ahora, Aleks? —apoyo su barbilla en el pecho del pelinegro.

—No lo sé… Supongo que ahora es la parte en donde salen las cámaras ocultas y te digo que filmamos una porno —la miró seriamente conteniendo las ganas de reír al ver el rostro de ella.

—¿Qué? No… No jodas Aleks —se cubrió con las sábanas mientras que miraba asustada al chico que estaba acostado a su lado.

Samara al no recibir ninguna respuesta de Aleks, se levantó rápidamente y comenzó a buscar sus bragas como loca, él soltó una carcajada ganándose la atención de la pelirroja.

—¿Qué haces Samara? —fingió secar una lágrima de risa.

—¡¿Qué es tan gracioso, eh?! —le lanzó una almohada.

—Que es una broma, ven aquí loca de manicomio, no hay ninguna cámara.

Samara abrió sus ojos a no poder más, estaba más que molesta con Aleks por aquella clase de broma, se abalanzó sobre Aleks hecha una fiera, pero éste entre sus brazos la sostuvo y con sus labios la atrapó, toda la molestia de Samara se esfumó cuando los labios de él hicieron contacto con los suyos, cerró sus ojos y le siguió el beso.

—Ahora lo que harás es ir a terminar la falsa relación que tienes con mi mejor amigo… —comenzó hablar el pelinegro —Sí, le dirás toda la verdad a Catriel y yo luego lo hablaré con él.

Ella asintió y luego su vista viajó hasta la puerta de su habitación donde Catriel la observaba con el corazón en sus ojos, la miraba destruido, pero aún así se detuvo para darle una de sus mejores sonrisas que, sólo fueron exclusivamente para ella. Catriel cerró la puerta de aquella habitación y caminó con dirección a la salida, se jaló el cabello hacia atrás, en una de sus manos sostenía el casco de su motocicleta y en su otra mano un ramillete de rosas que le traía a Samara, ambas cosas cayeron de sus manos y huyó de allí.

Salió del edificio conteniendo las ganas de llorar por lo que había visto esta noche, buscaba con desesperación las llaves de su motocicleta y al no encontrarlas soltó un grito de impotencia, de rabia, de tristeza, de un todo. Aleks estaba detenido frente a él mirando todo, mirando lo que él mismo había provocado, sentía todas las emociones por las que su mejor amigo estaba pasando en estos momentos, él mejor que nadie podía entenderlo, carraspeó su garganta para llamar la atención del peliazul.

—Catriel… —lo llamó con volumen de voz bajo.

—¡¿Qué puta mierda quieres, Aleks?! —lo interrumpió inyectado en ira.

Sus ojos estaban rojos, la vena que se marcaba en su cuello parecía que iba a estallar, su pecho agitado, dio media vuelta y pateó su motocicleta con todo el enfado que lo gobernaba, Aleks lo miró en silencio, culpable porque sabía que era culpa suya y de nadie más. El peliazul finalmente encontró las llaves, estaba dispuesto a subir a la motocicleta, pero Aleks lo agarró del brazo, provocando que Catriel se soltara violentamente.

—¡Deja…!

—¡Voy contigo  quieras o no! —lo interrumpió elevando su tono de voz.

Aleks subió a la motocicleta sin darle tiempo de decir nada a Catriel, éste soltó un bufido y aceleró bruscamente, haciendo que Aleks se afirmara muy bien de los costados, el peliazul iba cegado por el enfado, pero ese sentimiento se desvaneció de a poco y comenzó aparecer el dolor, sentía un dolor en su corazón, un dolor por la puñetera traición de su mejor amigo, un dolor al haber visto a la chica que amaba junto a su mejor amigo, no era tan imbécil como para no darse cuenta de que ellos se habían acostado, lo que lo hizo frenar violentamente en una estación gasolinera en medio de la carretera.

Entró a un local que había, compró una botella de whisky, unos cigarrillos y unas gomas de mascar, cuando salió se encontró con Aleks cruzado de brazos esperándolo para conversar, pasó de tener algún tipo de charla con el pelinegro, abrió la botella y le dio un largo y amargo sorbo, cerró sus ojos a no poder más, quería olvidarse de todo por esta  noche, pero Aleks le quitó la botella y su reacción no fue muy buena.

—¡¿Qué demonios te sucede?! —intentó arrebatarle la botella.

—¡Modérate Catriel, tienes que conducir! —le recordó.

—¡¿Y qué con esa mierda?! —volvió a intentarlo.

—¡Dame las llaves! —le exigió y éste se negó —¡Que me des las putas llaves, maldita sea!

Fue en vano, Catriel dirigió hasta su motocicleta seguido de Aleks, ambos se subieron en ella, el peliazul condujo hasta un acantilado, se detuvo allí y bajó, caminó hasta una enorme roca y se sentó, Aleks no tardó en llegar a su lado.

—¿Por qué? —le preguntó el peliazul con dificultad en su voz.

—Catriel… Yo… No sé… —lo miró apenado, realmente no sabía cómo comenzar —Lo siento.

—¿Lo sientes?  —soltó una risa amarga e irónica.

Aleks asintió lentamente y miró confundido a Catriel al verlo reír a carcajadas.

—¡¿sientes haberte acostado con mi novia?! —hizo énfasis en la palabra “novia” —¡¿Sientes haberme traicionado?! ¡¿A mí?! Porque si no mal recuerdo soy, no, era tu mejor amigo ¡Tu mejor amigo, joder! ¡¿Qué acaso no te da vergüenza?! ¡¿La culpa no te come la cabeza?! ¡No claro que no, se me olvidaba que Samara te come la puta cabeza de la polla y ahora no sabes para que esta la cabeza de arriba! —y finalmente explotó.

Aleks estaba asimilando todas esas palabras que Catriel le había dicho o más bien gritado, entendía que lo merecía, no podía refutarle nada.

—Claro que no sientes nada… —murmuró y lo miró un poco más calmado —No te importó herirme, no te importó revolcarte con Samara, aún sabiendo que era mi novia y a pesar de todo no te odio… —Aleks lo miró desconcertado por lo último —Me odio a mí mismo por terminar como tú, como un pobre, miserable, patético y triste imbécil, sufriendo por una chica… Que en este caso, no vale nada, ni una puta mierda —concluyó.

Aleks le entregó en silencio la botella, no le diría nada por todo lo que él le dijo, el peliazul le dio un par de sorbo y le ofreció Aleks, éste se sentó a su lado y comenzaron a beber hasta que las horas pasaron.

Eras las cuatro de la madrugada, ambos jóvenes estaban ebrios, en las horas que pasaron ninguno de los dos habló y Aleks tenía la intención de hacerlo.

—En verdad lo siento, Catriel… —él lo miro de inmediato —Siento lo mierda de amigo que fui contigo, estoy sumamente claro que no lo mereces, pero no me arrepiento, no me arrepiento porque me enamoré de ella y eso me hizo sentir más vivo que nunca, sí, la amo Catriel y no tienes una puta idea de cuanto, eso por eso que estoy aquí contándotelo, porque primero eres importante para mí y merecías saberlo.

Encendió un cigarrillo y lo miró esperando a que dijera algo.

—Bien… —murmuró el peliazul asimilando las palabras —Sólo te diré que la hagas feliz, si ella lo es contigo, eso es suficiente para mí, pero no puedo perdonarte Aleks, me tomará tiempo y distancia, porque sí, después de esto no te volveré a ver y espero que te mantengas al margen.

—¿Por qué esto me suena a una despedida?

—Porque lo es Aleks, me estoy despidiendo de ti, no sé hasta cuándo, quizás días, semanas, meses, años o toda la vida, no sé cuánto tarde en sanar, cuánto tarde en perdonarte.

Aleks  asintió y ambos se levantaron de aquella roca, caminaron hasta la motocicleta y se subieron.

—¿Estás seguro que puedes manejar?

El peliazul asintió y luego encendió el motor, miró por el rabillo del ojo Aleks y devolvió su mirada al frente, aceleró para adentrarse a la carretera. Poco a poco iba aumentando la velocidad, ambos jóvenes volvieron a sentirse unos adolescentes, aquellos jóvenes adolescentes que fueron los mejore amigos que existieron en la vida, aquellos que la adultez cambió, pero hoy después de años sus almas se volvieron a encontrar. Catriel excedió el límite de velocidad y ambos soltaron un grito de adrenalina pura, Aleks estiró ambos brazos, sentía como el fuerte viento le golpeaba el rostro,  fue algo placentero, un recuerdo demasiado bueno para ser verdad, pero también fue un recuerdo que lo marcaría toda la vida. De un momento a otro todo se descontroló, un camión blindado se les atravesó en el camión, lo que hizo que Catriel tratara de esquivarlo como fuese, pero trágicamente estrellándose contra las barreras y ambos cuerpos volaron por los aires.

Ambos estaban tirados en el suelo, Aleks no podía moverse, miró hacia donde Catriel se encontraba, estaba horrorizado viendo el cuerpo de su mejor amigo que también lo miraba de la misma manera, los rostros de ambos estaban ensangrentados, Catriel comenzó a toser y derramó sangre de su boca, lo miró débilmente, pero aún tuvo la pequeña fuerza para sonreír, sonreírle una última vez a su amigo, Aleks también le sonrió y le extendió su mano, lo que hizo que Catriel lo imitara.

—C-ca-tri-el… —intentó llamarlo.

Catriel le sonrió una vez más, hizo el ademán de hablar, pero de su boca sólo salió sangre y más sangre, la visión del pelinegro comenzó a nublarse, el último recuerdo que tuvo de aquella noche fue el de su amigo sonriendo y tendiéndole su mano, después todo se fue a negro cuando escuchó el sonido de una sirena de ambulancia, mantuvo la fe hasta el final de que ambos saldrían ilesos, aunque en el fondo de su corazón sabía que era mentira.

***

Después de mucho tiempo, finalmente les he traído un nuevo capítulo, espero que lo disfruten como yo lo escribí para ustedes y no me odien por lo que vendrá luego...

D.R

Andronico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora