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Samara recuperó la consciencia después de dos días, en esos dos días Aleks la visitó a escondidas,  no le preguntó el porqué de la intoxicación,  sabía que ella no se lo diría, así que se lo preguntaría cuando ella estuviera más estable,  pues en esos días ella estuvo demasiado vulnerable, lo que lo sorprendió fue la preocupación de su mejor amigo hacia ella, en esos días él también la visitó y no sólo eso, sino que sintió la química que ellos comenzaron a transmitir, no era un tonto como para no darse cuenta el interés que Catriel tenía hacia Samara y eso en el fondo no le agradó mucho, pero lo ignoró como solía hacerlo siempre.

Aleks se encontraba vagando tranquilamente por las solitarias calles, en su mano izquierda sostenía un cigarrillo, le daba unas cuantas caladas de vez en cuando, se detuvo en un faro y se apoyó en el, observó el lugar en el que se encontraba, no supo cómo llegó hasta el vecindario de Vahi,  sólo caminó sin destino alguno, de pronto vio cómo Vahi bajaba de un automóvil, era el automóvil del mismo chico que vio en aquel cerro y dedujo por sí mismo que ella habría solucionado aquel problema con ese chico, se quedó observando hasta que Izan se marchó del vecindario  y entonces se acercó a ella sigilosamente como solía hacerlo.

—Veo que has solucionado todo con tu noviecito —le comentó a sus espaldas y ella se giró de inmediato.

—Eso no es de tu incumbencia —le dijo mientras que buscaba sus llaves en su bolso.

—Cierto, pero aún así no me agrada —dijo con sinceridad y ella se detuvo para observarlo detenidamente por lo que dijo.

—¿Qué pretendes Aleks? —dijo cansada de todo.

—Nada.

—¿Nada? —rio con ironía y enarcó la ceja —Te lo pediré por favor, deja de fastidiarme.

Vahi siguió en lo que estaba, cuando encontró las llaves se dirigió hasta la puerta de su casa, abrió la puerta y entró, pero antes de cerrar la puerta, una mano masculina la detuvo.

—Déjame en paz, pasa página Aleks —le dijo las mismas palabras que él utilizó hace unas semanas atrás con ella.

—Quizás ese sea el problema,  no puedo… —murmuró con un tono de voz vulnerable.

Ella lo miró y no pudo cerrarle la puerta en la cara, así que le hizo el gesto para que entrara, él la siguió en silencio hasta la sala de estar, no se dijeron nada, tan sólo se miraban en silencio, ella notó el cigarrillo que él sostenía y lo miró con desaprobación.

—Sigues con esa estúpida manía de fumar —rompió el silencio que tenían.

—Lo iba a dejar…

—¡¿Entonces por qué sigues haciéndolo?! —interrumpió fastidiada.

—Lo iba a dejar por ti… —esperó a que ella se quedara en silencio y no lo interrumpiera nuevamente —Juro que lo iba a dejar, así como tú me prometiste que nunca me dejarías o que nada haría que cambiaras de opinión respecto a mí, pero no fue el caso, lo mismo con el cigarrillo.

Otro silencio, ella estaba desconcertada después de aquella confesión de Aleks, no sabía que hacer o que decir y él lo comprendió, después de mucho tiempo lo comprendió, notó la mirada apenada de ella, quitó la venda de sus ojos y vio el otro lado de la situación, comprendió que Vahi también sufrió, lloró, entre otras cosas, no sería justo que le volviera a reprochar las acciones que tomaron en el pasado.

—Lo siento… —dijo ella con un tono de voz débil —Lo siento por todo Aleks,  siento las palabras que te dije tiempo atrás, siento las bofetadas que te di, siento haber jodido nuestra relación.

Andronico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora