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—¿Dónde has estado toda la mañana Aleks? —le peguntó Catriel a través del teléfono.

—He salido a caminar ¿Aún siguen en mi piso? —preguntó mientras frotaba su ojo.

—Samara se ha ido antes de que yo despertara, yo sigo aquí.

—Vale, estaré allí en un rato, llevaré algo de comida para desayunar.

Cortó, sacó de su bolsillo trasero su billetera para así asegurarse que si traía el dinero suficiente, para su buena suerte si lo traía, caminó por las desoladas y frías calles, iba congelado por el frío de la mañana, pues no se había dado cuenta que sólo había salido en camiseta. Miraba con un vacío en sus ojos las vitrinas de los distintos locales, se fijó en una pastelería y entró en ella para comprar algunas cosas para el desayuno, el local por dentro tenía diseño cómo aquellas casitas de té, sonrió fugazmente por lo que pasó por su mente y más por la gorra que tenía una chica que atendía el local, era una gorra simple, pero arriba traía un cupcakes y aquel uniforme de la pelinegra le hacia querer cumplir una de sus fantasías sexuales.

—Buenos días ¿Qué desea llevar? —dijo aquella chica con un tono de voz dulce.

—¿Qué me recomiendas para un amigo un poco enojado por haberlo dejado solo toda la madrugada hasta ahora? —le regaló una media sonrisa.

—¿Sinceramente? —él asintió y ella se acercó hasta quedar cerca de su oído —Un buen polvo —susurró en su oído y al separse le guiñó un ojo.

—¿Con que un buen polvo, eh? ¿Me podrías enseñar cómo? —le coqueteó descaradamente.

—Claro, espera un poco —se dirigió hasta el margen de la puerta de adentro —¡Vahi, necesito que me cubras ahora ya! —le dijo fuertemente a la chica de adentro.

Aleks abrió sus ojos con sorpresa al escuchar el nombre de aquella chica, sabía que aquel nombre en esa ciudad sólo le pertenecería a la castaña por la que suspiraba.

—Te espero afuera, encanto.

Sólo fue una escusa para huir de allí,  no quería tener rollos de un rato con chicas que ella conociera, pero cuando salió  de la pastelería se volteó a mirar y se dijo a sí mismo "Al diablo con todo", así que espero aquella chica afuera como se lo prometió.

La chica cuando salió de la tienda, lo encontró apoyado contra la pared, se acercó hasta él y lo besó sin pedirle permiso, éste le siguió el beso sin ningún problema, la cogió firmemente de la cadera y la giró para dejarla acorralada contra la pared, la siguió besando descontroladamente, ella le mordió con salvajismo su labio, dejándolo hinchado e incitándolo aún más a lo siguiente, aquella pelinegra lo tomó de la mano y lo condujo hasta un callejón, sin vergüenza alguna tocó con su mano el miembro de él sobre la tela de su jeans, se mordió el labio mirándolo por la erección de éste.

—Vaya… Es como me gustan —le comentó entre jadeos.

—¿Traes algún condón?

—Siempre preparada —se lo enseñó.

Aleks le desabrochó los botones de aquella blusa que traía como uniforme, con su mano atrapó uno de los senos de ella, lo apretó suavemente sobre la tela de encaje del sujetador, no era pequeño ni muy grande, era perfecto para su mano, besaba el cuello de ella como un experto, como si fuera dueño de cada parte de su anatomía, ella seguía con su mano allá abajo, tenía la necesidad de tocarse y Aleks lo dedujo, antes de que ella llevara su mano a su entrepierna, él posicionó la suya, ella estaba húmeda, porque sí, lo que estaban haciendo tenía un poco de adrenalina, ya que estaban en un simple callejón, donde cualquier podría transitar por allí.

Andronico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora