e s p e c i a l

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-Amor deja de sobre esforzarte tanto -Me susurra en la oreja Víctor, colocando sus manos encima de mi vientre y empezando a acariciar encima de la tela.

Dejo la bolsa encima de la mesa de mármol en la cocina y me giro para encararle -Amor, no me sobre esfuerzo, solo he llevado una bolsa de comida, de las cinco que hemos comprado.

Este besa castamente mís labios, haciendo mis ojos cerrarse por inercia -Pero el doctor dijo muy en serio que nada de esfuerzos físicos y que si te fatigabas debías descansar.

Suelto una carcajada ante su comentario y me deshago de su agarre, empezando a colocar toda la comida en su sitio respectivo, la despensa, la nevera el congelador... Miro de reojo a Víctor quien tiene el ceño fruncido abriendo algunas cajas de cartón y viendo el contenido de su interior -A demás- Vuelvo a hablar- Apenas volvimos ayer a Japón después de seis años viviendo en España. Quiero terminar la mudanza cuanto antes.

-Yo también nena -Me responde, antes de dirigirse a la sala de estar y colocar los cojines en el sofá blanco.

Después de graduarnos en nuestras respectivas carreras, Víctor y yo decidimos que era buena idea mudarnos a España, en donde nos habían ofrecido un buen trabajo no muy lejos de La Capital Madrid. Pero ahora hemos decidido volver para poder restablecernos de nuevo en Japón, después de todo sigo teniendo a mi padre y a mi hermana aquí, al igual que Víctor tiene a sus padres y su abuelo. Sin contar, claro, que todos nuestros amigos en común tanto los que formaron la selección Japonesa como los que formaron la selección Inglesa están en este país.

Y hace a penas una semana decidimos volver, quedándonos en la casa antigua de los padres de Víctor, la cual habían conservado por sí alguno de sus dos hijos decidía volver a Inazuma, ya que Vlad por cuestiones laborales se fue a vivir a la capital con su esposa Xiomy.

-¡Amor! -Le llamo des de la cocina, abriendo la nevera y colocando dos paquetes de leche junto a unas cuantas botellas de agua- ¿Porque no vamos a ver a tu abuelo está tarde? Así podemos ponernos al día.

-¡Claro le llamó ahora! ¡Pero primero déjame abrir las últimas cajas y colocarlo todo! -No me molesto en contestar, pero en cambio mi vista se posa en las hermosas fresas rojas que acabo de colocar en la frutera y sin poder evitarlo cojo una y me la como, pero como no es suficiente cojo otra y repito la acción.

¡Están demasiado buenas!

Víctor entra de nuevo en la cocina y me encuentra comiendo -¿Antojos?

Asiento con la cabeza, mientras el abre la nevera sacando una cerveza y bebiendo de esta, arrugo la nariz, jamás he sido fan de esa bebida -Por cierto ¿Ya has pensado como quieres que sea?

Me encojo de hombros mirando como de a poco las fresas van desapareciendo -Un poco, nada muy llamativo. Por lo civil está bien por mi, menos líos- Le miro a los ojos sonriendo- A demás siempre estaremos a tiempo de celebrar una fiesta -Toma mi mano brindándole caricias. Me encanta este hombre.

-Yo pensaba en lo mismo, nada muy extravagante ¿ Y quienes serán los testigos?

Me lo pienso un rato haciéndome un moño suelto -¿Tú abuelo y Sira?

-Perfecto.

Me levanto de la silla yendo a tirar los restos de las pobres fresas las cuales no han durado ni cinco minutos y me acerco a Víctor besándole los labios por un momento.

Distancia [Victor Blade]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora