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La noche continuaba calmada, ajena a todos, dejando una tranquilidad que nada tenía que ver con lo que allí pasaba. Hacía rato que Cersei había salido de la habitación del caballero, satisfecha por haber conseguido su propósito, ya que no estaba dispuesta a dejar que nadie se acercase a su hermano de ese modo.

Por otro lado, el caballero permanecía ausente del mundo. Sumido en sus pensamientos se encontraba mirando al techo, sin poder pegar ojo por el remordimiento de lo que acababa de hacer. Sabía que todo había sido por el bien de ambos, que posiblemente fuese la única forma de salvar la vida a Brienne, pero la sensación de traición recorría cada uno de sus poros. Todo lo que la gente pensaba de él "rompe juramentos", "hombre sin honor"... ¿Y si fuese cierto? ¿Y si realmente la única persona que realmente no quería aceptar esa verdad era él?.

El olor que Cersei había dejado en cada milímetro de sus sábanas estaban volviendo loco al Lannister, por lo que decidió levantarse y salir de nuevo de allí. Eran altas horas de la noche, y tras lo ocurrido, la reina había bajado un poco la guardia, permitiendo que una parte de sus hombres marchasen a descansar, lo que le permitiría vagar por el castillo a sus anchas, sin nadie que le molestase.

Salió de allí sin ni si quiera coger su espada, sin una dirección a la que dirigirse, simplemente dejando a sus pies andar, y alejarlo de allí, como si la distancia pudiese borrar lo que acababa de hacer.

Tras largo rato andando, se vió fuera de la Fortaleza Roja, rodeado de personas que no le prestaban ningún tipo de atención, algo que agradeció. Inmediatamente supo a dónde le había llevado su inconsciente, su propio cuerpo le había puesto justo en la puerta del burdel dónde se suponía que estaba Lady Brienne.

En ese instante, la indecisión se apoderó de él, ¿con qué cara podría mirarla ahora tras lo ocurrido?. No sabía si sería capaz si quiera de mirarla, ella no se merecía nada de ésto, no había echo nada para merecerlo. Por ello, debía saber la verdad, por muy duras que fuesen las consecuencias para él, pero no podía basar su relación con Brienne en una mentira, fuese cual fuese esa relación,

Con las dudas atravesándole los pensamientos se dirigió decidido a la puerta. En el momento en el que entró, un pequeño grupo se quedó observándolo con atención, pues enseguida supieron de quién se trataba. Dos chicas se acercaron rápidamente a él, ofreciéndole sus servicios. Él se negó repetidas veces, pero las chicas sabían que si conseguían que aceptase podrían ganar una buena propina aquella noche. Ser Jaime empezaba a sentirse acorralado, era una situación en la que no sabía como desenvolverse, pero por suerte para él, su hermano pequeño no andaba muy lejos de allí.

- Querido hermano, ¿que haces tu en un lugar como éste?. Nunca lo habría imaginado - Tyrion apareció de detrás de una de las chicas, con una copa de vino en una mano y una sonrisa que ocupaba todo su rostro. Era más que evidente que la presencia de Jaime le agradaba más que la de cualquiera de aquellas mujeres.

Con un solo movimiento de cabeza las indicó que se marchasen, dejándolos solos. Ambos se dirigieron a un rincón de aquel lugar, con intención de no llamar demasiado la atención.

- Gracias -. Dijo señalando con la cabeza a las dos chicas que se le habían acercado, las cuales ya habían encontrado otra compañía.

- No te preocupes, ahora ya sabes que la práctica no es solo para la espada -. Bromeaba Tyrion, sirviendo una copa de vino a su hermano.

- Jamás lo habría imaginado -. Jaime fue contagiado por la alegría de su hermano, aunque solamente durante unos minutos, ya que enseguida recordó el motivo que le había llevado allí, haciendo que su rostro se endureciera de nuevo. - ¿Está aquí?.

La preocupación de su cara era evidente, y Tyrion supo perfectamente a quién se refería, por lo que rápidamente asintió, haciendo que el caballero suspirase como si llevase toda la noche reteniendo el aliento.

- Necesito hablar con ella -. El tono de exigencia del caballero hizo que cambiase la expresión de la cara de Lord Tyrion, pues indicaba que algo no había salido según lo previsto.

- Se encuentra en la última habitación del piso de arriba, la más alejada de todas -. Tras recibir aquella información, el caballero tomó un trago de vino y se levantó dispuesto a poner rumbo a la habitación, cuando Tyrion lo agarró del brazo, impidiendo su avance. - ¿Va todo bien?.

- Cersei... -. Susurró el Matarreyes, agachando la cabeza, manteniendo la mirada en la punta de sus zapatos. 

Aquellas palabras fueron suficientes para que Tyrion supiese a que se refería. Sabía que su hermana era una maestra de la manipulación, y que antes o después conseguía todo aquello que se proponía, y en este caso, se había propuesto que ninguna otra mujer se acercase a Jaime del modo en que ella lo hacía, y por ahora lo estaba consiguiendo.

Lord Tyrion asintió la cabeza y soltó del agarre a su hermano, permitiendo que retomase su camino. Éste subió las escaleras despacio, con miedo, no sabía como debía afrontar aquella situación, no quería perder algo que todavía no había empezado, pero que le hacía sentir más libre de lo que nunca había estado. Pero sobre todo, no quería dañar a aquella mujer que el único error que había cometido era fijarse en el hombre equivocado.

Una vez llegó a la habitación, permaneció unos segundos en la puerta, tomando aire para coger la fuerza que necesitaba para sincerarse con ella. Abrió sigilosamente, pues podría estar dormida. Una vez dentro de la habitación, la buscó con la mirada, y allí estaba ella, tumbada plácidamente en aquel colchón de plumas, con la luz de la luna resaltando el blanco de su piel.

Muy lentamente se acercó a ella, y se sentó en una silla que se encontraba cerca de la cama. Permaneció observándola largos minutos, aquello le daba la paz que necesitaba. 

El sueño de ella se vio alterado por algún tipo de pesadilla, pues comenzó a moverse bruscamente y a gritar desesperada. Ser Jaime enseguida actuó y la despertó.

- ¡Jaime, Jaime! ¡NO! -. Gritaba mientras despertaba de aquel sueño.

- No pasa nada, estoy aquí, soy yo -. El caballero la sujetaba del rostro, haciendo que ella le mirase para encontrar alivio.

- ¿Eres tú? ¿De verdad? ¿Estás vivo? -. Aquel sueño la había dejado totalmente confusa.

- Si, aquí estoy, de carne y hueso, solo para ti -. Aquellas palabras hicieron que a Lady Brienne le recorriese un escalofrío por todo el cuerpo. Aún no era totalmente consciente de si aquello era verdad o seguía dentro de un sueño.

El caballero no seguía sujetando a Brienne por el rostro, con un agarre suave. Ella lo miró a los ojos, verdes intensamente resaltados por la luz de la luna. El aliento entrecortado de ambos dejaba mostrar que sus nervios estaba a flor de piel. Poco a poco ambos continuaron con su acercamiento, haciendo que la tensión entre ambos pudiese palparse. Tras unos segundos que se les hicieron eternos por fin había ocurrido, sus labios se habían tocado. Se fundieron en un beso que les permitió fluir, les dio las alas que nunca habían tenido para volar libremente. Habían encontrado el lugar en el que querían pasar el resto de sus vidas. Por fin, aunque no lo admitiesen en voz alta, ambos sabían que se habían enamorado.

Pero no todo lo bueno dura para siempre, y un fugaz recuerdo recorrió la mente del caballero. El recuerdo de lo que había pasado aquella noche en sus aposentos, lo que hizo que se retirase repentinamente de aquel beso, mirando a Lady Brienne con la cara descompuesta, lo que indicaba que lo que acababan de vivir podría ser solo un mero recuerdo para ambos. 

Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora