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Necesitó un tiempo para asimilar aquello que acababa de ver, pues había visto la muerte caminar sobre la tierra, algo impensable para él hacía solamente unos minutos. Había visto que todas sus vidas estaban sentenciadas si no conseguían una victoria. El futuro que había planeado de nuevo, y no con su hermana, se le escapaba entre los dedos, pues no conseguirían sobrevivir al invierno si no luchaban.

Finalmente, Ser Jaime se levantó con las miradas de todos los que restaban en aquel lugar siguiendo sus pasos. Se alejaba pensativo de aquel lugar, sin percatarse que Lady Brienne salió a su encuentro. Solo cuando ésta le agarró de un brazo consiguió sacarlo de su nube de pensamientos.

Él paró en seco, con intención de rechazar cualquier tipo de conversación con quien fuese que le había interrumpido el camino. Con gran rapidez volvió la cabeza, con la mandíbula apretada y su único puño cerrado, cuando de repente se encontró de frente con la mirada de Brienne, aquella mirada que le daba la paz que siempre necesitaba, pero ésta vez era incluso más intensa que otras veces, el azul de sus ojos bien podría haberse confundido con el azul del cielo.

Solo un instante bastó para que el caballero serenase su expresión, y relajase todos y cada uno de los músculos de su cuerpo. Era innegable que la calma que solamente ella podía calmarlo con una sola mirada, algo totalmente impensable para el Matarreyes hasta que la conoció.

- Debéis hablar con vuestra hermana, Ser -. Las formalidades entre ellos resultaban un poco extrañas, pues dado su nivel de confianza ya no era necesario. Pero aún así no era ni el momento ni el lugar para evitarlas.

- Ya habéis oído lo que ha dicho, y dudo mucho que yo pueda hacerla cambiar de opinión -. Jaime estaba siendo totalmente sincero, sabía que la decisión que Cersei había tomado era algo casi impensable para él, y aunque hubiese una mínima posibilidad, no se le ocurría como hacerlo.

- Si alguien puede hacer que entre en razón, sois vos. Sois la única persona a la que quiere en este mundo -. Al pronunciar esas palabras recordó aquel beso, su primer beso, como el calor de sus labios invadía todo su cuerpo, haciéndola sentir más viva que nunca. Pero un escalofrío recorrió su cuerpo, sabiendo que Cersei nunca consentiría aquella relación, pues le sentía suyo, de su propiedad.

- Creedme, ya lo he intentado y ya habéis visto el éxito que he tenido -. Dijo, casi en un susurro, soltando el agarre que ella tenía sobre su brazo. El derrotismo se había apoderado de él, pues se sentía impotente ante una situación que se escapaba por completo de su control.

- Lo siento -. Finalizó Jaime, avanzando con la cabeza gacha, mirando al suelo mientras abandonaba pozo dragón.

En su camino a la salida, Lady Brienne lo miraba con ojos suplicantes, por mucho que la doliese, sabía que un acercamiento entre ambos hermanos podría hacer que la balanza se decantase hacia otro lado. Hacia el lado de los vivos.

Cuando el caballero desapareció, ella se giró sobre sus talones, con la tristeza reflejada en su rostro, avanzando de nuevo hacia el lado de Lady Sansa, donde debía estar.

- Queda una última posibilidad de que Cersei cambie de opinión -. Lord Tyrion sabía que el único modo de vencer era con su apoyo, y había que conseguirlo de un modo u otro. - Dejadme ir a hablar con ella, me odia, pero me escuchará, se que lo hará -. Dijo mirando a Daenerys, pidiendo su aprobación.

- No puedo arriesgarme a que os mate, no ahora -. Daenerys sabía el odio que la Lannister procesaba al enano, y sabía que no dudaría ni un momento en pedir su cabeza, y su sabiduría era demasiado importante en tiempos de guerra.

- Su alteza -. Dijo acercándose a ella unos pasos, seguro de sus palabras - Esto me gusta incluso menos que a vos, se lo que me juego personalmente, pero también se que nos estamos jugando el futuro de todo poniente. Si lo consigo, una vida perdida habría merecido la pena.

La madre de dragones lo miró, entendía su postura, y aceptaba que tenía la razón en aquel asunto, pero no confiaba en que Cersei no fuese a jugar sus cartas a la primera oportunidad que se le presentase. Tyrion la miraba con una expresión suplicante, lo que hizo que finalmente ella accediera con un simple movimiento de cabeza. Lord Tyrion asintió también, y puso rumbo a la Fortaleza Roja. 

El camino hacia el palacio se le hizo tedioso, estaba más lejos de lo que él recordaba. El mal olor proveniente de los pobres mostraban una ciudad hambrienta, algo que si recordaba bastante bien. Continuó caminando, sus cortos pasos hacían parecer el camino más largo y encaramado.

Finalmente alcanzó la Fortaleza, justo delante de sus pies. Estaba dispuesto a dejarse coger por cualquier guardia, y hacer que lo llevasen frente a su hermana, al fin y al cabo, ese era el propósito. Pero sorprendentemente, el lugar estaba prácticamente desierto, todos los guardias debían estar custodiando pozo dragón. Por lo tanto, su camino hacia los aposentos de Cersei fueron relativamente sencillos, solo unas miradas despectivas de varias sirvientas que se encontró a su paso, pero nada fuera de lo normal.

Al llegar a la puerta de su hermana, se paró frente a ella, pues necesitaba estar tranquilo para evitar un posible enfrentamiento que terminase con su muerte. Tras unas respiraciones profundas, llamó a la puerta, esperando que la reina se encontrase ya allí. Y así fue, la puerta se abrió, dejando ver a su hermana mirando por una de las ventanas, con una copa de vino en una mano, y un semblante tan serio como era costumbre. Tyrion avanzó, lentamente, midiendo cada uno de sus pasos, hasta que entró en los aposentos, aunque no se quedó demasiado lejos de la puerta.

- Te estás jugando la vida volviendo por aquí, lo sabes ¿no? -. La reina ni si quiera se giró para mirarlo a la cara mientras lo amenazaba. Aunque esa amenaza solo provocó una ligera sonrisa en la cara del enano, pues sabía que se encontraría al entrar allí.

- Lo se, pero necesito que me escuches. Esto es demasiado importante como para andar temiendo por mi vida -. Aquello sorprendió a Cersei, pues su hermano siempre se había preocupado por él mismo, sin preocuparse por nadie más, exceptuando a Jaime.

La reina se acercó lentamente a una mesa, que se encontraba en el centro de la estancia. Dejó su copa de vino, y se sentó, esperando que Tyrion se sentase frente a ella, algo que no hizo, pues sabía que no debía tomarse demasiada confianza.

- Mataste a nuestro padre, ¿y ahora vienes pidiendo ser escuchado? -. Sentenció, dando un golpe en la mesa, dejando ver su enfado y el poco afecto que tenía hacia su hermano.

- Lo se, y no he venido a hablar de eso -. Tyrion sabía que no debía dejar que la conversación tomase un camino distinto, pues en ese caso acabaría perdiendo la batalla. - Ya lo has visto, un muerto ha intentado matarte, ¿y crees que solo con tu ejército podrás detenerlos?.

- Acabaremos con el ejército que sobreviva vuestra guerra -. La convicción con la que la reina hablaba revelaba su falta de conocimiento sobre los caminantes blancos.

- Alteza... -. Tyrion intentaba suavizar la situación, pues con un enfrentamiento nada conseguiría. - Si perdemos la batalla, todos nosotros formaremos parte de su ejército. Los muertos volverán a levantarse, y vendremos al sur con un ejército mucho mayor que el que poseen ahora. Hay que acabar con todos ellos antes de que sea demasiado tarde para todos.

Aquellas palabras parecieron hacer mella en la reina, pues sabía que conforme aumentase el ejército de los muertos, su posibilidades de vencer disminuirían notablemente.

- Si mando a mis hombres a vuestra guerra, morirán -.

- También morirán si se quedan aquí, antes o después los muertos se harán con el sur. Poniente será su nuevo hogar, y no habrá nadie vivo para verlo -. La esperanza pareció vislumbrarse en los ojos del enano, pues comenzaba a ver un cambio en el pensamiento de la reina.

- Pero si mando a mis hombres, Desembarco del Rey queda desprotegido. ¿Y si tu reina quiere venir con sus dragones y tomar la cuidad?. Tendréis a mis hombres, los cuales no estarán aquí para proteger la capital -. La desconfianza se volvía a apoderar de nuevo de ella, algo que Tyrion entendió a la perfección.

- No habría nadie, pero Daenerys no es así. Si sobrevivimos, tus tropas volverán a casa con tiempo suficiente para que se reorganicen y puedan defender la cuidad. Ella misma te dará su palabra.

No podía fiarse de la palabra de una Targaryen, pero se había dado cuenta de que era la única forma de sobrevivir. De nada serviría permanecer allí si al final acabarían todos muertos.

- Está bien, os ayudaré -. Sentenció Cersei.

Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora