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El sol no tardó en aparecer de nuevo. Los rayos de luz comenzaron a inundar la habitación. El fuego hacía rato que se había consumido, pero aún así no hacía frío allí dentro. Su ropa seguía en el suelo, junto a sus espadas.

- Buenos días -. dijo Jaime al percatarse de que ella estaba ya despierta. Había permanecido quieta, para no despertarlo, pensando sobre todo lo que había pasado aquella noche. La batalla, la victoria, la celebración, el vino, los celos, y él... sobretodo pensaba en él. No terminaba de creer lo que había pasado aquella noche, no sabía si había sido un error o la mejor decisión que había tomado, pues la felicidad corría por cada poro de su piel.

Al escuchar su voz no pudo evitar sobresaltarse ligeramente, pues no se había dado cuenta que él también estaba despierto. El brazo de Lannister recorrió su cintura, no llevaba la mano de oro, pero no la importaba, él se había acostumbrado a la perfección a ello, y con un solo movimiento hizo que ella se girase, quedando ambos rostros muy cerca el uno del otro. 

Ella se había obligado a apartar sus pensamientos, pues realmente disfrutaba con aquello. La visión de Jaime recién levantado, con el pelo revuelto y los ojos brillantes por la luz que entraba por la ventana era digno de ver, hacía que todo mereciese la pena. "Podría acostumbrarme a ver esto todos los días" pensaba, mientras le miraba sonriente.

Él la miraba, expectante. Sabía que aquella noche había sido algo nuevo para ella, y esperaba que hubiese sido tan perfecto como lo había sido para él. Se apoyó sobre su brazo, y con su mano buena la acarició el pelo, gesto que ella recibió con una suave expresión en su rostro.

- Buenos días -. dijo ella finalmente. Aún estaba intentando controlar todos los pensamientos que la invadían cuando el Lannister juntó sus labios con los de ella. Aquello la pilló completamente desprevenida, por lo que permaneció inmóvil, con los ojos abiertos, haciendo que el caballero rápidamente se retirase, avergonzado.

- Yo... lo siento -. No se había imaginado que, después de lo que había pasado la noche anterior, un simple beso haría que ella reaccionara así. Por lo que se sentó en la cama, dispuesto a salir de ella para vestirse y abandonar la habitación, pues no estaba acostumbrado a sentirse avergonzado ante una mujer.

- No, por favor -. Le agarró del brazo en el momento en el que él iba a abandonar la cama - Es... solo que... aún no me hago a la idea -. No la gustaba expresar sus sentimientos, nunca lo había echo, y no pensaba hacerlo nunca, hasta que Jaime llegó a su vida.

- ¿No te haces a la idea? -. Preguntó él, con una ignorancia fingida, pues sabía a lo que se refería, pero le encantaba escucharlo cuando ella lo decía.

- No me acostumbro a ti, a mi... a nosotros, así -. Su rostro se tornó de un color rojo, la vergüenza se había adueñado de ella, y era algo que él encontraba realmente encantador. 

- ¿Y eso es algo malo? -. Jaime continuaba con el juego, y ella comenzó a darse cuenta de sus intenciones, por lo que, con una sonrisa, contestó:

- Puede ser... Quizás estaba mejor por mi cuenta -. Ambos se miraron durante unos segundos y comenzaron a reír, al unísono, fundiendo sus risas en una sola. El Lannister volvió a la cama, y como dos adolescentes, continuaron con lo que habían empezado la noche anterior.

Aquel día fueron los últimos en bajar a tomar el desayuno. Cuando ambos aparecieron, el salón principal estaba abarrotado, el ruido llenaba todos los rincones de aquella estancia, pero cuando ambos atravesaron las puertas juntos, y tan radiantes como el sol en verano, todas las miradas se fijaron en ellos. Y era algo que ambos odiaban, odiaban ser el centro de atención, odiaban los cotilleos de las criadas y odiaban las miradas que les juzgaban sin ni si quiera conocerles.

Por suerte para ellos, Tyrion se encontraba en una de las mesas del fondo, y con un gesto, les invitó a acompañarle, a pesar de que sabía que Daenerys lo estaba viendo todo.

- Gracias, hermanito -. Dijo Jaime, al mismo tiempo que se sentaba en la mesa y se servía un plato de pan con algo de bacon.

- Últimamente hemos cambiado los papeles demasiadas veces -. Dijo el pequeño de los Lannister - ¿Yo cubriéndote a ti por estar con una mujer y llegar tarde? Jamás lo habría pensado -. Y echó a reír, aunque rió solo.

Brienne no llegaba a acostumbrarse a las bromas de Tyrion, la hacían sentir incómoda, y más aún cuando el motivo de sus burlas era su relación con Jaime. Por lo que decidió levantarse e ir a comprobar como seguía Sansa, pues no había sabido de ella desde el final de la batalla, y quizás necesitase de sus servicios. Se levantó, y con una reverencia dirigida hacia ambos hermanos, se alejó de ellos apresuradamente.

- Parece que la cosa va en serio -. Dijo Tyrion, analizando a su hermano con la mirada, intentando descifrar sus pensamientos.

- Así es -. Jaime no dijo nada más, pues el hambre se había apoderado de su estómago, y en aquel momento prefería comer antes que contestar las preguntas que su hermano tenía preparadas para él.

- Sabes que Cersei moverá cielo y tierra para evitar que esteis juntos, ¿no? -. Jaime lo sabía, no lo había vuelto a pensar desde que los muertos habían estado tan cerca, pero sabía que su hermano llevaba razón. Conocía demasiado bien a su hermana, y sabía que haría lo que fuera para acabar con aquello, fuese de la manera que fuese, incluso con su vida si era necesario.

- Lo se, créeme... lo se -. Dijo mientras dejaba la comida en el plato, pues aquello le había quitado el apetito -. Pero no pienso dejar que se salga con la suya... Voy a quedarme aquí con Brienne, en Invernalia. Aquí estamos bien protegidos, es difícil que llegue hasta nosotros mientras estemos rodeados de soldados norteños.

- No subestimes a nuestra hermana. Yo lo hice, y he estado a punto de morir repetidas veces gracias a ella. No me gustaría que tu no tuvieses la misma suerte que yo he tenido llegado el caso -.

Jaime realmente quería creer que allí estaría a salvo de su hermana, que no se atrevería a mandar a sus hombres a la misma boca del lobo, pero muy en el fondo sabía que era capaz de aquello y mucho más. Sería capaz de clavarle una daga en el corazón ella misma si así conseguía evitar que cualquier otra mujer acabase en sus brazos. Y no tardaría en ver que así era, que ni en Invernalia estaban a salvo, que no había rincón donde ella no pudiese llegar, no al menos mientras siguiese viva.

 

Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora