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Daenerys lucía un vestido azul que hacía resaltar sus ojos. Realmente había sabido levantar expectación entre todos los allí presentes, y ahora todos estaban ansiosos por lo siguiente que fuese a decir.

Unos segundos de silencio permanecieron en aquel lugar, aunque a muchos les parecieron horas, la tensión era demasiado evidente, quizás había sido demasiado arriesgado juntar a todos aquellos enemigos en un mismo lugar, aunque era la única opción de poder hacer frente a lo que se avecinaba. Finalmente, Jon Nieve, vestido con los colores propios del Norte, fue quién rompió aquel silencio.

- Se que no estamos en posición de pedir favores -. Dijo mirando a Cersei, pues por desgracia para ellos, era la única persona que podía ayudarles. - Pero necesitamos vuestra ayuda para combatir la amenaza que se acerca al Norte.

La reina le miró con una superioridad que era casi palpable. Escuchar como el enemigo se arrastraba ante ella para suplicar su ayuda la resultaba más que satisfactorio.

- ¿Y qué os hace pensar que voy a ayudaros? -. Una ligera sonrisa se había implantado en su rostro, pues sabía que era ella quién tenía el poder, y con un simple error en las palabras de sus enemigos, ella abandonaría el lugar, sin ni siquiera escucharles.

- Como bien sabéis -. Lord Tyrion también rompió su silencio, levantándose de su silla y avanzando hacia el centro de aquel lugar en el que se encontraban reunidos - La amenaza es real, y si no vencemos en el Norte, avanzarán al sur, hasta llegar aquí, con un ejército mayor que el que tienen ahora, incluyéndonos a algunos de nosotros, y no habrá forma de derrotarles.

Cersei se reía, hablaban de una amenaza causada por unos monstruos que solamente estaban presentes en los cuentos. Un gesto de negación con la cabeza hizo ver a todos que no creía sus palabras, no creía en que aquello que estaban diciendo fuese real.

- ¿Queréis que en tiempos de guerra mande a mis huestes al Norte? Para qué... ¿Para que luego volváis con vuestro ejército a masacrar una ciudad indefensa? -. Todos sabían que Cersei tenía sus motivos para pensar aquello, es más, si estuviesen en su lugar, probablemente pensarían igual a ella.

- Si no queréis mandar a vuestras huestes a la lucha, sólo pedimos que las retiréis para poder marchar a la batalla sin ningún tipo de amenaza -. Al fin la madre de dragones había mostrado sus cartas, pues era ella quién más ventajas obtenía si las huestes de los Lannister hacían lo que ellos pedían.

- ¿Para que os reorganicéis y consigáis más hombres para vuestro ejército? -. La reina estaba comenzando a cansarse de aquella conversación. Si realmente pensaban que iban a ser capaces de convencerla de hacer algo que iba en contra de su beneficio, estaban yendo por el camino equivocado.

- No para reorganizarnos, si no para luchar. Ninguna tendremos un ejército si los muertos ganan esta batalla -. Daenerys sonaba muy convincente, aunque no lo suficiente como para que aquellos que no habían estado en el Norte la creyeran.

- No voy a caer en viejos trucos y engaños, si queréis la capital vais a tener que luchar por ella -. Tras decir ésto, Cersei se incorporó en su asiento, dispuesta a levantarse y a salir de allí, dejando a sus enemigos a su suerte con cualquiera que fuese su plan después.

Tyrion se percató de ello, y rápidamente avanzó hacia su hermana dispuesto a hablar, dispuesto a hacer lo único que podía hacer que cambiase de idea.

- Está bien, no creéis lo que decimos, así que os lo mostraremos -. Y asintiendo con la cabeza dio la señal, haciendo que quienes estaban alejados, justo en la puerta de entrada a pozo dragón, comenzasen a moverse.

Unos instantes pasaron hasta que Sandor Clegane, El Perro, avanzaba hacia ellos con una caja de madera cargada en su espalda. Era una caja de gran tamaño, incluso grande para él pese a su gran estatura. Lentamente se fue acercando hacia el centro de aquel lugar, mirando a los representantes de Desembarco del Rey, que estaban frente a él, a modo de advertencia, pues lo que iban a presenciar sería difícil de creer.

Finalmente paró, en el centro, dejando la pesada caja de madera en el suelo, y esperando nuevas órdenes.

- ¿Y qué es lo que se supone que hay ahí dentro? -. Habían conseguido ganar la curiosidad de Cersei, aunque aquello no sería suficiente para retenerla allí durante mucho tiempo.

- Un muerto -. Afirmaba el enano. Tras escuchar ésto, Jaime comenzó a removerse en su asiento, mirando a su hermana con preocupación, miedo incluso. Pero Cersei se veía impasible, no mostrando ninguna emoción frente a sus enemigos.

- Si es un muerto, no hay nada que temer entonces -. Tyrion entonces volvió a asentir mirando al Perro, dándole de nuevo la orden.

Fue entonces cuando éste dio una fuerte patada al cajón de madera, haciendo que algo dentro de él comenzase a revolverse, haciendo que todos endureciesen un poco su expresión. Nuevamente volvió a dar una patada al cajón, pero esta vez mucho más fuerte, haciendo que girase hacia adelante, quitando la tapa que lo cubría. Tras unos segundos de silencio, se escuchó un grito sordo, y un muerto comenzó a correr, directo hacia Cersei Lannister. Una cadena impidió que la alcanzase, aunque si  permitió que se quedase a escasos centímetros de ella.

La sangre de Jaime, sentado al lado de su hermana, se congeló. Jamás pensó ver algo como aquello, jamás pensó tener que luchar contra los muertos para poder sobrevivir. Pero si estaban muertos ¿cómo iban a ser capaces de acabar con ellos? Mil preguntas cruzaban su mente, mientras miraba a su hermana, intentando decirla con la mirada que ellos también debían hacer algo para acabar con aquella amenaza.

Cersei permanecía totalmente inmóvil, con los puños apretados, mirando a aquella criatura como si estuviese dentro de un sueño del que no podía despertar. Jon Nieve desenvainó su espada, y se acercó a la criatura, atravesándola por el centro del pecho. Tras aquello, la criatura cayó al suelo, echa pedazos.

- Y solamente el acero valyrio, el vidriagón y el fuego pueden acabar con ellos -. Dijo volviendo a envainar su espada, caminando a su lugar en aquella reunión.

- Tenéis hombres bien armados, y dragones que escupen fuego, no voy a mandar a mis huestes a una muerte segura -. Sentenció la reina, levantándose y abandonando el lugar, escoltada por los soldados Lannister que la habían acompañado previamente.

Pero Jaime permaneció allí, petrificado, mirando los huesos en el suelo. Su hermana se estaba equivocando al tomar aquella decisión, él lo sabía.

Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora