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El frío aire de Invernalia caló rápidamente en él. Lejos había quedado el sol y el calor de Desembarco del Rey, pero agradeció aquella brisa de aire frío, pues estaba ayudando a su cuerpo a despertar. Poco a poco el apoyo que Tyrion le proporcionaba era menos necesario.

- Vayamos al patio donde están entrenando -. Tyrion asintió, y se encaminó hacia el patio donde día tras día entrenaban a todo el mundo que pudiese pelear, pues toda persona era necesaria para poder vencer a los muertos.

En el camino fue tranquilo, pues solo se cruzaron con algunas de las doncellas del castillo, las cuales no podían evitar mirar al caballero, que seguía siendo igual de apuesto a pesar de su estado de salud.

- Siempre me he preguntado que te ven -. Jaime siempre había llamado la atención de todas las mujeres, allá por donde pasaba, lo que hacía que su hermano sintiese cierta envidia, pues él tenía que pagar por la compañía de una mujer.

- Eso me pregunto yo también, como pueden fijarse en mi estando tu a mi lado -. Dijo el caballero, en un tono divertido, soltando una carcajada que contagió a su hermano.

Ambos llegaron riendo al balcón que daba al patio donde se adiestraba a quién lo necesitaba. Allí encontraron a hombres, mujeres y niños procedentes de todos los rincones del Norte, también vieron a Inmaculados y Dothrakis supervisando el entrenamiento.

- ¿La madre de dragones sabe que estoy aquí? -. No se había percatado que ella estaba allí hasta que vio a sus hombres, y sabía que no querría tener como invitado al hombre que mató a su padre por la espalda.

- Lo sabe, y si, su primera opción era dejarte morir, pero Brienne intercedió por ti. Sansa confía ciegamente en ella, y confía en que Brienne lleve razón al decir que eres un buen hombre -. Tyrion observó como el rostro de su hermano se iluminó ligeramente al escuchar aquello, pues se había jugado su propia vida por salvar la suya.

Sin decir una palabra más, allí permanecieron, mirando como todos entrenaban sin descanso. "La mitad de esta gente no logrará sobrevivir" pensó mientras observaba, pues unas semanas de entrenamiento no eran suficientes, no para enfrentarse a lo que se les venía encima, pues ni los soldados más diestros tenían muchas más probabilidades de salir ilesos de allí.

El miedo en las caras de la gente se dejaba ver con claridad, nadie sabía con certeza a que se iban a enfrentar, pero si sabían que sería un milagro conseguir la victoria. 

Largo rato pasaron allí, cuando unos cabellos rubios como el mismo oro destacaron entre la multitud. Jaime se soltó de su hermano, agarrándose a la barandilla del balcón, y se dispuso a bajar, en dirección a donde ella se encontraba. Ni si quiera pensó que estaba haciendo, simplemente su cuerpo comenzó a moverse, y cuando quiso darse cuenta, se encontraba ya abajo, andando sobre la fina capa de nieve que cubría Invernalia, sintiendo como crujía a cada paso que daba.

Ella estaba allí, ajena a todo lo que pasaba a su alrededor, concentrada en entrenar y mejorar el manejo de la espada de todo aquel que podía, cuando escuchó unos pasos tras ella. Haciendo caso omiso, pues podría ser cualquiera de las tantas personas que se encontraban allí, continuó dando órdenes.

- Han mejorado mucho en el poco tiempo que llevan entrenando -. Enseguida reconoció su voz, por lo que se giró sobre sus talones velozmente, envainando su espada, aquella que el propio Jaime le había dado tiempo atrás.

- La verdad es que si, aunque no puedes saberlo... No los viste cuando empezamos a entrenar -. Ambos se hablaban en un tono divertido, lo que no era muy habitual en ellos, pero todo el mundo estaba demasiado ocupado como para darse cuenta.

- Es cierto, pero seguro que la gran mayoría de esta gente no había cogido una espada nunca antes -. Dijo el caballero, colocándose al lado de ella, para observar atentamente como peleaban las personas que se encontraban frente a ellos.

Brienne no dijo nada, solamente asintió, e imitó su gesto, volviendo a observar y dar órdenes a aquellos a los que estaba entrenando.

- Me gustaría pedirte algo -. Dijo el caballero, a lo que ella movió la cabeza a modo de asentimiento - Me gustaría luchar a tu lado, si me lo permites -.

Aquello tomó a Brienne por sorpresa, pues los muertos estaban más cerca de Invernalia a cada hora, y no creía que Jaime estuviese aún recuperado como para tomar parte en la batalla.

- No creo que sea buena idea, aún no estás recuperado del todo. Apenas si podrás blandir una espada -. El caballero frunció el ceño, la intensidad de sus ojos verdes había aumentado debido al reflejo de la luz en la nieve, y ella por un instante se perdió en ellos.

- No pienso quedarme en una habitación mientras otros pelean por mi. Si tengo que morir aquí lo haré, pero moriré luchando por mi vida -. Aquellas palabras hirieron a Brienne más de lo que ella esperaba, pues no había pensado en la posibilidad de verlo morir, no luchando a su lado - Déjame demostrarte que puedo hacerlo -.

Y antes de que ella dijese nada, él cogió una espada de las muchas que se encontraban a disposición de los que practicaban allí, y se preparó para pelear. Se posicionó en frente de Brienne, con la espada en alto, haciendo un gran esfuerzo para mantenerla así, pues su brazo aún no respondía como debía hacerlo, no tenía la fuerza suficiente, pero flaquearía, no podía dejar ver a nadie que no podía hacerlo, o no tendría oportunidad de pelear por los vivos, por su vida y por la de ella.

- No creo que sea buena idea -. Dijo ella, sin intención alguna de desenvainar su espada para enfrentarse al Lannister.

- No hay otra opción -. Sentenció él, dirigiéndose hacia ella lanzando su ataque.

Brienne lo esquivó fácilmente, pero aquello hizo que se viese forzada a desenvainar su espada para frenar los nuevos ataques que el caballero estaba lanzando, los cuales paró con facilidad, pues él se veía lento y torpe.

Tras unos minutos, ella le asestó un golpe de espada, haciendo que Jaime se tambalease y cayese al suelo. Desde ahí abajo, la miró fijamente a los ojos, pues había perdido su oportunidad de luchar a su lado.

Avergonzado, y con algún tropiezo, se levantó, y abandonó el lugar lo más rápido que sus piernas le permitieron. Pues ya no era el caballero que solía ser, y se sentía impotente ante aquello. Si no podía defender su vida ni la vida de los que amaba, ¿de qué serviría estar vivo, después de todo?.



Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora