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Los días pasaban lentos en el Norte, el frío conseguía llegar a cada rincón de Invernalia, y el miedo provocado por la inminente guerra se dejaba ver en la cara de cada soldado, de cada mujer y hombre que habían decidido luchar por el Norte, y más importante aún, por los vivos.

Pero Brienne había olvidado lo que se avecinaba, pasaba las horas en la habitación con Jaime, sentada junto a su cama. No estaba dispuesta a salir de allí bajo ningún concepto, pues no confiaba en los hombres de los Stark, a pesar de que Sansa había ordenado que debía ser tratado con un invitado, sabía que allí los Lannister no eran bienvenidos, y que si alguien tenía oportunidad de acabar con uno de ellos, la aprovecharía.

Podrick se encargaba de llevarla la comida, y de mantenerla informada sobre la situación que vivía cada día el Norte. Ella asentía, pero realmente sus pensamientos no pertenecían a una guerra o a un lugar, le pertenecían solo a él.

Cada día esperaba la visita del maestre, quién traía consigo las correspondientes medicinas, le inspeccionaba y curaba las heridas, y le ponía nuevos vendajes.

- ¿Cuánto tiempo tardará en despertar? -. Preguntaba ella cada día, pues ya había pasado una semana desde que lo encontró en las puertas de Invernalia, y no parecía dar señales de mejorar, lo que la hacía pensar en la posibilidad de que nunca llegase a despertar... "Mejorará, seguro que lo hará", se obligaba a pensar, para ahuyentar aquel pensamiento.

- Solo los dioses lo saben -. Era lo que siempre contestaba el maestre, y sin decir nada más, la volvía a dejar sola con él, en aquella habitación, la cuál cada día parecía más y más pequeña, como si el propio mundo se estuviese cerrando sobre ellos.

Los días siguieron pasando, y una gran mejoría pudo verse en las heridas del caballero, pues ya no era necesario vendarlas, lo que indicaba que en pocos días estarían totalmente recuperadas. Pero él seguía sin despertar, y nada indicaba que fuese a hacerlo pronto.

Brienne se encontraba allí sentada, como siempre, mirándole fijamente, y pidiendo a los dioses por su pronta recuperación, cuando alguien llamó a la puerta, interrumpiendo sus pensamientos.

- Adelante -. Dijo, sin levantarse de la silla, pues pensaba que sería Podrick con nueva información sobre la situación actual.

- ¿Como se encuentra? -. Una voz femenina hizo que se diese la vuelta, encontrándose con la mirada de Sansa, quién llevaba un vestido con los tonos grises propios de su casa, y un pelo de un rojo tan brillante como el propio fuego. 

Rápidamente se levantó, haciendo una reverencia a modo de disculpa.

- Perdonadme, Lady Sansa, no os esperaba aquí -. A lo que Sansa respondió con una sonrisa, acercándose con lentitud hacia donde ambos se encontraban.

- No hay por qué disculparse -. Dijo finalmente - Pero llevo sin veros bastante tiempo, y quería comprobar si todo seguía bien -. Quedándose quieta a los pies de la cama dónde se encontraba el Lannister clavó sus ojos en Brienne, haciendo que ésta agachase ligeramente la cabeza.

- Todo sigue igual, sus heridas se están curando, pero el maestre no sabe cuándo podría despertar -. El tono de su voz indicaba tristeza y esperanza a la vez, pues quería creer que los ojos verdes del caballero podrían volver a brillar pronto.

- Espero que eso suceda a la mayor brevedad posible, realmente lo espero -. Brienne sabía que Sansa estaba siendo totalmente honesta, sabía que de verdad quería que el caballero se recuperase cuanto antes, pues era necesario contar con el mayor número de soldados posibles para la gran guerra.

- Muchas gracias -. Contestó al mismo tiempo que volvía a hacer una ligera referencia con la cabeza.

- Aunque he de confesaros que no solo era ese el motivo de mi visita, necesito hablaros sobre algo importante -. Y se giró, hasta quedar en frente al fuego, mirando atentamente las llamas, escuchando como Brienne caminaba lentamente hacia ella.

- De lo que queráis, mi Lady -.

- Como bien sabéis, la guerra está al llegar, y a pesar de contar con el ejército de la madre de dragones, no tenemos soldados suficientes -. Su ojos  permanecían fijos en las llamas, pero su mirada era fría como el hielo - Necesitamos contar con cada hombre, mujer y niño que pueda empuñar una espada, y necesitamos alguien que les enseñe como hacerlo.

Tras unos segundos durante los cuales la habitación permaneció en silencio, escuchándose solamente el crujir de la madera bajo el fuego, Sansa continuó hablando.

- Y para ello os necesito, Lady Brienne -. Esto provocó en ella un gesto de sorpresa, pues el Norte contaba con soldados bien cualificados para aquella tarea - Os necesito porque sois en quién más confío, y porque sois la mejor espada que conozco. Necesitamos entrenarles lo mejor posible para poder hacer frente a los muertos.

Una sensación contradictoria se apoderó de Brienne, pues debía obedecer a quién había jurado lealtad, pero a su vez sentía que no podía abandonar al caballero, no mientras seguía inconsciente.

- Pero Jaime... -. Y sus ojos se posaron inmediatamente en el suelo, pues jamás había mostrado sus sentimientos ante nadie, haciéndola sentir avergonzada, pues Sansa se percató del tono rojizo que habían adquirido sus mejillas - No puedo dejarle solo -.

- No os preocupéis por él -. Y mostrando una gran sonrisa se acercó a ella, poniéndola una mano en el hombro, para tranquilizarla - Mandaré a alguien de mi confianza mientras estáis fuera, y no dejaré que se marche hasta que no volváis, os lo prometo.

No sabía a quién se refería, pero si Sansa confiaba en esa persona, ella también debía hacerlo, por lo que asintiendo con la cabeza accedió a su petición.

- Mañana al amanecer empezaréis -. Y con gesto de agradecimiento salió de la estancia, volviendo a cerrar la puerta tras ella, dejando a Brienne y Jaime solos, de nuevo.

Ella tomó asiento junto a él, en el borde de la cama. Se veía agotada, pues apenas descansaba, las ojeras eran más que notables y apenas si tenía apetito.

Su mirada se clavó fijamente en el rostro del caballero, quién a pesar del aspecto descuidado y la pérdida de peso provocados por su estado de salud, se veía igual de apuesto que siempre. "Por esto deben llamarle el león dorado de la casa Lannister" pensó, e inconscientemente agarró su mano, sintiendo su calor, lo que encontró reconfortante.

- Por favor, despertad -. Dijo, aferrándose aún más fuerte a la mano del caballero, dejando caer una lágrima por su mejilla. 

Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora