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El tono pícaro con el que el caballero había pronunciado aquella frase hizo que Brienne se estremeciera, aunque solo ella pudo notarlo. Necesitó unos segundos para volver a recomponerse, calmar su respiración, y seguir el camino que el Lannister había tomado segundos antes, en dirección al patio.

Él caminaba despacio, por lo que no tardó en alcanzarlo. Cuando llegó a su altura, no se miraron ni cruzaron palabras entre ellos, solo sonrieron mientras caminaban, pues nada más era necesario.

Una vez llegaron al lugar al que se dirigían, fueron conscientes de que el sonido de las espadas había disminuido ligeramente, pues muchos de los allí presentes de habían parado al ver que ambos llegaban juntos, sonrientes. Los susurros se hacían cada vez más evidentes, algo a lo que el Lannister parecía estar más que acostumbrado, pues no parecía molestarle en absoluto. Sin embargo, Brienne lo veía de otro modo. La enfurecía pensar que aquellas personas estaban más interesadas en lo que ocurría en su vida y en la del caballero que en aprender a pelear para sobrevivir a lo que se les venía encima.

- ¿Os he dicho que paréis de entrenar? -. Gritó furiosa, haciendo que aquellos que se habían detenido volviesen a lo que estaban haciendo, no sin antes poner ciertas muecas, mostrando su desacuerdo, pues ninguno estaba acostumbrado a que una mujer fuese quien les dijese como debían pelear.

Ser Jaime soltó una pequeña carcajada, pues le parecía realmente gracioso ver las caras de los hombres al tener que obedecer órdenes de una mujer que ni si quiera pertenecía al Norte. Pero a la vez en su fuero interno sentía el orgullo de saber que no había nadie mejor que ella.

El entrenamiento continuó sin ningún problema, el caballero se movía cada vez más rápido al mismo tiempo que sus músculos volvía a recuperar su fuerza. Y entre ambos enseñaban nuevas técnicas a aquellos que las necesitaban. El día pasó tan rápido que cuando quisieron darse cuenta estaban en el salón principal, comiendo empanada de ave y bebiendo vino.

Los días siguientes pasaron prácticamente iguales, sin ninguna nueva noticia que indicase cuando tendría lugar la gran batalla, por lo que seguían aprovechando todas las horas de sol posible para seguir preparándose.

Una semana había pasado, y nada parecía que iba a cambiar en un futuro cercano. Los soldados entrenaban, los altos cargos planeaban la batalla, cada uno ocupaba el lugar que debía, pues todo debía estar perfectamente planeado. Aquel día había amanecido nublado, el cielo parecía presagiar lo que se les venía encima.

Como cada mañana, tras comer algo, todos se reunieron de nuevo en el patio, y el sonido de metal contra metal comenzó a sonar de nuevo, pero esta vez había algo diferente. Brienne notó como unos copos de nieve rozaban el fino acero de su espada, lo que hizo que dirigiese su mirada al cielo. Al volver a bajar la vista, pudo verlo, unos ojos azules clavándose fijamente en ella, mirándola de arriba abajo, sonriendo como si verdaderamente se alegrase de verla allí.

Jaime se percató de que permanecía quieta, mirando fijamente a alguien a quién no reconocía. Vio a un pelirrojo, vestido como un salvaje pero acompañado de guardias de la noche, mirando fijamente a Brienne, con un brillo en los ojos que mostraba que realmente se sentía feliz de verla.

Una punzada le atravesó... "No puede ser", pensó, pues nunca pensaba que podría sentir celos de alguien, no cuando se trataba de Brienne. Pensaba que lo que ella sentía, lo sentía solo por él, pero... ¿y si no es así?, ¿y si hay algo más que ella nunca me ha contado?. Las dudas lo invadieron, algo que era nuevo para él, pues nunca le había ocurrido con Cersei, quizás porque lo que había sentido por ella nunca había sido tan fuerte, tan real.

- Brienne -. Dijo finalmente, haciendo que ella dejase de mirar en la dirección en la que se encontraba el pelirrojo para centrarse en los ojos verde esmeralda del Lannister.

- Yo... Lo siento -. Dijo casi en un susurro, colocándose de nuevo en la posición adecuada para continuar practicando. Pero el caballero no estaba dispuesto a dejar la conversación ahí.

- ¿Quién es él? -. No quería sonar celoso, pues sabía que si la exigía respuestas, quizás ella no le contaría nada, por lo que intentó sonar intrigado, curioso.

- ¿Él? -. Preguntó ella, mirando de nuevo hacia donde estaba el pelirrojo, el cual había desaparecido -. Él es Tormund Matagigantes, alguien a quién conocí en el Muro.

- ¿Solo un conocido? -. Esta vez los celos hacían acto de presencia, por lo que ella frunció el ceño.

- Si, solo un conocido, apenas he cruzado palabra con él -. Esto hizo que el Matarreyes respirase algo más tranquilo, pues sabía que Brienne no mentiría, pues no tenía motivo para hacerlo - Pero estaba en el muro, protegiéndolo -. No había caído en la cuenta de que Tormund estaba en el muro cuando éste cayó, por lo que era muy probable que trajese nueva información.

Sin decir nada más envainó su espada, y se dirigió hacia el interior de la fortaleza, pues necesitaba encontrar a Sansa para obtener respuestas. Solamente tardó unos minutos en llegar al salón principal, y como ella había sospechado, nueva información había llegado. Allí se encontraban todos los que tenían el poder. Tormund estaba hablando directamente con Daenerys y Jon cuando Tyrion se dio cuenta de su presencia allí, haciendo una ligera reverencia a modo de saludo.

Sansa se encontraba al fondo de aquella enorme habitación, por lo que avanzó silenciosamente hasta ella, para no interrumpir la conversación que tenían todos los demás allí presentes.

- ¿Sucede algo, mi Lady? -. Preguntó una vez llegó hasta donde Sansa se encontraba.

- El ejército de los muertos estará aquí antes del amanecer -. Aquellas palabras helaron la sangre de Brienne. Sabía que aquel momento llegaría, pero sentía que aún no estaba preparada para aquello, no estaba preparada para enfrentarse a la muerte.

Aquella reunión continuó largo rato, pues se zanjaron los últimos detalles, los últimos cabos sueltos. Ya solo quedaba rezar y pedir misericordia a los dioses, pues la suerte estaba echada.

- Disfrutad de la que puede que sea vuestra última noche en el mundo de los vivos -. Fueron las últimas palabras que se escucharon en aquella habitación antes de que todo el mundo la abandonase, pues Tyrion siempre intentaba bromear en momentos tensos, aunque aquella vez nadie parecía haberle escuchado. 

Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora