Todo el mundo corrió hacia el lugar que le correspondía. Las conversaciones cesaron, solo se escuchaba la respiración entrecortada que provocaba el miedo en cada persona que allí se encontraba. Habían entrenado duro, pero aún así sentían que no era preparación suficiente, pero ¿como podían estar preparados cuando se trataba de derrotar a la propia muerte?.
Jaime y Brienne había salido del castillo juntos, y se habían dirigido al frente del ejército, junto a los inmaculados que acompañaban a la madre de dragones, justo por detrás de donde se encontraban los dothrakis. Ambos se miraban con un miedo impropio de ellos, pues a pesar de haber luchado contra las mejores espadas de poniente, nada podía compararse a aquello.
Allí permanecieron lo que para ellos parecían siglos, esperando, sin escuchar nada más que el fuerte viento frío que recorría el Norte. Estaban decididos a luchar hasta su último aliento, pues su vida no podía acabar así, no ahora que habían encontrado la felicidad, no ahora que su corazón había encontrado su verdadero hogar.
El viento se hacía más fuerte por momentos, trayendo consigo una enorme nube blanca, quitándoles la poca visión que tenían de lo que había frente a ellos.
- Llegó la hora -. Dijo Jaime, mirando a Brienne con ojos tristes, pero al mismo tiempo esperanzados, pues si moría, al menos moriría habiendo elegido ser feliz. Ella asintió levemente, y ambos desenvainaron sus espadas.
Los dragones habían comenzado a surcar el cielo, ya no había marcha atrás, ya no había forma de escapar de allí. Era la hora de enfrentarse a lo peor que jamás habrían imaginado, era la hora de luchar por los vivos.
Los dothrakis fueron los primeros en enfrentarse a ellos, y los primeros en caer. Los caminantes habían acabado con ellos con mucha más facilidad de lo esperado, haciendo que el miedo aumentase entre todos los demás. Incluso había echo que muchos perdiesen aún más la esperanza de superar aquella noche con vida.
El ejército de caminantes avanzó con facilidad hasta quedar justo enfrente de los Inmaculados, donde se encontraban también Jaime y Brienne. Justo en ese momento, ambos dragones, montados por Daenerys y Jon, había comenzado escupir fuego, quemando todo aquello que se ponía a su alcance. "Ojalá hubiese más dragones" pensaba el caballero, sujetando su espada tan fuerte que sus manos se habían puesto blancas.
El ataque comenzó, y sorprendentemente esta vez fue mejor que la anterior, pues consiguieron aguantar sin demasiadas bajas dadas las circunstancias. Era difícil distinguir entre los vivos y los muertos, el sonido del metal se fundía con los gritos y con el sonido del fuego.
La lucha continuó largo rato, hasta que se vieron superados y tuvieron que retirarse al interior de Invernalia. Ambos seguían juntos, no se habían separado en ningún momento, y ambos sintieron cierto alivio al verse con vida después de lo que estaba sucediendo en el exterior de las murallas que ahora les protegían.
Aunque dicho alivio no fue duradero, pues los caminantes consiguieron atravesar las murallas, pues consiguieron escalarlas, lo que hizo que por otro lado también pudieran derribar la puerta que les impedía entrar por el portal principal.
Y la lucha volvió a hacerse frenética, la sangre brotaba desde prácticamente cualquier rincón, lo que no impedía a los que seguían con vida seguir luchando para que así siguiese. El caballero salvó la vida a Brienne más de una vez, pues se había visto repetidas veces acorralada por los muertos, pero también ocurrió al revés. Finalmente, se colocaron espalda con espalda, y siguieron aguantando los ataques continuos que recibían. A pesar de estar plenamente concentrados en la batalla, tenían una extraña sensación, pues nunca antes habían estando tan pendientes de proteger a alguien en pleno conflicto.
Las personas que habían caído se podían contar por miles, apiladas tanto en el interior como en el exterior del castillo. Los caminantes no paraban de entrar, su ejército parecía no tener fin, y las fuerzas de los que aún quedaban con vida estaban comenzando a fallar, el cansancio se estaba apoderando de ellos, lo que a su vez hacía que los errores que cometían fuesen más frecuentes, lo que podía costarles la vida.
Todo parecía perdido, pues no había manera de acabar con aquello. El rey de la noche montaba un dragón, y volaba por encima de ellos, seguido por los otros dos dragones. Pudo verse como incluso en el aire la lucha continuaba, haciendo que los dragones cayesen, juntos con aquellos que los montaban.
El rey de la noche se levantó, justo en frente de la entrada principal. Permaneció quieto, tranquilo, observando todo lo que estaba pasando a su alrededor. Una sonrisa apareció en su rostro frío, y lentamente levantó ambos brazos. Al mismo tiempo que sus brazos se elevaban, todos los que habían caído en la batalla aquella noche comenzaron a abrir sus ojos, siendo tan azules como el propio cielo.
Segundos después, no solo abrían los ojos, si no que se levantaban, volvían a caminar sobre la tierra, pero esta vez habían cambiado de bando. El ejército de los caminantes blancos se estaba haciendo aún mayor justo en frente de ellos.
"Todo está perdido" pensó Jaime, pues no había forma de salir de allí con vida, no si cada baja que ellos sufrían era un nuevo soldado para los muertos. A pesar de ello siguió combatiendo, pues lo haría hasta el final. Mientras la encarnizada lucha continuaba, vieron como el rey de la noche entraba en el patio de Invernalia, tan tranquilo como estaba antes, como si fuese inmune, como si nadie pudiese acabar con él. Varios fueron los que lo intentaron, pero acabaron formando parte de su ejército antes de acercarse a él.
Todos los que habían sobrevivido hasta aquel momento habían perdido la esperanza, aunque su coraje les hacía seguir adelante. Pero inesperadamente todo estaba a punto de cambiar. Jon atravesó la puerta que minutos antes había atravesado el rey de la noche, espada en mano, y acabando con todos los muertos que se encontraban en su camino.
Finalmente, allí se encontró, frente al rey de la noche, frente a quién era necesario eliminar para salir victoriosos. Jon agarraba su espada tan fuerte como podía, mientras que el rey de la noche desenvainó lo que parecía una espada echa de hielo, pero mucho más resistente que el metal de las espadas.
Comenzó su enfrentamiento, el sonido del metal contra el hielo era sordo, Jon caía una y otra vez, pues estaba agotado, y notaba la fuerza de su oponente caer sobre él. Cada vez que caía era más difícil volver a levantarse de nuevo, pero no tenía más opción que acabar con él. Las heridas que le estaba provocando estaban haciendo mella en él, aunque un golpe de suerte hizo que Jon le hiriese en un costado, pues se tambaleó ligeramente, quedando desprotegido unos segundos, algo que Jon supo aprovechar.
Pero esto solo hizo que enfureciera aún más, haciendo que sus ataques fuesen muchos más fuertes que los anteriores, volviendo a derribar a Jon, dejándolo acorralado entre la fría nieve del suelo y su espada. Ahora si, todo estaba perdido, nadie podría derrotarlo.
Repentinamente, el rey de la noche soltó a Jon y girándose, levantó su espada para parar una espada que intentaba acabar con él, haciendo que esta se hiciese añicos tan pronto como impactó con el frío hielo. Y allí quedó Brienne, sin nada con que defenderse, pero a su vez con una sonrisa que nada tenía que ver con lo que allí estaba ocurriendo.
Un puñal atravesó la espalda del rey de la noche, haciendo que este se deshiciese en mil pedazos. Brienne solo había sido una distracción para que Arya se acercase silenciosamente y pudiese acabar con él.
Su muerte estaba poniendo fin a todo, todos los muertos pertenecientes a su ejército estaba corriendo su misma suerte, incluso el dragón que montaba quedó tendido en la nieve. Solo quedaban cadáveres cubriendo Invernalia, pero no importaba, habían conseguido sobrevivir a pesar de todo, había vencido a la muerte.
Brienne buscó con la mirada al Lannister, pero al no encontrarlo corrió hacia el lugar donde habían estado peleando juntos, espada con espada. Al acercarse solo consiguió ver muertos apilados, y justo entre ellos, pudo ver la mano de oro del caballero.
- ¡NO! -. Gritó, justo al mismo tiempo que corría para sacarlo de entre aquel montón de cuerpos.
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Just Fire [Fanfic Jaime y Brienne]
RomanceLa gran guerra era inminente, el enfrentamiento entre vivos y muertos estaba más cerca de lo que nadie pensaba, pero aquello no era lo que ocupa los pensamientos de Ser Jaime. Fanfic sobre Ser Jaime y Lady Brienne.