Capítulo veinte.

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—Paige ¿me recuerdas? 

Era el chico que me había atendido en el bar el día de la fiesta, pero no recordaba su nombre y tampoco pensaba que el recordaría el mio. 

—Eh si claro. — salí de mi despabilo. —Hola. 

Sonrió. —Steve. 

Me sonroje ligeramente debido a que había salido pillada.— Lo siento, ha pasado mucho desde la fiesta, no soy buena con los nombres. 

Hizo un gesto con su mano quitándole importancia.— No te preocupes.

Asentí formando una linea con mis labios. 

—¿Y que haces en un lugar como este? 

—Soy una fiestera innata ¿acaso no se nota?

—Creo que cada una de tus palabras derrama ironía. 

—Eres listo.

Me miro con diversión.— Bien, esta vez enserio. 

—¿Siempre eres tan entrometido? 

Se encogió de hombros y se puso a mi lado en silencio. 

—Lamento comportarme así. —rasco la parte trasera de su cabeza.— Se que no te agrado demasiado y lo entiendo, el día de la fiesta no comenzamos de la mejor manera, además te estaba incomodando. Me gustaría empezar de nuevo pero esta vez bien, me agradas Paige. 

Lo mire con cierto recelo y asentí.— Si tienes razón. —voltee para quedar frente a el.—  Soy Paige.—extendi mi mano y el la tomo con una sonrisa. 

—Steve Malarkey, a tus ordenes.  —me guiño el ojo. 

Sonreí. 

—¿Que te parece si te invito a jugar una partida de billar? Sera una manera de limar las perezas. 

—Me parece bien. 

—Pero quiero advertirte que soy un gran jugador, sera difícil que me venzas.— hizo un gesto para que lo siguiera hasta una de las mesas. 

—No cantes victoria aun.— dije con diversión. 

—Bien, solo no quiero dejarte llorando.

-

—Mierda, mierda, mierda.— dijo con exasperación. —Como mierda has ganado, joder, no. 

Unos hombres se habían puesto a nuestro alrededor para ver el juego, ellos solo reían y me felicitaban cada vez que ganaba, lo que me hacia tener una sonrisa de autosuficiencia en mi rostro.

Que puedo decir, soy muy competitiva.

—Aprendo rápido. —dije con burla. 

Me miro mal. —Es imposible, me has ganado a mi y eres una chica. 

—No seas machista. —rode los ojos.— Y no solo te he ganado, te he aplastado. —rei al notar su cabreo.

 Alzo las manos en forma de rendición. 

—Bien tienes razón, aunque quiero la revancha.  

—Si eso te deja conforme. 

—Tu lo has dicho.  —sonrio.

Los gritos de los demás hicieron que lleváramos nuestra atención al otro extremo de la fiesta.

 —Ya han llegado. — Steve bufo a mi lado.

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