Capítulo treinta y seis.

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Reí sobre sus labios cuando chocamos contra la puerta de mi habitación.

Sus manos se pasearon por mi espalda hasta que finalmente se ubicaron en mis caderas, clavando sus dedos sobre la tela del vestido.

Su cuerpo arrincono al mío contra la muralla haciéndome gemir.

Pase mis dedos por su cabello, masajeando y tirando de él. Gruño y bajo sus manos hasta mi trasero apretándolo y levantándome haciendo que por inercia  mis piernas se envolvieran en sus caderas.

Mordió mi labio inferior y tiro de él.

Nos separamos solo unos milímetros por falta de aire antes de que nuestras bocas se volvieran a juntar.

El fuerte ruido de la puerta siendo cerrada hizo que abriera los ojos.

Empuje levemente su pecho apartándolo y el emitió un quejido.

— ¿Algo está mal? —Me miraba mientras su pecho subía y bajaba con rapidez. Su cabello se encontraba completamente  desordenado y sus labios se encontraban ligeramente más rojos e hinchados.

Mordí mi labio inferior.

—Escuche la puerta.

—Pues yo no. —Se encogió de hombros y volvió a acercarse a mí con la intención de volver a la sesión de besos que estábamos teniendo.

La sonora carcajada de un chico se escuchó seguida del regaño de una mujer.

—Vale, no puedes decir que no has oído eso. —Alce una de mis cejas.

—Nop. — Puso cara de inocencia.

Reí. — Ya bájame.

—Está bien. —Bufo y me soltó.

Cuando mis pies volvieron a tocar el suelo él se aparto

—Espérame aquí, los chicos deben estar en la sala. —Bese sus labios por última vez antes de salir.

—Te detesto. —Ella gruño. 

No pude evitar reír al ver la cómica escena que estaba pasando.

Jake se encontraba completamente ebrio abrazado de los hombros de Halley, mientras que esta luchaba para que el no cayera al suelo.

Ambos me miraron. 

Una gran sonrisa apareció en el rostro de Jake.

— ¡Paige estas aquí!  —Él se  balanceo un poco mientras hablaba por lo cual tuve que correr y tomar su otro brazo y así darle estabilidad.

—Yo te quiero. —Dijo con dificultad mientras acariciaba su cabeza contra mi cabello.— Mucho. 

Reí. —Si Jake, yo igual.

—Me alegra tanto que encuentres divertido esto. —Halley bufo.

—Vamos, ¿Por qué estás tan enojada? —Dije mientras dejábamos que  él se sentara en uno de los sofás.

—Este imbécil nunca bebe, porque él es el que conduce y justo hoy se le ha pasado la idea por la cabeza de beber todo lo que había a su paso. ¡Tuve que cuidar de el como si fuera un niño! 

—Ya le tenía que tocar, no seas egoísta.  —Reí.

—No soy egoísta. —Se quejó pero de pronto frunció el ceño. —¿Por qué estas vestida así?

Mierda, claro que Halley me preguntaría ese pequeño detalle.

—Oh... veras. —Pase una mano por mi cabello sin hallar las palabras exactas para comenzar a explicarles.

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