Capítulo treinta y tres.

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Trague saliva al escuchar sus palabras.

—Yo... yo lo siento mucho pero no puedo ayudarlos. —Aparte la vista. 

—Claro que puedes, ven conmigo y habla con el, tengo la sensación de que te escuchara.

—No quiere verme. —Musite.— Y yo tampoco quiero hacerlo. 

Ryan golpeo el volante con frustración haciendo que me sobresaltara.  

—Debo irme. —Hable con rapidez y abrí la puerta para salir. 

—Paige. —El alzo la voz a mis espaldas haciendo que me detuviera. —Te necesita. 

Mi respiración se detuvo al oír sus palabras pero reanudé mi caminar sin mirar atrás, por ultimo sentí como hizo partir el motor antes de desaparecer del lugar. 

Cuando llegue a las gradas me di cuenta que el partido había terminado. Halley me interrogo el porque tarde tanto a penas llegue a su lado, me excuse diciendo que vi el juego desde atrás y ella pareció quedar conforme porque no volvió a preguntar nada mas. 

Jake estaba demasiado animado cuando llegamos al departamento. Su equipo había vencido 28 por sobre el marcador de los visitantes que tan solo obtuvieron 16 anotaciones. En el camino a casa hablo del juego en todo momento, tanto como Halley lo hizo de los jugadores.

—Ire a cambiarme. —Dije mientras me dirigía al baño de mi habitación. 

—No tardes demasiado, vamos a ir a la celebración en casa de Paul. —Jake me sonrió. 

Le sonreí en respuesta. 

Cerré la puerta y apoye mis manos en el borde del lavado.

Las palabras de Ryan no dejaban de rondar por mi cabeza.

Solté un suspiro antes de abrir el grifo y mojar mi cara para después secarla con una toalla. 

Las maletas que Colton había traído el día anterior se encontraban en un rincón. Fui hasta ellas y las abrí rebuscando en su interior. 

Mis manos llegaron hasta la tela blanca de un vestido. 

Trague saliva y lo volví a dejar en su lugar.

Pase una mano por mi cabello desordenándolo. 

Salí de mi habitación y avance hacia la puerta principal. 

—¿No te ibas a cambiar? —Jake frunció el ceño.

—No podre ir, debo hacer algo importante. —Susurre antes de abandonar el lugar.  

  

Un taxi no tardo en parar y entre en el indicando la dirección. 

Mis manos temblaban. El camino fue completamente silencioso, mi mente era un revoltijo de pensamientos, todos los cuales trate de ignorar. 

Cuando se detuvo en frente de la gran casa mordí el interior de mi mejilla intentando disipar los nervios que sentía. 

Pague y baje del automóvil. Tome una bocanada de aire antes de correr hacia la entrada, la puerta se encontraba semi abierta por lo cual decidí pasar sin tocar. 

Todos se encontraban en la sala en silencio, sus manos estaban puestas en sus cabeza demostrando la preocupación que había en ese momento. Al notar la presencia de alguien levantaron la vista.  

—Paige, no esperaba verte por aquí. —Chaz se acerco a mi mirándome con confusión. 

—¿Que haces aquí? —dijo Christian.

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