Kageyama
Hace más de quince minutos que las clases han terminado, pero ese enano de pelo naranja todavía no ha aparecido. Probablemente se ha olvidado de que durante la cena del día anterior quedamos en vernos en la sala de descanso otra vez, o quizás simplemente se ha arrepentido. Eso último tiene más sentido porque, ¿quién querría pasar tiempo conmigo por su propia voluntad? Hasta ahora, el no tener una buena personalidad no era algo que me quitara el sueño, pero después de lo ocurrido con esos chicos de mi clase no paro de darle vueltas al tema, pues no quiero pasar solo los cuatro años de Universidad.
Inexplicablemente, continúo esperándole durante diez minutos más, a pesar de que no paro de repetirme a mí mismo que es más que evidente que no va a venir. Sin embargo, una pequeña parte dentro de mí me obliga a seguir aquí porque, ¿y si después de todo aparece?
Justamente en ese momento veo aparecer una cabellera anaranjada que busca a alguien frenéticamente por toda la sala hasta que, finalmente, nuestros ojos conectan. Una sonrisa de alivio aparece en su rostro a la vez que se dirige hacia mí a toda velocidad.
- ¡Perdón por el retraso! -Se disculpa Hinata en un tono de vez demasiado elevado una vez que se encuentra ante mí. Asiento con la cabeza como si no fuera la gran cosa, pero la verdad es que siento algo parecido a la alegría en este momento-. ¡Es que cuando me estaba dirigiendo hacia aquí un chico de intercambio me preguntó si le podía indicar dónde estaba la secretaría, pero como no sabía cómo explicárselo le acompañé hasta allí y me quedé con él hasta que entró en la sala por si acaso tenía más problemas!
- No me tienes que dar explicaciones.
Hinata gruñe ante mi respuesta a la vez que sus mejillas adoptan un tono rojizo debido a mi respuesta. Siento ganas de pegarme un tortazo en ese momento por haber sido tan brusco. Para haber estado pensando tanto en mejorar mi personalidad, sigo actuando como un completo imbécil con personas que no me han hecho absolutamente nada, como por ejemplo este enano.
- ¿Jugamos o qué? -Inquiero, captando la atención del chico, que sigue teniendo una expresión enfurruñada. Hinata me quita de las manos una de las palas de mala manera y, a continuación, se coloca detrás de uno de los extremos de la mesa de ping pong. En ese momento, su expresión cambia por completo-. ¿Veinticinco puntos?
- ¿Qué te parece si añadimos algo para hacerlo más interesante? -Miro a Hinata con una ceja enarcada tras esa pregunta, dando lugar a que siga hablando-: El que gane, puede pedirle al perdedor que le invite a lo que quiera.
- ¿No crees que eso no es beneficioso para ti?
- ¿Por qué dices eso? -Replica Hinata, irritado por mi respuesta-. ¿No te acuerdas de que te dije que te ganaría sí o sí la próxima vez? Ve preparando tu cartera, Idiotayama, porque quiero lo más caro de la cafetería.
El comentario de Hinata consigue que me hierva la sangre. ¿Cómo se puede ser tan cabeza hueca? Es obvio que no va a ganar, necesitaría un milagro para hacerlo. He intentando advertirle, pero si no quiere oírme no me queda más remedio que enseñarle una lección. Lo que no sé es qué le puedo pedir, pero supongo que se me ocurrirá algo más adelante.
Sin previo aviso, lanzo la pelota, consiguiendo que Hinata suelte un grito debido a la sorpresa de mi ataque tan repentino. Una expresión de fastidio cruza mi cara después de oírle, ¿es que no sabe hacer otra cosa que no sea gritar? Si estuviéramos solos no me molestaría, pero hay más personas en esta sala de descanso, personas que posan sus ojos sobre nosotros cada vez que alza su tono de voz.
Durante el tiempo que dura el partido, Hinata suelta interjecciones de todo tipo sin parar. He de admitir que algunas son bastante graciosas, sobre todo las que se le escapan cuando consigo anotar un punto. Esas interjecciones son las que más se repiten, de forma que el partido termina antes de lo previsto. No esperaba que durara una hora ni mucho menos, pero tampoco veinte minutos.

ESTÁS LEYENDO
Habitación 212
FanfictionKenma ha esperado durante toda su vida el momento de ir a la Universidad. Lo que más ansiaba era conocer a su compañero de habitación de la residencia de estudiantes, pero al llegar allí tiene que hacer frente a su primera gran desilusión. No obstan...