La alarma me despierta a la mañana siguiente, pues se me olvidó desactivarla. La única diferencia con los demás días es que, en esta ocasión, me despierto al primer tono porque no he sido capaz de coger un sueño profundo al lado de Kuroo, todo gracias a mis nervios.
Medio adormilado todavía, siento algo aferrándose a mí que me transmite calor. Cuando mis ojos se acostumbran a la luz que entra por la ventana, vislumbro los brazos tatuados de Kuroo en torno a mi cintura. A pesar de que a lo largo de la noche he sido capaz de controlar mis nervios (aunque me costó un buen rato quedarme dormido), esta escena ha conseguido que mis pulsaciones se disparen otra vez.
En el momento en el que nuestros ojos conectan, Kuroo parece que acaba de ver a un muerto por la expresión que pone. Probablemente no se esperaba que me despertara tan rápido cuando, normalmente, me cuesta la misma vida levantarme de la cama.
- Necesito ir al baño.
Kuroo desaparece de mi lado con tanta rapidez que, por un momento, pienso que lo que acaba de ocurrir ha sido solo un buen sueño. Sin embargo, la sensación de añoranza que me invade cuando retira sus brazos de alrededor de mi cuerpo es un buen indicador de que, efectivamente, no ha sido producto de mi imaginación.
Una vez que me he desecho del aturdimiento inicial, vuelvo a la realidad: los chicos se reunirán en el comedor dentro de poco y se preguntarán por qué demonios no bajo. Tengo que escribirle un mensaje a Akaashi para explicarle por encima lo que ha pasado e inventarme una excusa lo suficientemente convincente como para que se la traguen sin hacer demasiadas preguntas.
"Hoy no voy a ir a clase porque Kuroo me arrastró a una fiesta. Ya no estamos enfadados. Diles a los chicos que la cena de ayer me sentó mal o algo por el estilo, por favor. Cuando nos veamos te contaré todo con más detalle".
Justamente cuando le envío el mensaje a Akaashi, Kuroo sale del baño. Pensaba que haría algún comentario sarcástico acerca de lo que ha ocurrido, pero parece un tanto nervioso.
Sin pronunciar una sola palabra, se dirige hacia el armario para vestirse con lo primero que encuentra. Eso me hace sentir un poco ansioso, porque si pretende escabullirse o si la cosa se vuelve incómoda entre nosotros tras habernos despertado así, no sé qué haré.
- Bokuto está abajo -me informa Kuroo-. Voy a llevarle las llaves del coche en un momento.
Cuando asiento con la cabeza, Kuroo sale de la habitación velozmente. No me cabe duda alguna de que me quiere evitar a toda costa, pero no termino de comprender a qué se debe esa vehemencia. Solo ha sido un abrazo... ¿tanto le ha repugnado ese contacto? Si es así, no debería haberme pedido que durmiera con él para evitar que algo así ocurriera.
Como no quiero seguir teniendo ese tipo de pensamientos negativos, me levanto de la cama para hacer algo productivo al menos. Aprovechando que Kuroo no está aquí, puedo cambiarme el pijama por la ropa de calle con tranquilidad. Además, también puedo utilizar el baño para realizar todas mis necesidades mañaneras sin tener que preocuparme por estar acaparándolo.
Kuroo me encuentra sentado sobre mi cama jugando con el móvil cuando vuelve a la habitación. A pesar de que no le estoy mirando, puedo sentir a la perfección su mirada penetrante sobre mí.
- Creía que estarías durmiendo otra vez -bromea, tomando asiento a mi lado. Levanto los ojos del móvil para mirarle con el ceño fruncido, exactamente lo que quería, tal como muestra su sonrisa triunfante-. Me alegro de que no sea así porque tengo la sensación de que ese sitio de cereales va a estar ridículamente lleno y, cuanto antes lleguemos, mejor.
- He decidido aprovechar el tiempo mientras no estabas -tras mis palabras, Kuroo me mira a mí y a la cama en la que hemos dormido alternativamente con una ceja arqueada. Sé exactamente a lo que se refiere a pesar de que no lo ha dicho con palabras-. No pienso hacer tu cama.

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Habitación 212
FanficKenma ha esperado durante toda su vida el momento de ir a la Universidad. Lo que más ansiaba era conocer a su compañero de habitación de la residencia de estudiantes, pero al llegar allí tiene que hacer frente a su primera gran desilusión. No obstan...