Habitación 212

18.1

Kuroo

Justamente cuando llego a la residencia tras haber pasado toda la tarde en el apartamento de los chicos, Lev sale al pasillo. Nuestras miradas se cruzan, pero hace como si no existiera, pues se dispone a continuar con su camino.

A pesar de que me gustaría entrar en la habitación para tumbarme en la cama, las palabras de Kenma del otro día retumban en mi cabeza: "tienes que hablar con Lev para arreglar las cosas". En realidad, el único que parece tener un problema aquí es él. Desde el primer momento se muestra receloso conmigo sin razón alguna, así que es lógico que no me comporte de forma amable con él. No obstante, como Kenma me lo ha pedido expresamente, no me queda más remedio que hacerlo.

—No hagas como si no estuviera aquí —le recrimino. Lev me mira con fastidio, pero se detiene, que es lo realmente importante—. Ahora podemos mantener una conversación como dos personas civilizadas, ¿ves lo fácil que era?

—Pero no tenemos nada de lo que hablar.

—Kenma opina que sí —tal como pensaba, al mencionar su nombre, la actitud de Lev cambia radicalmente—. Me ha pedido que intentemos llevarnos mejor porque se nota demasiada tensión en la mesa. Yo le dije que no tenía ningún problema contigo, pero tú conmigo sí al parecer.

—No te equivocas.

—Pues explícame ese problema para solucionarlo —exijo, cruzándome de brazos.

Lev se acerca más a mí para poder conversar sin problemas, pero es tan alto que resulta un tanto imponente.

—No me pareces buena persona.

—Juzgar a las personas por su aspecto no está bien.

—Me baso en lo que le hiciste a Kenma —responde sin pelos en la lengua—. Estuvo mal por tu culpa durante toda una semana porque decidiste ignorarle.

—Siento decirte que eso no es tu problema —espeto, ligeramente irritado por haber traído a colación algo así—. Creo que te preocupas demasiado, Lev, ¿no será que te está empezando a gustar?

—Si te digo que sí, ¿te supondría algún problema?

—Para nada —repongo—, pero te desearía mucha suerte.

—Otra razón por la que no me gustas es porque nunca hablas claro —esbozo una sonrisa divertida ante sus palabras, pero Lev frunce el ceño—. Bueno, quieres que nos comportemos en el comedor a partir de ahora, ¿no? Pues tienes mi palabra de que lo haré, al menos por Kenma.

—Por Kenma —repito, antes de entrar en mi habitación.