De vuelta en el comedor de la residencia, solo que en esta ocasión para almorzar después de la Universidad, sigo pensando en Kuroo. No puedo sacarme de la cabeza todo lo que ha ocurrido esta mañana desde que tuvo que despertarme hasta que se despidió de mí tras la clase de Filosofía del Derecho. Sé que su actitud juguetona va a causarme muchos problemas, pero eso a él no parece importarle lo más mínimo. Por otra parte, ¿por qué debería importarle? Ni siquiera me conoce lo suficiente como para sentir un ápice de aprecio hacia mí. Además, los chicos como él seguro que están acostumbrados a crear ese tipo de problemas.
La idea de Lev de pedir el traslado de habitación retumba en mi cabeza. Probablemente esa es la opción más sensata, pero no quiero alejarme de él. Quiero seguir conociéndole, aunque si cruzamos cuatro frases me haga sonrojar en tres de ellas.
- Estás pensativo.
La voz de Hinata me saca de mis pensamientos. No sé cuánto tiempo hace que no intervengo en la conversación, al igual que tampoco sé cuánto tiempo llevo enrollando los espaguetis en el tenedor.
- No pienses más en lo de esta mañana -interviene Akaashi, haciendo referencia a la llamada de atención del profesor. La verdad es que eso ni siquiera me preocupaba ahora porque, pensando de forma objetiva, ni siquiera recordará mi cara a estas alturas.
- No merece la pena -asegura Lev, mirándome con una sonrisa dulce. A pesar de que tan solo había transcurrido un día desde que Kuroo llegó a nuestras vidas, parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que vi esa faceta del chico mitad ruso que está sentado delante de mí.
Los demás, al corriente de lo que ha ocurrido, pues nada más encontrarnos en el comedor Akaashi ha contado lo sucedido, asienten con la cabeza. Tengo que admitir que me alegra que se preocupen tanto por mí, a pesar de que el motivo de mi cara larga es totalmente distinto a lo que ellos piensan.
Una vez que terminamos de almorzar, cada uno tira por un camino diferente: Hinata va a un supermercado cercano a la residencia para comprar provisiones debido a que a las que tenía se habían acabado; Akaashi vuelve a su habitación, que se encuentra en una dirección totalmente opuesta a la mía, y Lev me acompaña de vuelta a nuestras respectivas habitaciones.
El camino es silencioso, algo que agradezco enormemente. Sin embargo, cuando estoy a punto de introducir la llave en la cerradura, Lev me pregunta si me gustaría ir a la biblioteca esta tarde con él.
- Lo siento -me disculpo por lo que viene después-, pero no me gusta ir a la biblioteca a estudiar. Aunque es un poco raro porque la gente suele ir allí buscando silencio, a mí eso me incomoda.
- No te preocupes -asegura él con una sonrisa. Ojalá mostrara siempre ese lado tan dulce-. Por cierto, no pienses más en Kuroo. Todos se han tragado antes que estabas pensativo porque un profesor te ha llamado la atención esta mañana, pero a mí no me engañas. De verdad que no merece la pena. Bueno, nos vemos por la noche.
Asiento con la cabeza, un poco aturdido por sus palabras, e intento corresponder a su sonrisa. A continuación, entro en mi habitación. Tan solo cuando me encuentro entre esas cuatro paredes que ahora me resultan tan familiares me permito exhalar un gran suspiro.
Justamente al tumbarme en mi cama, es decir, la cama de la derecha, recuerdo que a partir de esta noche tengo que dormir en la de la izquierda, así que me levanto inmediatamente para recostarme en la otra.
En cuanto que mi espalda toca el colchón pienso que Kuroo ha estado en esa misma posición tan solo unas cuantas horas atrás llevando puesto únicamente un pantalón de pijama e, instantáneamente, mi cara arde como si no hubiera un mañana. Me incorporo rápidamente, moviendo la cabeza de un lado a otro frenéticamente como si así pudiera apartar de mi mente los pensamientos que la estaban surcando en ese momento.

ESTÁS LEYENDO
Habitación 212
FanficKenma ha esperado durante toda su vida el momento de ir a la Universidad. Lo que más ansiaba era conocer a su compañero de habitación de la residencia de estudiantes, pero al llegar allí tiene que hacer frente a su primera gran desilusión. No obstan...