Akaashi
Mientras me dirijo al patio, no paro de darle vueltas al último mensaje de Bokuto, en el cual me preguntaba si podíamos hablar por teléfono. Esa petición me resulta un tanto extraña porque, hasta ahora, solo nos hemos comunicado a través de mensajes. No obstante, le respondo que por supuesto, pero que espere a mi llamada, pues quiero estar en un lugar que me brinde más privacidad debido a que en mi habitación está Kageyama.
Bokuto responde inmediatamente, tal como esperaba. Sin embargo, después de saludarnos con normalidad, la línea permanece en silencio durante un rato bastante grande. Sé que a algunas personas les resulta incómodo el hablar por teléfono, pero dudo seriamente que Bokuto sea una de ellas.
—Akaashi —pronuncia mi nombre con seriedad, dando lugar a que trague saliva abruptamente—. Cuando has preguntado esta tarde si los demás teníamos tatuajes como los de Kuroo, ¿es porque te gustan ese tipo de tatuajes?
No entiendo demasiado bien a cuento de qué viene esa pregunta, pero, igualmente, respondo con seriedad.
—Era solo por curiosidad —digo, inseguro—. Kuroo-san tiene demasiados tatuajes para mi gusto, pero he de reconocer que tiene algunos que me resultan llamativos. Supongo que prefiero tatuajes más pequeños como el de Iwaizumi-san.
—Entonces el mío no te gustó.
El cómo ha llegado a esa conclusión me resulta un misterio, pero a la vez me siento ligeramente culpable por haberle hecho pensar algo así. La verdad es que no tengo ninguna excusa más allá de que estaba demasiado ocupado intentando recobrar la compostura después de que se quitara la camiseta sin avisar como para mostrar mucho entusiasmo por el tatuaje, pues solo me faltaba comenzar a babear ahí en medio para que todos los presentes se echaran a reír a carcajadas. Solo pensar en la primera imagen que le he dado a sus amigos me da dolor de cabeza.
—Sí que me gustó, creo que va acorde contigo —respondo finalmente, utilizando un tono de voz tranquilizador que ni sabía que tenía hasta ese momento—. Para que no vuelva a haber malentendidos en el futuro te aviso de que no soy precisamente una persona muy expresiva, así que quizás no reacciono como te gustaría.
—Me gustas hagas lo que hagas.
La franqueza con la que me habla no para de sorprenderme, al igual que mis propias reacciones ante sus actos y palabras tampoco dejan de hacerlo. Nunca pensé que me encontraría en un lugar relativamente público, tapándome media cara con la mano que tengo libre para que la gente no se percate ni de mi sonrisa estúpida ni de lo sonrojado que estoy.
—Y, por cierto, sí que eres expresivo —añade Bokuto, en vistas de que no tengo pensado hablar pronto—.Quizás no con la cara, pero tu lenguaje corporal dice mucho si te fijas bien.
—Es la primera vez que alguien me dice eso.
—Pues me alegro de ser el primero —repone, alegremente.
La sonrisa estúpida se ensancha todavía más. Lo único en lo que puedo pensar es en la imagen tan lamentable que debo estar dando ahora mismo, así que, antes de avergonzarme más todavía, decido cambiar el rumbo de la conversación.
—Bokuto-san, ¿querías que te llamara solo para preguntarme por Kuroo-san?
—Perdón por haberte molestado —dice con voz queda—. No sé cómo explicarlo bien, pero Kuroo tiene un aura demasiado genial, así que tenía miedo de que lo que ocurrió el viernes pasado fuera solo por pena.
—En primer lugar, no me molestas. Puedes llamarme siempre que lo necesites, pero respetando los horarios de sueño a no ser que sea algo realmente urgente —escucho la risa de Bokuto al otro lado de la línea tras mi advertencia—. En segundo lugar, Kuroo-san no me gusta de esa forma, pero, en el caso de que fuera así, me habría colado en su habitación hace mucho tiempo cuando Kenma-san estuviera en la ducha —ahora, Bokuto se queja al otro lado de la línea, pero su tono de voz vuelve a ser animado—. Y, por último, lo que pasó el viernes pasado no fue por pena, fue algo que quería hacer desde hace tiempo. Así que, Bokuto-san, no te preocupes más porque solo te quiero besar a ti.
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Habitación 212
FanfictionKenma ha esperado durante toda su vida el momento de ir a la Universidad. Lo que más ansiaba era conocer a su compañero de habitación de la residencia de estudiantes, pero al llegar allí tiene que hacer frente a su primera gran desilusión. No obstan...