22.2

1.9K 312 210
                                    

Aviso: este capítulo tiene escenas +18, así que, si os sentís incómodos leyendo este tipo de cosas, podéis ignorarlo porque no es relevante para la historia.

Bokuto

Es un hecho que Akaashi es un chico atractivo, pero esta noche ha llevado la definición de esa palabra a un nivel completamente distinto. Quizás es porque tiene un aire salvaje al llevar los primeros botones de la camisa sin abotonar; quizás es porque ha bebido tanto que se está permitiendo soltarse un poco, mostrando así un lado más relajado; o, quizás, es por la forma en la que la purpurina que Oikawa le ha obligado a ponerse alrededor de los ojos brilla bajo las luces de colores.

Sea cual sea la respuesta correcta, parece que todo el mundo con el que Akaashi se cruza en su camino hacia mí se percata de que esta noche, literalmente, brilla como una estrella.

—Bokuto-san —dice en mi oído al llegar a mi altura. No puedo evitar sonreír al oír su voz tan cerca, pensando, una vez más, que he gastado toda mi suerte de cinco años al conseguir que alguien como él se fije en mí—. Perdón por decirte algo así, pero tengo muchas ganas de follarte.

Escuchar de sus labios esa palabra tan vulgar cuando normalmente nunca dice nada que esté fuera de lugar me excita demasiado, mucho más de lo que me gustaría admitir. Pero, sin duda alguna, lo más estimulante de todo es que a pesar de lo que me acaba de decir, su expresión no se ha turbado en lo más mínimo.

—Podemos ir a tu residencia —propongo, con voz ronca.

—Mejor en tu apartamento.

Quiero negarme o, al menos, preguntarle por qué, pues su residencia está muchísimo más cerca. Sin embargo, lo único que puedo hacer es asentir con la cabeza y dejarme guiar por Akaashi entre toda la multitud para salir al exterior de la discoteca, donde, por suerte, encontramos un taxi sin dificultad.

Akaashi está tan tranquilo durante todo el viaje que sería imposible que alguien adivinara lo que me ha dicho en el oído hace tan solo un par de minutos. Su actitud contrasta totalmente con la mía, pues me siento realmente nervioso al pensar en lo que puede ocurrir en el apartamento porque no quiero arruinarlo todo ahora después de lo mucho que hemos avanzado a lo largo de las últimas semanas.

En cuanto que entramos en el apartamento, Akaashi toma mi mano una vez más, pero en esta ocasión para guiarme hacia el sofá, donde ambos tomamos asiento. El chico me mira, con expresión seria.

—No tienes por qué estar tan tenso.

—Ya lo sé —digo, pasándome las manos por el pelo con frustración—. Pero es que nunca antes había hecho algo así con alguien que me importara tanto como tú. Además, has bebido mucho, así que no quiero que sientas que me aprovecho de ti o algo parecido.

—Llevo fantaseando con esto desde que te vi por primera vez —confiesa, arrodillándose en el suelo delante de mí—. Mañana probablemente me arrepentiré de decir todas estas cosas, pero el alcohol me hace hablar de más. De cualquier forma, no te estás aprovechando de mí, más bien sería al contrario.

El pulso se me ha acelerado tanto que no puedo ni siquiera formular una respuesta coherente, así que suelto una risita nerviosa. Akaashi, impasible como un tímpano, continúa con lo que estaba haciendo.

Cuando termina de acomodarse entre mis piernas, me quita la correa hábilmente. A pesar de que no ha hecho nada para estimularme, siento un cosquilleo demasiado familiar en mis partes bajas.

—Entiendo a lo que te refieres —añade, bajando la cremallera de mi pantalón sin dejar de mirarme a los ojos—. Podemos dejar eso para un momento en el que ambos estemos sobrios, pero déjame hacer esto al menos.

Akaashi baja el último trozo de tela restante para dejar al descubierto mi incipiente erección. El chico pierde la compostura durante un breve instante, sorprendido, pero rápidamente vuelve a hacer contacto visual conmigo para pedirme permiso de forma silenciosa.

Asiento con la cabeza, tragando saliva abruptamente a la vez que me aferro con fuerza al sofá, expectante ante lo que va a ocurrir. Puedo confirmar que nunca antes había estado tan excitado como ahora.

Un segundo más tarde, la boca de Akaashi se encuentra alrededor de mí, abarcándome por completo. Siento un placer abrumador recorrer cada centímetro de mi cuerpo, tanto que hasta me muerdo el labio inferior para no hacer ruido.

—No hagas eso, Bokuto-san —me regaña el chico, abandonando su tarea tan solo por un breve instante—. Quiero oírte.

Habitación 212Donde viven las historias. Descúbrelo ahora