22

2.4K 340 282
                                        

La temperatura cálida de septiembre se ve sustituida en octubre, sobre todo a finales, por un tiempo más frío. Sin embargo, no solo se enfría el ambiente, sino también mi relación con Kuroo gracias a mi maravillosa petición. Lo peor de todo es que durante todo ese tiempo un fantasma del pasado vuelve a acecharme: Yaku. Cuando Kuroo me dijo que se estuvo torturando prácticamente todo el año pasado pensando en lo que podría haber sido de su relación con Kai si hubieran continuado saliendo a distancia, comencé a cuestionarme qué habría sido de mí si me hubiera confesado a Yaku en su momento.

Así, entre mis propios pensamientos, la residencia, el apartamento de los chicos y, sobre todo, la Universidad, llegamos al último día de octubre: Halloween. Como Halloween cae este año en jueves, el día siguiente, es decir, el viernes, no hay clase, de forma que me comprometo con mis padres a coger el tren a primera hora de la mañana para pasar el fin de semana en mi casa. Sin embargo, al hacer esa promesa no contaba con un detalle tan importante como que los chicos me obligarían a ir con ellos a una fiesta de Halloween. Bueno, en realidad no me obligan, simplemente me repiten tantas veces que tengo que ir a la fiesta más legendaria del año que, antes de perder los estribos, acepto ir. De esta forma consiguen convencer también a Akaashi.

A pesar de que la fiesta no es de disfraces (afortunadamente), Oikawa tiene la idea de embadurnarnos la cara con purpurina a todos. Cuando digo a todos hablo también de Daichi e Iwaizumi, aunque este último está totalmente en contra, pero probablemente acepta porque Oikawa es quien se encarga de maquillarle.

Cuando llegamos a la discoteca, tal como imaginaba, nos dividimos en dos grupos, pero lo agradezco porque si me llegan a arrastrar a bailar sin haber ingerido ni una sola gota de alcohol me vuelvo a la residencia sin pensarlo. Los que nos quedamos en la barra comenzamos a beber a un ritmo bastante rápido, sobre todo Akaashi, pero, sorprendentemente, tiene una gran resistencia al alcohol, pues actúa exactamente igual que siempre con la pequeña excepción de que habla de más.

—Sugawara-san se va —informa Akaashi tras un par de horas.

Esas palabras activan una alarma en Daichi, quien gira la cabeza bruscamente hacia el lugar donde los tres idiotas siguen bailando para encontrarse a Sugawara sosteniendo la mano de Akihiko. Este último es su compañero de clase que lleva tirándole los trastos durante un año, pero como Sugawara solo tenía cabeza para Daichi, no se dio cuenta hasta hace relativamente poco. Gracias a Oikawa y Kuroo, que le estuvieron animando a conocerle por lo menos, ambos han tenido un par de citas en las últimas semanas.

—No me imaginaba a Akihiko así —comenta Daichi en un tono de voz desinteresado para, después, tomar un gran trago de su copa.

La verdad es que a mí también me sorprendió un poco su aspecto cuando Sugawara nos enseñó una foto porque es completamente distinto a Daichi. Akihiko tiene el pelo corto de color rubio, piel pálida y, lo más llamativo de todo, varios piercings adornando su rostro.

—Siento que Oikawa le metiera ideas raras en la cabeza —se disculpa Iwaizumi, ante la mirada confusa de Daichi.

—Me alegro de que lo hiciera —repone este—. Sugawara se merece conocer a alguien que le quiera de esa forma, así que, si Akihiko es esa persona, le apoyaré en todo lo que necesite.

—Esa persona eres tú —interviene Akaashi. Iwaizumi se echa a reír ante la crudeza de sus palabras, pero asiente con la cabeza varias veces para mostrar su conformidad con lo que acaba de oír—. Deberías acercarte a él ahora que todavía le tienes localizado entre la multitud.

—No quiero seguir hablando de esto —dice Daichi, alterado—. Quien debería acercarse a alguien con urgencia eres tú, Iwaizumi. No sé por cuánto tiempo pretendes alargar este sinsentido con Oikawa.

Habitación 212Donde viven las historias. Descúbrelo ahora