Ricardo.
Martes.
Repaso mi agenda, me sirvo una taza de café y espero a que las tostadas estén listas. Tengo clase a primera hora, serán dos horas que aprovecharé para compartir los resultados finales del semestre.
Después de clases he quedado con Oliver para almorzar. El resto del día lo tengo libre.Cuando salgo de mi ensimismamiento corro a la tostadora, un olor a quemado me alerta.
─No puedo ni tostar un pan ─tiro todo a la busura.
Publicaré un anuncio solicitando servicios domésticos, estoy cansado de comer en la calle, ni siquiera puedo disfrutar de un desayuno distinto al café con tostadas, y si es un día muy malo como hoy, me conformo sólo con café. Hoy mismo soluciono eso.
─Elena.
─ ¿Señor Miller, es usted? ─olvidaba la dulce voz de mi antigua secretaria.
─Nadie más se toma el atrevimiento de llamarla a esta hora ─echo el resto de café al lava platos ─, ¿me escucha?
─Por supuesto ─emite una especie de gruñido ─, dígame para qué soy buena.
─Necesito que se dirija al periódico local, pida que publiquen un apartado con las siguientes directrices. Le pagaré muy bien por el favor ─su voz sólo repite mis palabras, estoy seguro de su habilidad para localizar personal, cuando trabajaba para mí lo hacía de maravilla.
─Señor, ¿puedo pedirle algo?
─Esperaba eso ─busco las llaves del auto ─, dígame.
─Conseguí trabajo como asistente en una empresa de publicidad, mi paga no es ni la mitad de lo que devengaba con usted, así que...
─Suéltalo, Elena.
─ ¿Puedo trabajar como su empleada?
Respiro hondo y tomo asiento antes de sacar un respuesta radical.
Siempre he rescatado su buen desempeño y su intachable currículo, es una mujer humilde con muchas cualidades para resaltar. Se graduó con honores, lastimosamente quedó embarazada de un desgraciado que la abandonó; conozco su historia como la palma de mi mano, sé que lucha duro por su hija.
─No se preocupe por mi niña, mi abuelita puede cuidarla, también hablaré con mi jefe para salir más temprano ─hace la salvedad.
Ante la disposición que tiene de hacer las cosas, y la necesidad de obtener el dinero, no me puedo negar.
─Empiezas hoy mismo, ya sabes dónde vivo así que sólo es cuestión de que te familiarices con el apartamento. Te pagaré la misma cantidad que cuando eras mi asistente.
─Oh, gracias, señor. No lo voy a defraudar.
─Elena, no te conformes con esto, recuerda que has estudiado mucho para terminar así.
─No desmerite el trabajo, señor, también es digno.
─Tienes razón ─me pongo de pié ─, ya sabes, espero encontrar todo listo para antes de la cena.
Con un problema menos en qué pensar pongo a todo marcha mi auto hasta el campus, de camino recibo varios mensajes de Verónica diciéndome que amaneció indispuesta y no asistirá a clases.
Parqueo en una zona céntrica de la ciudad, diagonal hay un restaurante que concurro con frecuencia. En una de las mesas veo a Oliver.
─Puntual ─digo y, acto seguido me sitúo en la silla opuesta ─, ¿qué vino pediste?
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El profesor Miller © (SIN CORREGIR)
RomanceElla no es la típica chica objeto de acoso por parte de su profesor. ¡Eso jamás! Verónica es... la acosadora, la desquiciada, loca y pervertida estudiante sin límites; que a un semestre de graduarse decide arriesgarse a dar una optativa ajena a sus...