Cinco meses después...
Suena el teléfono de mi oficina varias veces.
─Buenas tardes, ¿usted es la doctora Engel? ─sonrío de inmediato al reconocer la voz ronca de Ricardo.
─No me llames mientras trabajo, sabes que me desconcentras ─descanso la espalda en el respaldo del sillón giratorio.
─Te he llamado para recordarte la cita médica que tenemos en una hora, hoy te harán la ecografía que nos dirá el sexo del bebé.
─Mierda sí, con tanto casi lo olvido
─Lo supuse. Pasaré por ti en media hora.
─Claro.
─ ¿Verónica?
─Dime.
─Te amo, ¿lo sabes?
─Lo sé.
─Cariño, anda con cuidado por la oficina, no quiero accidentes a estas alturas.
─Estoy embarazada no enferma ─gruño y al otro lado de la línea lo oigo soltar un bufido de frustración.
Si fuera por Ricardo estaría la mayor parte del tiempo en una cama, sin mover un dedo solo comiendo y pasando canales.
─Me preocupo por ti.
─Y no me cabe duda, pero a veces te pasas.
─No es cierto.
─Tu ganas, ahora déjame trabajar.
─No olvides que en media hora te recojo.
Cuelgo.
Ansiosa dejo de ordenar algunos papeles y pienso en los resultados de la última ecografía que me hice, hoy me harán entrega de ella y de pasó nos dirán el sexo del bebé.
Tocan a la puerta, miro mi reloj de pulso y por la hora que es supongo Ricardo ha llegado.
─Hola preciosa ─me regala un beso en la frente y otro en la panza ─, ¿cómo se ha portado el bebé?, ¿se ha movido mucho?
─Un par de veces.
─Te traje unas donuts, se que te gustan.
─Vaya, qué considerando. Gracias.
─Salgamos ya al consultorio, se nos hará tarde y el tráfico no es muy bueno hoy.
Organizo algunos papeles que quedaron pendientes y luego recojo mi mochila de siempre, sé que Ricardo la odia porque es vieja pero no podría botarla aunque quisiera, tiene un valor incalculable para mí ya que me la regaló Sam con su primer sueldo.
En la vía el tráfico es un asco, hay carros pintando y otros varados, por suerte traje ropa cómoda con la que podré aguantar los minutos que sea sentada.
─Mañana saldremos a comprarte mas ropa holgada ─dice Ricardo mientras conduce.
─Tengo suficiente ropa, hace unos días Margot me compró.
─Pero te veo lucir los mismos vestidos cortos y los pantalones cortos que usabas para la universidad.
─Es ropa cómoda.
─Para una chica que no esté embarazada. Cariño, no puedes salir así a la calle.
─ ¿Sabes? No vamos a discutir por la ropa, ya verás que me pondré todo lo que tu mamá y tú me compraron. Lo prometo.
Siento su mano reposar sobre mi muslo, hace círculos sobre mi piel desnuda hasta provocar que se erice.
─No te molestes, solo quiero tu bien.
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El profesor Miller © (SIN CORREGIR)
RomanceElla no es la típica chica objeto de acoso por parte de su profesor. ¡Eso jamás! Verónica es... la acosadora, la desquiciada, loca y pervertida estudiante sin límites; que a un semestre de graduarse decide arriesgarse a dar una optativa ajena a sus...