Epílogo

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─Ric ─acaricio su diminuta barba, duerme plácido entre las niñas, por suerte la cama es grande y caben los cuadro. Sonrío al notar que Ágata, Vallolett, Andrea y Ricardo duermen igual ─. Hey, cariño, despierta.

─Déjame dormir... ─gruñe somnoliento, estira uno de sus brazos y abraza a sus pequeñas diablillas.

Hoy fue un día agotador, la niñera renunció y Ricardo tuvo que faltar a su trabajo para cuidarlas en lo que yo terminaba mi jornada en la oficina.

─Oye, despierta, me debes una noche de pasión ─muerdo el lóbulo de su oreja haciéndolo sonreír.

─Entre las niñas y tu van a acabar conmigo ─susurra, abre sus sensuales ojos azules y me mira fijamente ─. ¿Sabes qué hora es?

─Las ocho y media ─lo ayudo a ponerse de pie, luego lo arrastro a la salida y cierro la puerta cuidadosamente ─. Llevas tres noches posponiendo el sexo. Ric, el celibato no es lo mío.

─Amor, apenas van tres días y ya tildas esto de celibato. ¡Por favor! ─se tira de espalda sobre nuestra descomunal cama matrimonial y me repara minuciosamente mordiéndose el labio inferior ─. Tus pechos lucen gloriosos.

─Mierda, ahora que lo mencionas, olvidé darle leche a Ágata ─desabrocho mi sujetador hasta dejarlo caer , lo mismo hago con toda la ropa de oficina que llevo puesta haciendo un charco de telas a mis pies ─. Siento que ya es hora de quitarles la fórmula y el seno, no puedo amamantar toda la vida.

─Luces sexy cuando lo haces ─se apoya con sus codos mirándome provocativo ─, aunque viéndolo bien, llevo mucho tiempo sin probar esos pechos. Las niñas van a cumplir tres año mañana así que veo justo que descanses.

─ ¿En serio? ─me siento sobre él, dejando una vista nítida e impresionante de mis pechos liberados. Automáticamente los pezones endurecen al igual que su entrepierna.

Ser papás nos ha costado en grandes proporciones tiempo y dinero, pero ante todo nuestra intimidad.

Nos besamos lentamente, sus manos cubren mis pechos y les da pequeños apretones.

─Son preciosas ─besa mi cuello ─, lástima que tengan dueñas.

─Ric ─gruño excitada tras lo cual él sonríe ─. Te amo mucho.

─Te amo reina mía ─une nuestras bocas en una danza fogosa.

Ricardo

Sus pechos son tan generosos, hechos a la medida de mi mano, con pezones del tamaño de un garbanzo y del color de una cereza jugosa.

La maternidad ha cambiado su cuerpo, ya no es la chica alta de complexión sencilla; ahora sus caderas lucen anchas y carnosas, su cintura abandonó la forma de un reloj de arena para verse como una guitarra, con mas grosor y textura.

Mi mujer se ve perfecta.

─Mañana conseguiremos una nueva niñera ─comenta mientras mueve sus caderas rítmicamente contra las mías, extasiado sujeto con firmeza su cintura para unirme a la estocada ─, ahora quiero hacer el amor tantas veces podamos ya que mañana habrá un montón de cosas por hacer para la pequeña fiesta de las niñas.

─Joder ─escupo tan excitado como adolorido por la erección.

─Mierda ─Verónica me aleja de golpe y se esconde detrás de mí, puedo notar que se cubre rápidamente con las sábanas sin parpadear, mirando hacia la puerta.

Me vuelvo en esa dirección y encuentro a mi pequeña Ágata de pie, abrazando a su inseparable oso Charlie frotándose los ojos.

─Amor, ¿qué haces despierta? ─la cargo y la traigo con nosotros a la cama.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora