Cap 34: MARATÓN

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Verónica

Muy dentro de mí no existía rastro de tranquilidad, estaba herida, muerta si se podía decir. Incluso ir agarrada de la mano del hombre que amo había pasado a un segundo plano, ni siquiera tenía razón de ser.

─ ¿Sigues conmigo? ─después de varios minutos lo miro perdida. Seguimos en el hospital dando vuelta por los pasillo para dar con la salida ─, no te me vayas, ¿Okey?

─ ¿Podemos detenernos? ─me siento tan mal que no consigo mantenerme en pie.

─Cariño, vayamos al auto, ahí será más cómodo.

─Quiero hacerlo ─suelto sin entender la magnitud de mis palabras.

Ricardo por supuesto sonríe, sabe que le he pedido algo no propio de mí en momentos así.

─Verónica, amor, no estás bien ─sus suaves y húmedos labios rozan mi frente.

─Ahora ─hinco mis largas uñas en barniz rojo en su mandíbula, me mira fijamente con fascinación, sonríe y niega.

─Dijimos que nada de hacer el amor hasta...

─Ya sé ─planto ─, pero no quiero hacer el amor, quiero sexo.

Veo cómo su expresión tranquila y juguetona se torna dura.

─No Verónica, olvídate ─retira mi mano de su cara con fuerza ─, no eres un instrumento de placer, ¿entendiste?, tampoco el sexo es salida para los problemas.

─ ¿No te apetezco?

─Cariño ─suaviza ─, me atraes más de lo que nadie pudiera pensar. Eres mi debilidad.

─ ¿Entonces por qué te rehúsas a tocarme?

─No es momento. Estamos en un hospital. Acabas de pelear con tu familia y no hemos superado nuestra perdida, ¿te parece correcto practicar sexo con todo eso?

─Es que... ─me muerdo el labio superior, siento que las lágrimas estallarán en cualquier segundo ─, necesito evacuar la tensión. Me estoy odiando ahora mismo.

─No tienes qué, recuerda lo perfecta que eres siendo tú. Si no fueras como eres te juro que no sería tu pareja.

─Soy egoísta, ya escuchaste a Cristina.

─Eres Verónica, los absurdos calificativos que te pongan los demás no importan. Te amo, ¿lo sabes?

Asiento, por un instante pierdo la concentración y atiendo lo que sucede a espaldas de mi profesor.
Veo pasar a varios médicos corriendo hacia una sala restringida. A lo lejos escucho un leve llanto.

─Verónica, ¿me estás escuchando?

─Ricardo... ─le devuelvo la mirada agolpada de hace unos minutos ─, sí, sé que me amas.

Sonríe, antes de presionarme contra sus firmes pectorales contesta una llamada. Parece intranquilo.

Lo escucho nombrar a su padre, algo sobre el mismo que le preocupa.

─Vayamos al pasillo de cirugías, mi padre sufrió un accidente.

Asiento plenamente convencida de que mi tristeza ahora no importa tanto. «Ya entiendo por qué Sam vio a Renata y a Margot aquí en el hospital»

─ ¿Se encuentra bien?

─Renata comenta que ha perdido mucha sangre, hacen lo posible por salvar una de sus piernas.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora