Cap 29: No sabíamos

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En cuestión de minutos aquella castaña ojos saltones llamada Jul nos aborda, plancha su inmaculado vestido en lino blanco y, metro y medio antes de acercarse deja ver su espléndida dentadura. Por supuesto, la ortodoncia debió ser su truco.

─Sin duda eres Verónica ─comenta sin reparo de mi disgusto ─, mujer joven, alta, hermosa y muy segura. Tengo el don de percibir grandes potenciales en las personas, y tú eres... brillante.

─ ¿En serio? ─sonrío y miro a Ricardo, luego a Jul y por último sus zapatos. Mi abuela decía que una mujer segura se media con miradas y buenas preguntas, entre esas estaba mirar su calzado. ¿cuántas han sentido incomodidad cuando les miran sus zapatos? Bueno, era exactamente lo que decía mi abue, que si quería ver el nivel de seguridad que poseía una mujer tenía que mirar abajo y luego arriba para detallar la forma en que sus gestos se marchitaban y perdían confort.

─Te puedo llevar a la tienda donde los compré ─comenta. De inmediato la miro y sonrío. 100% segura.

─Me llamo Verónica Engel ─extiendo mi mano, ella la recibe afable ─, Ricardo me contó un poco sobre ti.

─Espero que cosas buenas porque si es lo contrario moriré de vergüenza.

─Nah ─añado ─, cero filtros entre nosotros.

─Me gusta cómo lucen juntos ─sus palabras son genuinas ─, hacen buena pareja.

─Gracias, Jul ─dice Ricardo.

─Ricardo, voy al tocador ─mi hombre asiente, antes me da un beso y una nalgada provocando en Jul vergüenza.

Empiezo a creer que mis malestares de la regla se han extendido y perpetuado, ¡maldita sea! Me siento débil.

Camino entre la gente, respiro los aromas de los pasabocas y los perfumes costosísimos de la masa humana. Una vez alcanzo el barandal de los peldaños corro planta arriba, varios meseros me indican el baño y zarpo.

─Venga, ¿en serio ahora? ─jadeo presa del malestar frente al retrete.

***

─ ¿Te encuentras bien? ─indaga Ricardo, como tiene por costumbre acaricia mi muslo en lo que conduce.

Sí ─jadeo.

─ ¿Has sabido algo de tu padre?

─No, tampoco quiero ─me vuelvo a él ─. ¿Tienes idea de lo que dirá cuando me vea?

─No puedes suponer nada, ve mañana después del trabajo, es tu padre y debes dejar el orgullo de lado.

─No lo conoces.

─Verónica ─su voz es acusiante ─, he tratado con personas así, mi papá es igual y hago malabares para no centrarme en sus defectos. Después de todo lo amo, me dió la vida y todo lo que soy es gracias a él.

─Él no te odia, a quien desprecia es a mí.

─Tu padre no te odio, está molesto por cómo procedes y la forma en que te revelas a sus reglas. Cariño, estuvo a nada de irse, intenta doblegarte e ir a visitarlo.

─Ya te dije que no ─quito su mano de mi pierna, hastiada.

###

La mañana está fría y lluviosa, Ricardo ha preparado el desayuno. Deseo no ir a trabajar, quiero quedarme todo el día viendo películas y comiendo helado.

─Es hora de levantarse señorita, vamos, tendremos una rutina antes de bañarnos ─me jala las sábanas, quedo en interior expuesta a pescar un resfriado ─, deja la pereza.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora