Ricardo.
Despierto empapado en sudor, sorprendentemente me hallo apretando el edredón que reviste el colchón y con cierto desconcierto lo libero. La pequeña habitación permanece en un silencio que anega mi cerebro.
«Verónica» ─me reclamo angustiado.
Salto de la cama y enciendo las luces, fuera corre una ola de frío que revolotea las plantas y persianas.
─Y viviremos felices por si... ─sisea alguien tras la puerta.
─ ¡Epa! ─escucho ruiditos energéticos ─. Fiorella, anda con cuidado no vaya ser que termines partiéndote la cara.
─ ¿Y bien? ─las encuentro a pocos metros de la entrada, Verónica sosteniendo a Fiorella que supongo está ebria.
─ ¡Deus! ─escupe mi chica tirando a la joven sobre uno de los sofás mientras se adentran a la cabaña ─. Qué pesada es, se ha tomado media botella de vino ella sola. No siento las piernas.
─Mierda ─digo.
Aprovecho que ambas han entrado para cerrar la puerta.
─ ¿Has manejado con tragos encima?
─De dos cervezas no pasé ─explica.
Miro a la chica ebria, Verónica masajea sus sienes.
─ ¿Por qué la trajiste con nosotros?
─Me dice que a su padre le molesta verla así. ¡Y a quién no!¡Parece desechable!
─Llamaré a Mercedez, no podemos ocultarla toda la noche.
─Está bien.
En ese preciso instante alguien toca la puerta y para mi sorpresa es Mercedez, apenada saca a su hija de la habitación y luego nos brinda una sonrisa de agradecimiento por no tocar a la casa. Desde luego encubre las chorradas de su hija para que su marido no lo note.
Estando solos decidimos recobrar el sueño.
A la mañana siguiente Verónica va con las mujeres de la casa al pueblo, compran y visitan algunas tiendas.
Con el paso de los días reducimos nuestras actividades a pasear, comer, compartir con los inquilinos, hacer el amor, salir por algunas cervezas, sexo, viajar a pueblos cercanos y terminamos siempre en sexo. Mucho sexo como lo habíamos prometido.Despues de una parada en Florencia y otra en Múnich, donde visitamos a algunos de mis familiares, le comunico a Oliver que estaré de vuelta a nuestro país por razones laborales.
─ ¿Disfrutaste viajar? ─inquiero.
─Sí. ─se acomoda en el asiento del auto, Chris ha pasado por nosostros al aeropuerto y gracias a su ofrecimiento vamos de camino al apartamento.
─Prometo compensarte. Odio tener que interrumpir nuestro viaje por trabajo ─la aprieto contra mí ─. Vendrán días mejores.
─Hu huh ─la escucho momento antes de quedar rendida de sueño.
Al llegar a casa Chris se prepara para ayudarme con el equipaje.
─Ricardo te debo las gracias ─comenta él.
Un cúmulo de preguntas se atascan en mi garganta pero Chris prosigue...
─Si no fuera por ti de seguro mi hermana habría seguido con Rodrigo. No la merecía.
El pecho se me hincha de orgullo pero apenas trago grueso y musito un monosílabo:
─Claro.
─Hey, la familia está agradecida y por supuesto orgullosa de que aún con todo y sus errores sigas a su lado.
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El profesor Miller © (SIN CORREGIR)
RomansaElla no es la típica chica objeto de acoso por parte de su profesor. ¡Eso jamás! Verónica es... la acosadora, la desquiciada, loca y pervertida estudiante sin límites; que a un semestre de graduarse decide arriesgarse a dar una optativa ajena a sus...