Cap 41: Rememorando

7.4K 546 30
                                    

─Claro ─suspiro ─. Ric, ¿crees que merecen que los perdone?, fueron demasiado duros conmigo. Ni siquiera tenían fe en mí.

─Amor, son humanos, sobre todo son tu familia y es evidente que reconocen sus errores. ¿No has notado la mirada que te lanza tu padre cada que te ve?, por fin cree que maduraste. Lo mismo piensa tu hermana y tu madre, por suerte Chris siempre ha confiado mas en ti.

─Mi padre me echó de casa ─acuesto mi cabeza en sus duros pectorales, el melódico sonido de su palpitar me distrae en medio de la conversación.

─Nunca te lo dije pero, mi padre me amenazó con desheredarme si seguía contigo.

Me siento de golpe mirándolo fijamente rememorando las veces en que topé con César y el odio que transmitían sus palabras.

─Gracias a que lo salvaste de morir ya no tengo que escucharlo decir amenazas, te prometo que nunca accedería a algo así. Eres la mujer de mi vida, lo sabes.

─Y pensar que fuiste un capricho producto de una tusa ─me se escapa y por instinto me tapo la boca.

Sus ojos en azul vivo me enfocan con diversión.

─ ¿Cómo es eso?, ¿qué tusa?

─Olvídalo.

─Eh, nada de eso señorita Engel, mejor comienza a explicar ─también se sienta rodeando mi cuerpo con sus brazos trabajados.

Al principio no paro de reír, incluso él se contagia de mi buen humor repentino. Comienzo por donde nunca debí, la noche en que Rodrigo besó a Eva, o viceversa, la cuestión fue que se burlaron de mí y a causa de eso terminé por obsesionarme con mi profesor de historia. Lo que era un simple gusto pasajero de una alumna hacia su profesor fue tomando fuerza con el paso de los días, a medida que el despecho tocaba fondo más me vi comprometida con aquella perversa venganza. Liarme a mi profesor a como diera lugar para hacer que mi ex muriera de celos.

Con mi relato Ricardo fue quien murió pero no precisamente de celos sino de risa.

─Si no es por los cuernos de Rodrigo jamás me habría atrevido a enamorarte ─finalizo.

─Vaya ─se reincorpora buscando aire para poder proseguir ─, quién lo diría.

─Fui obstinada, ¿no crees?

─Fuiste perseverante y valiente, no cualquiera se atreve a enamorarme, no después de comportarme como un cretino en las clases contigo. Perdón.

─No importa, tenías que ponerme mano dura ─le doy un corto beso ─, a veces pierdo la compostura, y mas si se trata de ti mi querido profesor.

─Cuando vea al malnacido de tu ex le daré las gracias.

─Hey.

─Sí, en vez de propinarle unos cuantos golpecitos le daré las gracias, de no ser por su cobardía jamás estarías conmigo.

─Bueno, viéndolo desde ese ángulo tiene usted razón, profesor.

La tarde del día postrero vuelvo a visitar mi trabajo, hay pocas maestras terminando el papeleo tedioso antes de navidad, solo queda una semana y es maravilloso ver cómo ha volado el tiempo.

─ ¿Te quedas? ─pregunta Jesse.

─Eh, pensándolo bien es mejor que vaya, no hay pendientes aquí ─recojo mi abrigo y mi mochila vieja.

Antes de salir del kinder las muchachas me invitan un café a la vuelta de la esquina pero he quedado con Sam en acompañarla al médico. Me despido y luego me marcho al centro médico donde me espera mi amiga.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora