Cap 38: Florencia

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Verónica

Después del trabajo fui con Josh, estaba tan entusiasmada como preocupada por lo que Ricardo me pudiera decir despues de ver el tatuaje en mi espina dorsal, una hilera de puntos diminutos a paso de serpiente difuminados hasta la nuca.

─Te juro, Josh, que será mi ultimo tatuaje ─me miro en el espejo, vacilando de ardor.

─Lo mismo dijiste cuando te hiciste las alas de mariposa en tu hombro.

─No lo decía enserio.

─Claro.

Me bajo la blusa y respiro hondo para calmarme. Hay siete llamadas perdidas de Ricardo. Zeus, ¿qué hago?

─ ¿Te harás el piercing? ─lo miro fijamente tentada por la idea.

Josh sonríe.

─Te lo haré gratis ─recalca con tanta vehemencia. Piensa, Vero, Ric te va a colgar del cuello.

¿Qué estoy pensando? Es mi cuerpo, yo decido qué hacer con él.

─Acepto.

─Esa es la Verónica que recuerdo ─aplaude ─. Hey, ¿dónde lo quieres?

No lo había pensado.

─ ¿Qué me sugieres?

─Te quedaría bien uno en la nariz.

─Creí que en el ombligo se vería más... no sé, ¿atrevido?

─En la nariz te hace ver menos dócil.

─Oh, no. ¿En serio tengo cara de ingenua? ─miro mi reflejo.

─ ¿No te lo habían dicho?

─Deus. Eres demasiado persuasivo para negarme. Haz el puto piercing en la nariz ─retomo mi lugar en la camilla ─. Josh.

─ ¿Sí?

─Haz que sea el mejor hueco de toda mi perra vida.

La campana de la entrada suena y una rizotada inundan el local, Josh evita distraerse así que me prepara para mi nuevo cambio.

─Vaya, vaya ─dice alguien y Josh entonces se detiene.

─Hola Eva, ¿vienes por otro piercing?─inquiere él.

─No, Josh.

Me siento de golpe y Josh riñe.

─Verónica, vaya, ¿qué te trae por estos suburbios? Creí que ahora eras mujer de familia.

─Josh, ¿podemos aplazar lo del piercing para mañana? ─bajo de la camilla y recojo mi bolsa.

─Venga, no he querido molestar ─Eva me alcanza el codo.

─No me toques, ¿quieres? ─Josh me pasa la chaqueta y cuando me dispongo a marcharme Eva vuelve a sujetarme por el codo hasta volverme a ella.

─ ¿El profesorcito te adiestró?

─ ¿Qué quieres? ─me zafo de sí y la desafío.

─Hablar.

─ ¿Hablar? ─me muerdo el carrillo mientras sonrío ─. ¿Tú y yo?

─Sí.

─ ¿De qué quiere hablar alguien como tú conmigo?

─Verónica, ¿cuánto tiempo hemos dejado pasar desde que nos peleamos por Rodrigo?

─Meses. Ahora te pregunto, ¿crees que me interesa arreglar ese asunto ahora?

─No. Por supuesto. Oye me enteré de que perdiste a tu...

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora