─Aquí estás ─me besa con posesión, con disimulo tira del borde de mi escote ─. Odio ese escote que tienes ─me susurra, miro mis senos y sonrío ─, y no me digas que exagero.
─Deja el drama ─lo alejo entre risas.
Mi hermano y él se saludan de apretón de manos, Sam le da un beso en la mejilla, gesto que Chris no tarda en reprocharle.
─Cariño ─me grita cerca del oído para que lo escuche ─, ¿qué tipo de lugar es este?
─Es un bar para latinos, ¿te gusta? Su dueño es de República Dominicana, la mayoría de los trabajadores son amigos de nosotras.
─ ¿Vienes muy seguido? ─reparo sus gestos, lo siento incómodo, tenso.
─Dime qué te pasa ─pido dos cervezas ─, te noto raro.
─ ¿Ah, si? ─su vista se pierde entre la gente bailando ─, lo que pasa es que no estoy acostumbrada a lugares así.
─Ni yo ─comenta Chris ─, este par de locas nos quieren corromper.
Sam se lanza sobre su espalda y lo besa por el cuello, él ríe divertido. Ricardo me mira confundido.
─ ¿Estan saliendo? ─me pregunta al oído. Asiento. Luego deja hacer preguntas y disfruta, ancla sus brazos firmes en mi cintura y no me suelta ni un segundo.
Diego, el amigo que mencioné, aparece con la alegría que lo caracteriza, me saluda de beso igual que a Sam, ambas reímos con la tensión que eso genera entre Ricardo y Chris.
─Verónica, voy a patentar tu bebida ─comenta Diego, lo acompaña una morena de buena estatura, cabello crespo azabache.
─ ¿En serio? Sólo fue una mezcla que hice aquella noche sin ninguna ciencia. No puedo creer que te haya gustado ─Ricardo me pega más contra sí, me asfixia la presión de sus brazos en mi estómago. Celos.
─Caramba, mujer, no te has dado cuenta que tengo ese experimento como uno de los tragos que corren por cuenta de la casa ─me tapo la boca, Sam me sarandea emocionada y el par de aguafiestas que nos acompañan ni ríen.
─No he visto nada, ya mismo pido un ronda.
─Yo pago ─avisa, después se va.
La noche se vuelve más joven y alegre, la música se apropia de nuestras extremidades, mi amiga y yo bailamos sin control. Parecemos trompos. Faltando veinte para que sea la 1 de la mañana Chris le da orden a Ricardo de que me lleve con él, los cuatro seguimos sobrios, aunque por defecto tiendo a quedar borracha muy rápido. Sam se va con Chris en su auto y yo con mi profesor.
─Tengo sueño ─pego la frente al vidrio, los edificios, los clubs nocturnos, las calles, los árboles, los autos, todo queda atrás. Mis párpados pesan, y en una milésima de segundo quedo rendida.
«Despierta, despierta» escucho un canturreo, siento cómo el colchón se hunde y mi cuerpo lo recibe de regreso. La espalda me duele y la cabeza peor. Gruño, estiro mis brazos hacia el lado de Ricardo pero lo único que siento es el maldito vacío. Abro de golpe los ojos y enfoco a la mocosa saltando sobre la cama, cuando me ve despierta corre fuera de la habitación
─Mocosa infeliz ─salgo corriendo más atrás, con una mano en mi frente y otra en mi vientre. En la primera planta encuentro a Elena limpiando los muebles, Michelle se esconde detrás de sus piernas, su madre alterna la mirada entre su pequeña y yo ─. Elena, o le pones control a tu hija, o juro que... sólo te pido que la controles.
ESTÁS LEYENDO
El profesor Miller © (SIN CORREGIR)
RomanceElla no es la típica chica objeto de acoso por parte de su profesor. ¡Eso jamás! Verónica es... la acosadora, la desquiciada, loca y pervertida estudiante sin límites; que a un semestre de graduarse decide arriesgarse a dar una optativa ajena a sus...