─Ya te dije que sí. Prepárate para un triple orgasmo ─le digo al oído y finalmente le doy un beso en el cuello ─, vayamos a casa, necesitamos descansar.
─ ¿No dejas nada a la mitad aquí en la oficina? ─recoge las bolsas con comida y me alcanza en la puerta.
─No, ya terminó mi día ─entrelazamos las manos y salimos hacia la recepción, me despido de mi secretaria y de varios colegas.
─Ric, ¿Irémos al viaje? ─menciona otra vez, miro a mi alrededor para cerciorarme de que nadie note que estoy a punto de apretar el culo de mi mujer ─, Auch.
─Ese tema lo hablaremos en la cama cuando lleguemos, ¿entendido? ─se muerde el labio y asiente.
El ascensor se abre y para mi sorpresa aparece mi jefe, al ver a Verónica se petrifica y duda en saludarme.
─Gregory, ¿cómo te va? ─tomo la iniciativa.
─Ehm... digamos que bien ─muestra sus alineados dientes en una sonrisa genuina ─, muy bien después de conocer a la famosa Verónica. Vaya que es hermosa y joven.
─Cariño, él es mi jefe ─los presento.
─Un placer conocerlo.
─El placer te lo debo yo, de verdad eres hermosa, muy pocas veces había tenido el gusto de ver a una pelirroja natural de cerca.
─Somos únicas ─comenta mi chica con petulancia haciendo que Gregory sonría ampliamente.
─Te apoyo mujer ─comenta él ─. Bueno, parece que van de salida, me hubiese gustado conocerte más, Verónica, ya será en una próxima visita tuya a la oficina; por favor, pásate por mi despacho cuando quieras. Ahora sí los dejo, no quiero quitarles más tiempo.
Le da una beso a mi chica en el dorso de su muñeca y a mí un apretón de mano.
Después de llegar a casa, cenar juntos, ver un poco de TV y bañarnos, nos vamos a nuestra recámara a descansar.
─Quiero una motocicleta ─la escucho decir mientras se viste de hilo y una camisa mía, yo la espero entre las sábanas sólo en pantalón de seda negro ─, mi sueño siempre ha sido tener una.
─Es muy peligroso, no te daría una ni porque me prometieras sexo cinco veces al día.
─No te preocupes, ahorraré para comprar una ─camina de rodillas en el colchón hasta quedar sobre mí ─, soy capaz de darme mis gustos.
─Verónica, intento protegerte ─acuno su cara, su barbilla reposa entre mis pectorales y sus piernas se unen en un roce íntimo con las mías, nuestros cuerpos suben y bajan en un ritmo sincronizado ─, no quiero que te pase nada malo.
─Es una motocicleta, no estoy planeando comprar una guillotina.
─Esta bien ─pellizco su nariz ─, prometo no portarme tan sobreprotector.
A la mañana siguiente despertamos haciendo el amor, con delicadeza y ternura explorando cada rincón de nuestros cuerpos. Una vez terminamos nos damos una ducha y nos arreglamos para ir a trabajar.
─Hoy tengo reunión a primera hora, creo que cerraremos un nuevo contrato con una empresa japonesa.
─Vaya, felicitaciones ─comenta mientras se maquilla rumbo al kinder.
─ ¿Te veré para cenar?
─Creí que vendrías a... ─mudese ─, sí, nos veremos luego. Te amo.
Se despide de un corto beso, antes de salir del auto se acomoda el busto y se baja el doblez del vestido en licra que le llega a medio muslo. «Me cabrea que use ropa tan ajustada y corta pero no puedo obligarla a cambiar»
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El profesor Miller © (SIN CORREGIR)
RomanceElla no es la típica chica objeto de acoso por parte de su profesor. ¡Eso jamás! Verónica es... la acosadora, la desquiciada, loca y pervertida estudiante sin límites; que a un semestre de graduarse decide arriesgarse a dar una optativa ajena a sus...