Cap 35: MARATÓN

7.6K 584 45
                                    

─Ya te dije que sí. Prepárate para un triple orgasmo ─le digo al oído y finalmente le doy un beso en el cuello ─, vayamos a casa, necesitamos descansar.

─ ¿No dejas nada a la mitad aquí en la oficina? ─recoge las bolsas con comida y me alcanza en la puerta.

─No, ya terminó mi día ─entrelazamos las manos y salimos hacia la recepción, me despido de mi secretaria y de varios colegas.

─Ric, ¿Irémos al viaje? ─menciona otra vez, miro a mi alrededor para cerciorarme de que nadie note que estoy a punto de apretar el culo de mi mujer ─, Auch.

─Ese tema lo hablaremos en la cama cuando lleguemos, ¿entendido? ─se muerde el labio y asiente.

El ascensor se abre y para mi sorpresa aparece mi jefe, al ver a Verónica se petrifica y duda en saludarme.

─Gregory, ¿cómo te va? ─tomo la iniciativa.

─Ehm... digamos que bien ─muestra sus alineados dientes en una sonrisa genuina ─, muy bien después de conocer a la famosa Verónica. Vaya que es hermosa y joven.

─Cariño, él es mi jefe ─los presento.

─Un placer conocerlo.

─El placer te lo debo yo, de verdad eres hermosa, muy pocas veces había tenido el gusto de ver a una pelirroja natural de cerca.

─Somos únicas ─comenta mi chica con petulancia haciendo que Gregory sonría ampliamente.

─Te apoyo mujer ─comenta él ─. Bueno, parece que van de salida, me hubiese gustado conocerte más, Verónica, ya será en una próxima visita tuya a la oficina; por favor, pásate por mi despacho cuando quieras. Ahora sí los dejo, no quiero quitarles más tiempo.

Le da una beso a mi chica en el dorso de su muñeca y a mí un apretón de mano.

Después de llegar a casa, cenar juntos, ver un poco de TV y bañarnos, nos vamos a nuestra recámara a descansar.

─Quiero una motocicleta ─la escucho decir mientras se viste de hilo y una camisa mía, yo la espero entre las sábanas sólo en pantalón de seda negro ─, mi sueño siempre ha sido tener una.

─Es muy peligroso, no te daría una ni porque me prometieras sexo cinco veces al día.

─No te preocupes, ahorraré para comprar una ─camina de rodillas en el colchón hasta quedar sobre mí ─, soy capaz de darme mis gustos.

─Verónica, intento protegerte ─acuno su cara, su barbilla reposa entre mis pectorales y sus piernas se unen en un roce íntimo con las mías, nuestros cuerpos suben y bajan en un ritmo sincronizado ─, no quiero que te pase nada malo.

─Es una motocicleta, no estoy planeando comprar una guillotina.

─Esta bien ─pellizco su nariz ─, prometo no portarme tan sobreprotector.

A la mañana siguiente despertamos haciendo el amor, con delicadeza y ternura explorando cada rincón de nuestros cuerpos. Una vez terminamos nos damos una ducha y nos arreglamos para ir a trabajar.

─Hoy tengo reunión a primera hora, creo que cerraremos un nuevo contrato con una empresa japonesa.

─Vaya, felicitaciones ─comenta mientras se maquilla rumbo al kinder.

─ ¿Te veré para cenar?

─Creí que vendrías a... ─mudese ─, sí, nos veremos luego. Te amo.

Se despide de un corto beso, antes de salir del auto se acomoda el busto y se baja el doblez del vestido en licra que le llega a medio muslo. «Me cabrea que use ropa tan ajustada y corta pero no puedo obligarla a cambiar»

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora