En la mesa de noche hay un teléfono, como todos los que hay en este apartamento está vinculado a una sola línea. No te voy a dejar dormir.
─Tardaste en descubrirlo ─susurra.
─No sabes lo caro que te saldrá esto.
─Sin amenazas señorita Engel, recuerde que está en mis manos y puedo dejarla sin comida.
─No te atrevas ─ríe ─, Ricardo, procura sacarme de aquí o te juro que parto todo lo que encuentre.
─No lo harás, lo sé, y si lo intentas gastarás energía en vano para los siguientes días que no tendrás comida.
─Venga, no creo que me dejes tanto tiempo aquí encerrada, ¿acaso olvidas que soy más útil en tu cama que en estas cuatro paredes?
─Nada de eso señorita Engel, para eso tengo mis manos.
─Nunca te lo harán mejor que yo ─digo traviesa.
─En eso tiene usted razón ─su voz pierde el tono habitual y de torna ronco. Excitado ─, pero soy muy fuerte y puedo aguantar.
─Dudo. ─suelto risitas ─profesor, su alumna está muy muy sexy, ni la ropa lleva puesta.
─ ¿Ah, sí? ─es tan sensual cuando habla.
─Sí. Profesor, ¿quiere escuchar mis gemidos? ─lo escucho reír levemente.
─Señorita Engel, su profesor está muy muy duro.
─Todo depende de usted ─me quito las prendas quedando sólo en interior.
─Tiene usted razón, por eso voy a usar a Manuela.
¿Ma qué?
Con mi silencio lo oigo soltar varias carcajadas.
─ ¿Quién es Manuela?
─Mi alumna fiel, la que siempre está dispuesta cuando usted no.
─Deja el chiste y dime de una puta vez quién es.
─Cariño, es una broma, Manuela es mi mano ─revela.
Me siento tan estúpida.
Se me salen algunas risitas de vergüenza. Manuela, sólo a él se le ocurre ponerle nombre a la mano con que se masturba.
─Eres un pervertido sin remedio.
─Uno que te gusta mucho.
─No por mucho.
─ ¿Segura? ─los pelos se me ponen de punta, me excita tanto escucharlo hablar así.
─Ricardo ya no más tortura ─gruño.
─A ver si así aprendes a respetar.
─Yo respeto, a los que me da la gana pero lo hago.
─Bueno, ahora quiero que respete a la gente sin excepción de nadie.
─Es injusto ─vuelve la chica coqueta y desmedida de hace unos minutos ─, muy injusto.
─Lo siento mucho cariño.
─Ricardo.
─Dime.
─Quiero hacerlo.
─Hacer qué ─ríe.
─Tener sex...
─Ya entendí ─me corta ─, pero hoy no, recuerda que estas castigada.
─Dejemos el castigo para otro día.
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El profesor Miller © (SIN CORREGIR)
RomanceElla no es la típica chica objeto de acoso por parte de su profesor. ¡Eso jamás! Verónica es... la acosadora, la desquiciada, loca y pervertida estudiante sin límites; que a un semestre de graduarse decide arriesgarse a dar una optativa ajena a sus...