Cap 28: Una lección 1/2

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En la mesa de noche hay un teléfono, como todos los que hay en este apartamento está vinculado a una sola línea. No te voy a dejar dormir.

─Tardaste en descubrirlo ─susurra.

─No sabes lo caro que te saldrá esto.

─Sin amenazas señorita Engel, recuerde que está en mis manos y puedo dejarla sin comida.

─No te atrevas ─ríe ─, Ricardo, procura sacarme de aquí o te juro que parto todo lo que encuentre.

─No lo harás, lo sé, y si lo intentas gastarás energía en vano para los siguientes días que no tendrás comida.

─Venga, no creo que me dejes tanto tiempo aquí encerrada, ¿acaso olvidas que soy más útil en tu cama que en estas cuatro paredes?

─Nada de eso señorita Engel, para eso tengo mis manos.

─Nunca te lo harán mejor que yo ─digo traviesa.

─En eso tiene usted razón ─su voz pierde el tono habitual y de torna ronco. Excitado ─, pero soy muy fuerte y puedo aguantar.

─Dudo. ─suelto risitas ─profesor, su alumna está muy muy sexy, ni la ropa lleva puesta.

─ ¿Ah, sí? ─es tan sensual cuando habla.

─Sí. Profesor, ¿quiere escuchar mis gemidos? ─lo escucho reír levemente.

─Señorita Engel, su profesor está muy muy duro.

─Todo depende de usted ─me quito las prendas quedando sólo en interior.

─Tiene usted razón, por eso voy a usar a Manuela.

¿Ma qué?

Con mi silencio lo oigo soltar varias carcajadas.

─ ¿Quién es Manuela?

─Mi alumna fiel, la que siempre está dispuesta cuando usted no.

─Deja el chiste y dime de una puta vez quién es.

─Cariño, es una broma, Manuela es mi mano ─revela.

Me siento tan estúpida.

Se me salen algunas risitas de vergüenza. Manuela, sólo a él se le ocurre ponerle nombre a la mano con que se masturba.

─Eres un pervertido sin remedio.

─Uno que te gusta mucho.

─No por mucho.

─ ¿Segura? ─los pelos se me ponen de punta, me excita tanto escucharlo hablar así.

─Ricardo ya no más tortura ─gruño.

─A ver si así aprendes a respetar.

─Yo respeto, a los que me da la gana pero lo hago.

─Bueno, ahora quiero que respete a la gente sin excepción de nadie.

─Es injusto ─vuelve la chica coqueta y desmedida de hace unos minutos ─, muy injusto.

─Lo siento mucho cariño.

─Ricardo.

─Dime.

─Quiero hacerlo.

─Hacer qué ─ríe.

─Tener sex...

─Ya entendí ─me corta ─, pero hoy no, recuerda que estas castigada.

─Dejemos el castigo para otro día.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora