Cap 23: Revancha

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─Verónica, yo no me doy por vencido. Amor, si de algo me arrepiento es de haberte alejado.

─Eres un maldito mentiroso ─quito sus manos de mí, lo empujo y le lanzo una mirada ufana ─, ¿esperar tanto para qué? Si de verdad te importara no me hubieras tumbado de un noveno piso, ese plan de mierda me hizo tanto daño como a ti, pero así mismo me diste fuerzas para salir adelante, para no rendirme porque yo no soy de quedarme estancada, a mí un hombre no es el que me detiene ni me impide ser quien soy.

─Vamos. Saca todo lo que llevas dentro. Maldice mi existencia si quieres ─me desafía.

A sus espaldas veo que Oliver se aproxima, Elena y Michelle igual. De inmediato me limpio las mejillas y les doy la espalda.

─Nos vamos, Elena tiene que descansar y yo también ─lo escucho ─. Verónica.

─Dime ─sonrío al voltearme.

─Qué pases buena noche.

─Igual, Oliver.

Elena también se despide, luego se marchan en un taxi que llega en el momento.

Miro a Ricardo y lo encuentro con la vista perdida en un horizonte imaginario. Empieza a chispiar otra vez, entonces coincidimos miradas y como si tuviéramos la habilidad de comunicarnos telepaticamente caminamos al interior del edificio.

Entramos a su apartamento, Rocky nos recibe, en realidad solo me recibe a mí porque a su dueño no lo saluda.
Me quedo en el vestíbulo sin tener la suficiente confianza de avanzar, Ricardo se da vuelta y me insta con la mirada a que lo siga.

─Lloverá toda la noche ─comenta mientras subimos las escaleras.

─Me iré en una hora, quizá se aplaque el sereno.

Se queda en completo silencio, entramos a su cuarto, él va a su closet y saca ropa suya para que me cambie. Un suéter de franela perfectamente doblado, un pantalón de pijama largo, y por último una pequeña bolsa, todo lo deja sobre la cama.

─Voy a estar en la cocina ─se retira.

No espero para quitarme la ropa, cuando quedo en pelotas entro a la ducha, el calefactor me sienta tan bien. Una vez termino me pongo el suéter, la bolsa me genera tanta curiosidad ¿Por qué la dejó sobre la cama como si fuera un préstamo más?

Miro su contenido y se me escapa una risita imperceptible.

─Con que lencería de encaje, ¿eh? ─reparo la tanga, el sostén es igual de delicado y fino. ¿Lo compró para mí?

Me pongo el conjunto negro, la sorpresa no se completa hasta que veo que me queda a la medida. Termino de ponerme la ropa y bajo.

─Hablaré con ella cuanto antes, gracias por avisarme ─lo escucho hablar por celular. Al verme cuelga.

Me siento en una de las sillas de la isla, él me pasa una vaso con jugo.

─ ¿Cómo supiste la talla de mi ropa interior?

─Eso es lo de menos ─puedo sentir el peso de su mirada en mis pechos ─, ¿te quedó bien?

─Perfecto. ¿era para mí?

─Sí, fue de las pocas cosas que alcancé a comprarte por si te quedabas a dormir algunas noches.

─ ¿Te debo agradecer? ─sonríe, yo también.

Verónica, ¿dormirás fuera? ¿estás en casa de tus papás? Llámame apenas veas este mensaje. Att: Evan.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora