cincuenta y tres

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Tal como dijo la llevó en brazos hasta el departamento y la peor parte fue el ascensor,porque podía oír los comentarios de todas esas personas y era absolutamente vergonzoso para Mary.

El departamento era de un ambiente,bastante elegante y bien decorado. Tenía una hermosa vista de la ciudad,pero ella sólo quería descansar. Así que Whis,la dejó sentada en la cama diciéndole que podía dormir ahí si lo deseaba,que él iría por algo a la tienda. Ella asintió y tras verlo salir se acomodó en aquella amplia cama y no tardó en dormirse. Para cuando despertó estaba cubierta con una manta y vio una bolsa de papel junto a ella. Sabía que Whis estaba en la cocina. El olor de la comida se lo dijo. Revisó la bolsa y encontró ropa nueva,
cortesía del ángel. Ella llevaba un traje deportivo de la institución. Se fue a bañar para cambiarse y verse en el espejo con el cabello blanco,le fue más que extraño. La energía de su hija seguía con ella, de esa forma. Al bañarse descubrió que ya no tenía la cicatriz en su vientre,ni en el pecho;ninguna marca sobre su piel. Asumió que era parte de esa energía celestial, se vistió y salió. Los vestidos no eran lo suyo,menos uno blanco y tan elaborado como ese. El atuendo estaba bien escogido, cada prenda del conjunto hasta los zapatos le calzaba perfecto.

Fue hasta la cocina,buscando a Whis,pero el ángel no estaba ahí aunque la mesa estaba puesta para dos. El cetro estaba recargado contra la pared y se sintió tentada a ver ese objeto de cerca. Lo tomó con sólo una mano,pesaba un poco y al sostenerlo con ambas manos la esfera dió un pequeño resplandor como el de un flash de una cámara fotográfica. La puerta se abrió en ese momento y Mary devolvío el objeto a su lugar.

-Hola-le dijo a Whis poniendo las manos en su espalda con aire inocente.

-Se ve hermosa-le respondió él, con una sonrisa cálida.

-Si bueno...Gracias-le dijo ella y puso su atención en la bolsa que traía el ángel.

-Pensé que el vino blanco sería un mejor acompañamiento para la comida y ya que no tenía,fui a comprar una botella-le dijo Whis poniendo la botella en la mesa.

Mary tenía la necesidad de hacerle una pregunta y contarle algo. No sabía cuál de las dos verbalizar primero,pues Whis estaba poniendo una tercera sobre la mesa y eso le complicaba expresar ambas,pero necesitaba decirlas y mientras el ángel descorchaba la botella logró decidirse cuál abordar primero.

-Whis,hay algo que quiero que sepas-le dijo con brusquedad- Escucha lo que tengo que decirte.

Mary los secretos y cualquier cosa oculta.Eran problemas potenciales,pensaba así que por ningún motivo iba a ocultarle a Whis,la atracción que sintió por Bills. Le contó todo,pues desde su punto de vista no había hecho,
sentido o dicho algo malo. Como ella veía las cosas fue algo que nació naturalmente de su parte hacia al dios,pues Bills lo sentia desde mucho antes.

Whis escuchó en silencio el relato conciso de la muchacha.Esas palabras desprovistas de despecho,de vergüenza o resentimiento,lo hicieron entender como y porque pasó todo. Mucho influyó su cobardía en todo eso,algo por lo que esa mujer no lo estaba responsabilizando,ni recriminando. Ella lo veía a los ojos y él sostenía la mirada de la muchacha,con una expresión de comprensión y ternura,las mismas con las que le hizo una caricia en la mejilla cuando Mary se calló.

-Perdón-fue la palabra que salió de la boca de Whis -Dije que me quedaría hasta el final y en el momento más difícil huí como un cobarde.Perdóname,Mary.

Qué un ángel pidiera perdón era un acto extraordinario,que un hombre lo haga también es un acto extraordinario.Porque admitir que te equivocaste y sobretodo comprenderlo implica un esfuerzo que muy pocos son capaces de hacer.

Podría haberle dicho que sí,lo perdonaba o que no le guardaba rencor alguno,pero prefiero hacerlo de otro modo. Uno más simple y más profundo;estiro sus manos hacia el cuello de Whis y este se inclinó un poco para recibir eso que anhelaba hace tanto:un beso. Un beso que primero fue tímido,como el golpe a la puerta de un desconocido,para luego entrar en el pasillo,a la sala, familiarizarse y finalmente romper el hielo. Fue como ese primer beso en el mirador del edificio más alto de la ciudad. No sabían cuanto se habían extrañado hasta que se dieron ese beso y no sabían cuánto se amaban hasta ese nuevo primer beso. Uno que fue la bienvenida a la madurez de ese amor.

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