T W E N T Y O N E

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Jimin se sentía demasiado feliz ese día, no paraba de sonreír en todo su trayecto a la escuela, y claro no podía dejar de pensar en cierto chico de cabellos negros y piel blanca, suspiro al recordar la sensación de sus labios al juntarse con los de Yoongi, había sido hermoso.

Jimin buscaba con la mirada a Yoongi, quería verlo, lo ansiaba más que nada, cuando logro ver que se encontraba a unos pasos de entrar al salón, apresuro el paso y de inmediato sus brazos rodearon al pálido chico.

- ¡Yoongi, buenos días! 

El pelinegro sonrió débilmente al sentir y escuchar a Jimin, por unos momentos sintió alegría de poder escuchar la voz de aquel chico que hacía que sus días grises fueran soleados al instante.

Pero el recuerdo de lo que le había dicho el medico llego a su cabeza, quedaban solo meses, y eso le daba temor, mucho temor, tenía que decírselo a Jimin, y claro se lo diría a los demás, pero no sabía como hacerlo, se sentía un completo inútil por no saber lo que debía hacer.

- Jiminie...

- ¿Sabes? Hoy es un hermoso día, ¿no lo crees?

La radiante sonrisa de aquel chico hacía que Yoongi menos quisiera decirle la verdad, pero claro Jimin notaba que algo estaba ocurriendo, por lo que dejo de sonreír para mirar curioso al pelinegro.

- ¿Te encuentras bien, Yoonie? -pregunto Jimin.

Yoongi se maldecía internamente, solo podía imaginarse la cara de preocupación y tristeza de Jimin cuando le dijera aquello, no quería borrar esa preciosa sonrisa, no cuando ese chico tenía un gran humor.

- Todo está bien, Jiminie -trato de sonreír, pero apenas y lo podía hacer, no sabía si podía ser feliz de ahora en adelante.

Jimin de nueva cuenta abrazo al pelinegro, de alguna forma sentía que debía hacerlo, y Yoongi lo agradecía, porque de verdad necesitaba un abrazo.

- Que bueno -Jimin disfrutaba de la ligera calidez de Yoongi.

Las clases habían sido eternas para Yoongi, en todo el tiempo trataba de poner atención, pero no podía hacerlo, solo estaba pensando en sus demás amigos, en como tomarían la noticia, además pensaba en su madre, no le había comentado nada, y es que no quería causarle ningún problema, sabía que ella tenía sus propios problemas, y que estaba estresada por el nuevo empleo que había conseguido, ser contadora era difícil y lo sabía perfectamente.

Él no quería ser una carga para su madre y aunque no lo fuera, aún así sentía que lo era, de alguna manera trataba de olvidarlo para que no se sintiera desanimado todo el tiempo, y sus amigos... aún no sabía que hacer, ¿decirles o no hacerlo? ¿Qué ocurriría? ¿Le apoyarían? 

Por supuesto que lo harían, no lo abandonarían, no en estás circunstancias.

Sintió como una mano se posaba en la suya, la miro por unos momentos, sabía que era de Jimin, sonrió débilmente al observar que Jimin tenía unas pequeñas manos, le daba mucha ternura verlas, a comparación de las suyas que eran un poco más grandes y con su piel pálida que se veía más sin vida que la de Jimin.

- Yoonie, vamos ¡quiero ir por un helado!

Jimin era un gran aficionado a los postres, pero en especial a los postres que eran fríos, le sonrió de vuelta, pero aún su cabeza era un tremendo lío, no sabía que hacer, pero debía encontrar una forma de poder decirle a Jimin la realidad, una realidad demasiado triste que podía hacer que hasta su pequeño corazón se rompiera, no quería hacerle algo como eso, y no podía hacerlo.

Para Yoongi, Jimin era como un ángel que había llegado a su lado solamente para hacerlo sonreír, y no podía darle malas noticias, no quería verlo llorar, no podía hacerlo, quería evitarlo a toda costa, no le gustaba que sufriera, y no le gustaría ser la causa de su sufrimiento.

No, definitivamente no podía.

- Te lo invito -menciono Yoongi-, ¿de qué lo vas a querer?

- No es necesario, Yoonie -Jimin le sonrió-, puedo pagarlo.

- Nada de eso, te lo invitare Jiminie, así que escoge bien.

Jimin sin poder evitarlo agarro el brazo izquierdo de Yoongi y lo abrazo, así se la pasaron caminando, Jimin de vez en cuando recargaba su cabeza en el hombro de Yoongi, le gustaba estar de esa manera, sentía como su corazón latía a mil y como una sensación cálida se implantaba en su pecho, era reconfortante.

En cuanto habían ido por los helados, ambos  salieron  se sentaron cerca de la heladería para disfrutar del postre, Jimin de inmediato comenzó a disfrutar de su helado de frambuesa, en cuando a Yoongi, él se la pasaba mirando el helado de pistache que había pedido.

- Será mejor que lo termines antes de que se derrita Yoonie, no quiero que te ensucies.

Jimin le sonrió a pesar de que Yoongi no lo miraba.

- Jimin...

- ¿Sí? -pregunto el nombrado mientras seguía disfrutando el helado, ¿acaso el sabor había mejorado?

- Tengo que decirte algo...

- ¡También tengo que decirte algo! -Jimin miro con una sonrisa al pelinegro-. ¿Puedo iniciar primero?

Los ojos de Jimin se veían brillantes, Yoongi sabía que era lo que estaba ansiando, así que solo le dio como respuesta un asentimiento con su cabeza, quería saber lo que diría.

- Quería darte un gracias -Yoongi junto sus cejas extrañado por aquellas palabras-, ¡me has hecho muy feliz! Es fabuloso y más porque has hecho tantas cosas por mí y por otros, eres un chico increíble Yoongi y además... -miro como un leve sonrojo se instalaba en las mejillas de Jimin-, me gustas... y no lo digo solo por el beso, en verdad me gustas, has despertado tantas cosas en mí que me hacen sentir tan vivo y tan amado, quisiera poder siempre estar a tu lado.

Yoongi se quedo en silencio, ahora era mucho más difícil.

Jimin de nueva cuenta le regalaba una sonrisa, ¿cómo es que ese chico podía amarlo? No lo entendía, Yoongi nunca se consideraba para nada afectuoso, y ahora con todo lo que le había dicho Jimin sentía que su corazón iba a estallar, cada palabra le había causado estragos por dentro, pero era hermoso sentir esos estragos, quería sonreír a pesar de que se sentía demasiado triste.

- ¿Qué era lo que me ibas a decir?

Jimin lo miraba atento.

No podía hacerlo, no podía apagar esas hermosa sonrisa, y no lo haría.

- Quería decirte que soy un chico afortunado por tenerte a mí lado Jiminie, aún no comprendo como te puede gustar alguien tan patético como yo...

- No eres patético, eres mí ángel.

- Y tú el mío.

Quería que Jimin nunca lo olvidará, pero quería que lo recordará sonriendo, y él quería llevarse consigo la sonrisa de Jimin.

Tenía que ser feliz a pesar de los problemas dentro de él, tenía que intentarlo, llevarse algo positivo del mundo al que ha despreciado desde que se entero del virus dentro de él.

Tenía que aprender a amar la vida.

White Flowers ||YoonMin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora