—Llegó nuestro momento, hijo.
HongJoong cambió su vista de la pantalla gigante frente a él para ver a su padre, su expresión facial detonaba claro asco, más que por las palabras que había dicho el Rey, era por el significado que sabía que tenían estas. El momento había llegado, sabía de qué momento se trataba y no podía estar más descontento de llevar a cabo los horribles planes de sus padres. Pero era lo que tenía que hacer, todo por ser hijo único, todo por haber nacido en esa familia de locos desquiciados sedientos de poder, demasiado condiciosos para su bien, pero que sabían ocultarlo de su Reino.
—No mires así a tu padre, HongJoong, sabías que este día iba a llegar tarde o temprano. Y es bueno que ya haya llegado. Uff, no sé cuánto más iban a esperar esos Choi, pero es excelente que adelantaran su estúpida iniciación.
—Madre, con todo respeto, odio este día tanto como mi nacimiento en esta familia. No quiero hacerlo.
—Pero tienes que hacerlo, ni siquiera te estámos preguntando si quieres o no. Debes enamorar al Príncipe Choi en menos de un mes, antes de que algún otro Príncipe o Princesa lo logre — El Rey Kim miró sus uñas sin ningún tipo de emoción en particular.
—Asco. El niño ni siquiera es mi estilo para pareja. Prefiero que YunHo y el ejército invadan el Reino Choi a tener que casarme con él. ¿Por qué no consideran esa opción? Es mucho mejor para todos.
—Joven Kim, no podemos hacerlo, no es seguro que una invasión sea totalmente efectiva. Si fallamos, el Reino entero perderá su máscara ante el mundo — YunHo rodó los ojos.
—¡Es estúpido! — replicó HongJoong.
—Estúpido o no, prepárate porque el Reino Choi pronto formará parte del Reino Kim... Sólo hay que esperar unos días más, y irás como pretendiente. Cuando te cases y pasen la Luna de mil y más mierda, podremos asesinar al mocoso de los Choi y el Reino será sólo nuestro.
HongJoong ya no quería seguir escuchando los patéticos planes de sus padres, así que se dio media vueltas y se retiró sin ningún aviso a su habitación, seguido de su Caballero Personal que casi le pisaba los talones.
En cualquier momento, HongJoong le gritaría -o tal vez lo golpería, ya que ya había sucedido otras veces cuando el bajito estaba más enojado que de constumbre- a YunHo que no lo siguiera tan de cerca porque odiaba que invadieran su espacio personal, así que el alto trataba de mantener cierta distancia del Príncipe. Conocía bien el carácter del enano rubio, y viéndolo todo enojado, no quería darle razones para que le gritase por cualquier mínima cosa. Es más, HongJoong a veces ni siquiera necesitaba que él le diera motivos para estar enojado, de algún modo siempre sacaba algún argumento inteligente y complicado, de esos que YunHo sólo había podido ganarle dos y tal vez eso era demasiado.
—¿Lo harás? — YunHo no se preocupaba por hablarle formalmente, ya estaban lejos de los Reyes.
—La verdadera pregunta es: ¿Tengo otra opción?
—Siempre la hay — YunHo bajó sus hombros.
—Los Príncipes no se escapan en la vida real para librarse de sus ocupaciones cuando están agobiados de sus vidas perfectas en cuna de oro, YunHo — HongJoong medio rió con algo de dolor —. Aquí, en la vida real, debemos aguantar lo que nos toque, y esta es la vida Real de Príncipe que me tocó a mí. Debo llevarla.
—Entonces, Rubia Genia, ¿cómo enamorarás al Príncipe Choi?
—La verdad... — HongJoong movió su cabeza hacia la izquierda, viendo de reojo a YunHo y regresó su vista al frente —, no tengo idea. Es decir, sé que soy súper hermoso, divino, perfecto, encantador, lin-
—No te pedí que te describieras en un montón de palabras falsas, HongJoong.
—Lindo y agradable — siguió HongJoong, ignorando el comentario anterior de YunHo —, pero no sé cuál es el tipo del niño. En el peor de los casos, tendré que fingir una personalidad falsa; no será fácil, pero creo que puedo con esto.
—¿Lo haz visto?... Ugh, no, olvídalo.
YunHo ni siquiera necesitaba que HongJoong le respondiera para saber la respuesta. No. Ninguno de ellos había visto al Príncipe Choi aún cuando el Reino estaba literalmente al lado del suyo. Órdenes del Rey, HongJoong y la servidumbre tenían más que prohibido ver a los Príncipes, Princesas y Reyes -en general, a las Familias de la Realeza- así sea por un televisor. Era una órden demasiado extraña, pero todos la cumplían al pie de la letra como si sus vidas dependieran de ello.
—Eres demasiado tonto — HongJoong chasqueó su lengua.
—Mira quién lo dice. ¿De verdad crees que las invasiones son sólo llegar y apropiarse de todo, así como así? Eso no funciona de ese modo. No es juego de las guerritas con soldaditos de plástico mientras finges hacer soniditos de disparos. La vida real, como dices, es diferente.
—Lo que digas, General Torpe, dile a JunHui que traiga mi almuerzo hasta mi cuarto. Tengo hambre, pero ni de broma bajaré a comer con los vejestorios hoy.
YunHo volvió a rodar los ojos, gesto típico de él, y tras decir una frase malhumorada de: «No soy tu chico de los mandados, Enano», fue en busca del Chef Principal del Castillo para verificar que el almuerzo del día ya estuviera hecho por él y el resto de cocineros, y así fue, estaba listo. Como siempre, a la misma hora e igual de eficiente.
—Antes de que te vayas a, seguramente, tirar fechas al bosque, el grupo está planeando una salida, ¿te apuntas?
—JunHui, tengo turno nocturno, diles a los muchachos que no puedo.
—Siempre tienes turno, dah — el mayor rodó los ojos —. Mira, te lo pongo así, vamos por un par de tragos, un buen baile con unas chicas o chicos guapos, y regresamos antes de que alguien lo note, ¿va?
—Eres tan malo negociando, JunHui — YunHo negó varias veces con su cabeza, pero luego dejó salir una sonrisa desquiciada —. Iremos y nos divertiremos como nunca, Inútil, pero volvemos antes de las tres.
—Hecho. ¡LuHan, ve y lleva la comida del Joven Kim! Nosotros tenemos cosas que hablar...
—Luego habláremos, Jun, voy a hacer mis cosas. Es mi descanso, no el tuyo.
YunHo salió del Castillo en su cabello café diez minutos más tarde, con su saco de flechas, su arco, y su espada heredada de su padre en su cinturón. A veces se preguntaba qué lo había llevado a caer tan bajo para defender lo que un día odió -sí, YunHo odiaba a la Familia Real de su Reino- con toda su alma. Los Reyes Kim fueron los que se encargaron de dejarlo huérfano, sin arrepentimiento, todo por una maldita deuda de impuestos, y prácticamente en contra de su voluntad lo sometieron contra un fuerte e intesivo entrenamiento para convertirse en un Caballero. Su intensión no era ser un Caballero, era fingir ser uno y cuando tuviera la oportunidad, escapar del Castillo, del Reino en sí, pero luego de años sirviendo a la Familia Real, un poco más y casi una década, se preguntaba seriamente qué mierda con su vida y por qué seguía ahí cuando ya tenía la confianza de los Reyes.
Podría matarlos, podría quemar el Castillo entero con ellos dentro y hacerlo parecer un accidente. O simplemente podría cortarles la cabeza y huir. Era conocimiento de todo lo que podía hacer lo tentaba con fuerza, pero sentía sus manos atadas para hacer cualquier movimiento. Tal vez por eso se sentía impotente para hacer algo al respecto, por miedo, porque aunque a YunHo no le gustara admitirlo, todavía poseía el mismo miedo hacia los Reyes Kim como aquél día en el que lo trajeron al Centro de Entrenamiento/Tortura para Caballeros Novatos. Realmente, odia recordar ese lugar, pero odia recordar todavía más las frases de los Reyes:
—No te estámos haciendo nada que no merezcas — YunHo bufó —. Tus padres eran terribles a la hora de pagar, escorias de la vida. Se lo merecían, y tú pagarás su deuda. Claro, deuda mi culo.
Lanzó una de sus flechas con su perfecta puntería hacia uno de sus objetivos dibujados con tiza sobre la madera de uno de los tantos árboles del bosque, dando en el blanco, como siempre, dejando que algunos trozos pequeños del tronco salgan volando por el aire y luego caigan al pasto verde y brillante.
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Royalty [YunJong] (YunHoxJongHo) ATEEZ
RandomAunque JongHo pretende ser el Príncipe perfecto a los ojos del Reino entero, los empleados del Castillo y sus padres, los Reyes, sabe que está lejos de serlo. Por ende, al ser de la realeza, debe ser perfecto, con cada pelo de su rubio cabello peina...