YunHo se dejó caer al suelo, recostando su espalda en el tronco a los pies de un árbol de apariencia algo antigua, cerrando sus ojos, dejando descansar sus cansados párpados que pedían un respiro. Lamentablemente no iba a poder tener un gran descanso, ya que el niñero del chico al que salvó todavía no llegaba y, de paso, tenía que regresar hasta el Castillo. Genial, y tenía que soportar al niño hablando de mil y un temas estúpidos que no le interesaban, pero que algunos le causaban algo de risa por la osadía o lo únicos que eran.
—Te vez muy joven para ser Caballero, ¿qué edad tienes?
—Tengo veintitrés — respondió YunHo aún sin abrir los ojos.
—¡Wow! Eres más joven de lo que esperaba. Yo tengo casi veinte — JongHo sonrió, aunque sabía que YunHo no lo veía.
—Debería encerrarte por ser un menor de edad en un Antro para mayores de edad.
—Oh vamos, tengo mis influencias para entrar a los lugares. Tú sabes cómo funciona, gigante.
¿Quién rayos era ese chico y por qué le hablaba tanto a YunHo sobre el poder que poseía? Ni siquiera era mayor de edad, no era ni del Reino Kim, pero al parecer ya tenía su vida resulta en un dos por tres. Tal vez era hijo de algún empresario/a millonario/a de otro Reino, o tal vez era alguna otra cosa. No lo sabía, pero ya le era demasiado sospechoso el chico rubio con el que se encontraba. Así que echó cabeza al tema, y encontró varias respuestas a sus preguntas que no quizo considerar, pero que eran alternativas que debía tomar en cuenta por su propia seguridad.
El Rubio podría estar llevándolo -aunque no literalmente- hacia una trampa, podría ser emboscado en unos instantes y todo por haber sido algo amable. Mierda.
—¿Quién eres? — YunHo abrió sus ojos.
—¿Yo? — JongHo soltó una risita nerviosa ante los oscuros ojos de YunHo sobre él —, no es justo. Tú eres el mayor entre nosotros dos, tú dime primero tu nombre y luego yo te diré el mío, ¿va?
A YunHo le pareció un ridículo juego infantil el trato que el pequeño le ofrecía, pero recordó que estaba tratando con un adolescente, prácticamente. Era obvio que vendría con alguna tontería inmadura.
—Como quieras — YunHo dejó descansar un poco la tensión de sus hombros dejándolos caer —. Soy YunHo.
—YunHo alías GiganteYunnie, anotado — rió suavemente —. Me llamo JongHo, es un gusto — JongHo sacó levemente su lengua en símbolo de burla.
—¿JongHo? Ese nombre está prohibido — fruncio el ceño.
JongHo sabía muy bien el porqué su nombre estaba prohibido. Porque él era/es un miembro de la familia Real, claramente era una ofensa que alguien ajeno a la «sangre Real» llevara un nombre de dicha sangre. Pero claro, él tenía sangre Real recorriendo sus venas, y por su nacimiento era que el nombre «JongHo» se había prohibido para las simples personas.
—Ya te lo dije, GiganteYunnie, tengo mis influencias. Y hablando de otra cosa, tengo frío, ¿podría abrazarme de ti, Hyung?
—Lo que sea.
YunHo permitió que el mocoso rubio se acercara hacia él y se sentara a su lado, lo abrazara de su pecho con sus delgados brazos y dejara descansar su rostro en su pecho. Tal y como dijo, JongHo de verdad estaba helado, y eso hizo preguntarse a YunHo cuánto tiempo llevaba soportando el frío del solitario bosque sin decirle nada a él.
—¿Llevabas mucho tiempo así?
—¿Congelándome? — YunHo hizo un ruido afirmativo —. Unos minutos, creí que me ignorarías si te lo decía... — JongHo pasó uno de sus dos dedos índices con timidez por encima de la ropa que cubría el pecho de YunHo —, pero no eres tan desalmado como pensé, Yunito. Me amas, ¿no es así? — sonrió.
—Supéralo, Rubiecito, no todos caemos ante los rubios naturales.
—Rayos. Bueno, había que intentarlo.
JongHo bajó sus hombros con un leve pero falso puchero, haciendo reír a YunHo por el comentario tan descarado que había dicho, olvidándose por un momento de la posible amenaza que podría ser el rubio en sus brazos.
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—¡Juro que voy a encerrarte en tu habitación de ahora en adelante, JongHo! Tus padres van a cortarme la cabeza frente a todo el Reino si no te regreso ahora mismo al Castillo. Sabes cómo son los Reyes.
—¿R... Reyes? — YunHo abrió sus ojos y boca, atónito ante la información que acababa de escuchar.
—¡SEONGHWA! — JongHo se levantó enojado.
—¿Qué? — SeongHwa vio al chico asombrado que había estado sentado al lado de JongHo segundos antes —. Oh, mierda... Rápido, JongHo, muévete. Tengo que matarlo.
SeongHwa desenfundó su espada, claramente iba a matar a YunHo pensando que era un simple ciudadano/campesino y que nadie notaría su muerte, pero no esperaba que el alto chico reaccionara ante las palabras que él había soltado y se levantara de un salto del césped, desenfundando también una espada de filo perfecto que parecía que podría cortarlo a la mitad de unos simples movimientos de muñeca. Ambos Caballeros se pusieron en guardia, porque ninguno iba a dejar o permitir morir en manos del otro, pero tuvieron que tomar distancia cuando el Príncipe Rubio se metió entre ellos, alzando sus brazos hacia los lados para apartar las puntas filosas de las espadas.
—¡Paren! No puedo creer que pretenden matarse aquí en mi presencia — rodó los ojos —. Yunnie Hyung, por favor baja tu espada, SeongHwa es sólo mi... Mi Caballero de Compañía, y sí, soy Príncipe. Él no te hará daño, sólo me defenderá. Y tú, Hwa, guarda también esa espada que Yunnie no va a hacerte nada.
—Ahora entiendo lo que decías de «tus influencias». ¿Por qué rayos no me dijiste que eras un Príncipe?
—N... No quería que me trataras diferente por ser de la Realeza, ¿si? Quería que fueras sincero y honesto conmigo...
—Pues si querías que yo fuera honesto, podrías haber comenzado con la verdad desde el principio.
—¡Ya lo sé! Y-Yo... Quería que nos llevaramos bien.
—Dios. No puedo creer que... Olvídalo. Me largo de aquí, Su Majestad — YunHo hizo una reverencia corta con una mala cara, y luego pasó de largo entre los dos chicos, yéndose del bosque a pasos largos.
—¡YunHo, no te vayas! — JongHo sentía que sus ojos se aguaban de lágrimas.
—Es hora de volver al Castillo, JongHo, ahora.
—P-Pero YunHo...
—Vamos, camina.
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Royalty [YunJong] (YunHoxJongHo) ATEEZ
RandomAunque JongHo pretende ser el Príncipe perfecto a los ojos del Reino entero, los empleados del Castillo y sus padres, los Reyes, sabe que está lejos de serlo. Por ende, al ser de la realeza, debe ser perfecto, con cada pelo de su rubio cabello peina...