—¡Qué crees que estás haciendo!
YunHo se apartó confundido del delicado cuerpo femenino que jadeaba por el dolor en el suelo, tiró hacia la mesa no muy lejos de él el encendedor que había estado usando segundos antes para quemar el cabello -o al menos las puntas- de la prisionera, que estaba echa una bola de temblores y cortas respiraciones debido a que los hombres del equipo de YunHo la habían usado como saco grupal de boxeo. Debido a las diferencias de alturas, YunHo inclinó hacia abajo su cabeza cuando HongJoong se acercó a él furioso, su rostro semi rojo de la ira.
Qué mierda. ¿Qué se supone que le pasaba ahora a HongJoong?
—¿Por qué lo hiciste?
—Esas fueron sus órdenes, su Majestad, no tener piedad con la prisionera.
—Sí, sí, sí, eso fue antes de que le encontrara una utilidad al saco de pulgas este — apuntó a MoonByul y luego al rostro de YunHo —. Dile a tus hombres que no vuelvan a hacerle eso. Tengo menos de uno día para llevar a cabo mis planes con la estúpida esta. ¡Y mira cómo está! Es un asco, Dios, son tan estúpidos.
HongJoong se acercó a la chica, tomándola del cabello con fuerza y tirando de él, escuchando los griticos que dejaba salir al ser lastimada. Pero como al Príncipe no le importaba, tiró con más fuerza de ellos y inclinó su cabeza hacia abajo para poder mirarla. Sí, la chica estaba hecha un desastre, marcas violetas y verdes por toda su piel, el cabello desarreglado, sucio y algo quemado, demasiado delgada y olía apestosa. Mierda, MinGi podría no hacer lo que él quería si supiera el estado en el que estaba su estúpida novia. Esto era un desastre, y mañana debía mandar la carta con instrucciones para el Caballero y al otro día “debía mandar a MoonByul”, supuestamente. Tenía hasta entonces para hacer algo con la apariencia de MoonByul, o de lo contrario podían haber bastantes complicaciones en todo su plan.
—Si no fuera por tu maldito novio, ya te tendría a diez metros bajo tierra, perra, pero todavía me sirves de algo... — rió, demasiado cínico —. Eres la ruina de tu novio, y verás cómo él caerá primero, y luego... Tú también lo harás cuando lo tenga arrodillado frente a mí.
HongJoong soltó el cabello de la chica y se dio media vuelta, apresurándose en salir del calabozo demasiado caluroso y oscuro, ahora tendría que ir a buscar una sirvienta para que se encargue de la heridas de la chica, no podía entregarla en este estado, aunque si todo salía según lo planeado, ni siquiera tendría que entregar a MoonByul a MinGi.
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YeoSang retiró su dedo índice que había estado estirando su ojo derecho hacia arriba cuando acabó con su delineado. Peinando su cabello con sus dedos, se aseguró de que su maquillaje estuviera perfecto y pulcro, pero chasqueó su lengua cuando se dio cuenta que sus ojos seguían algo rojos, diablos, todo era culpa de SeongHwa. Debía dejar de llorar por ese idiota, tenía mejores cosas que hacer que pensar y llorar por él, porque era absurdo, SeongHwa no sentía nada por él, aunque lo había ilusionado más de una vez, haciéndole creer que todo sería de color rosa, esto no era un sueño. SeongHwa era un Caballero, pero no precisamente uno de brillante armadura ni mucho menos el tipo de Caballero que rechazaba a una bella dama por un sirviente de la familia Real.
—Supongo que debo agradecerte, mamá — YeoSang suspiró irónicamente —, gracias a ti, a tus libros y cuentos de hadas, sé que los Caballeros sólo buscan bellas damas para permanecer en su compañía hasta la muerte.
Su madre se lo digo docenas, docenas y miles de veces, los cuentos de hadas son sólo eso, cuentos, pero que contenían cierta verdad que se aplicaba en la vida. Este era su caso, porque ya había vivido mucho en ese estúpido cuento en el que había creído tontamente que podría estar algún día con el Caballero, ser suyo, pertenecerle y viceversa. Era hora de volver al mundo real, de volver a ser el mismo YeoSang que era antes de enamorarse de un idiota que no valía la pena. Era lo mejor para él, y para todos.
Luego de aplicar unas gotas sobre sus ojos, salió de su recámara para ir en busca del Príncipe Choi, debido a que los Reyes le habían pedido arreglarlo para un evento importante entre los mismos miembros Reales, pero como siempre, JongHo debía mantener una buena imágen pública, así que era mejor alistarlo lo más temprano posible para que luego no se presentaran problemas en cuando a la falta de tiempo. No se sorprendió escuchar las cuerdas del piano desde el largo pasillo, medio esperaba que JongHo se encontrara practicando, pero sí se sorprendió al reconocer la melodía de la canción que el Príncipe estaba tocando.
En las últimas semanas, JongHo había estado más decaído, tocando piezas más suaves, tristes, sentimentales y delicadas, demasiado, pero ahora estaba escuchando una melodía sumamente alegre, llena de vida, pasión y felicidad. Algo definitivamente debía haberle pasado al pequeño rubio.
—Su Majestad, voy a pasar.
—Adelante, YeoSang Hyung.
Era incrédula la vista para los ojos de YeoSang, ver a JongHo deslizar sus dedos de una tecla a otra, inspirado por las notas musicales e incluso tarareando el ritmo. Sus ojos brillaban por la felicidad y sus mejillas se mantenían de un tono rosa ligero, natural, precioso, junto con una resplandeciente sonrisa extendida en sus labios, dejando al descubierto sus blancos dientes. Definitivamente, otra vez, algo le había pasado, algo aparentemente muy bueno.
—Es bueno verte de buenos humores.
—Oh, YeoSang, no tienes idea — suspiró una vez acabó de tocar su pieza —. Estoy tan enamorado. No creí que fuera posible que esto me sucediera a mí.
—¿Estás... enamorado? — YeoSang ni siquiera se molestó en disimular su sorpresa, abriendo ligeramente su boca —. ¿Cuándo pasó?
—Hace algunos meses... — JongHo balanceó hacia atrás y hacia adelante sus piernas en el banco donde se encontraba sentado —, no es un Príncipe, pero Dios... Él me tiene demasiado enamorado.
—No me digas, casi no se nota.
En respuesta al sarcasmo, JongHo soltó una risita tímida, haciendo que el color rosado de sus mejillas se hiciera ligeramente más fuerte, y luego miró ilusionado a su mayor, como un niño en Navidad, demasiado emocionado como para contenerse si quiera un poco.
—Qué puedo decirte.
—¿Cómo es él? — YeoSang sonrió suavemente, conmovido por los aires de felicidad que irradiaba JongHo, tomando asiento en uno de los sofás.
—Es alto, muy alto, tiene el cabello oscuro y es guapo. No es de por aquí... Pero... YeoSang, ¡él me ama! Me quiere, él quiere estar conmigo.
La sonrisa de YeoSang disminuyó un poco, pensando las cosas por un momento, y luego dijo suavemente, sin querer lastimar al Príncipe con lo que estaba a punto de preguntar.
—Pero, JongHo... ¿Estás seguro de que él te ama a ti?
—Sé lo que quieres decir, y sí, estoy seguro de que él me ama a mí y no a mi corona. Él odia a la Realeza, en realidad, no sé cómo logré enamorarlo — volvió a reír —. Tuvo una infancia difícil, Yeo, pero él no me quiere por mi futuro trono.
—Eso es muy lindo — YeoSang volvió a sonreír.
—Y hablando de estas cosas, ¿cómo está SeongHwa?
YeoSang puso todo su esfuerzo en mantener su sonrisa, levantarse del sofá aún cuando sentía sus piernas temblar y mantener la mirada en los ojos de JongHo, aunque quería llorar ahí mismo y apartar la mirada, cubrir su rostro, quejarse de que él estaba tan enamorado y perdido, hizo todo su esfuerzo por permanecer inmaculado. Lo logró, milagrosamente. Se acercó hasta el Príncipe y removió con cariño el rubio cabello del menor, dando unos pasos atrás para apartarse.
—Él va a casarse en cuatro meses, su prometida es una dama de la alta sociedad — JongHo abrió su boca —, y eso está bien para mí. Es hora de avanzar. Ahora, debemos arreglarte, cariño, tienes un evento en unas horas.
JongHo asintió lentamente y en silencio, preguntándose internamente qué mierda estaba sucediendo. Había estado tan perdido en su amor correspondido que no había prestado atención al entorno que lo rodeaba.
Esto no podía estar pasando.
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Royalty [YunJong] (YunHoxJongHo) ATEEZ
De TodoAunque JongHo pretende ser el Príncipe perfecto a los ojos del Reino entero, los empleados del Castillo y sus padres, los Reyes, sabe que está lejos de serlo. Por ende, al ser de la realeza, debe ser perfecto, con cada pelo de su rubio cabello peina...